Después de la publicación del comentado artículo “Sobre la naturaleza humana”, Rorty publica en la misma revista, Daedalus, una réplica a Pinker titulado “Envidia a la Filosofía”. Dos son los ejes que articulan el texto de Rorty: por una parte niega que la propuesta de Pinker sea algo así como una “teoría de la naturaleza humana”, por otra parte sostiene que tal teoría es del todo innecesaria y hasta perniciosa.
Rorty distingue, aunque no en estos términos, las verdaderas teorías de la naturaleza humana de la renovada teoría naturalista que Pinker defiende, que no es que sea desacertada, es que no es una verdadera teoría de la naturaleza humana (no es lo mismo falsa teoría que teoría falsa; por ejemplo, la teoría del flogisto es una teoría científica, pero falsa, una teoría falsa; pero la homeopatía no es una teoría científica, es una falsa teoría). Las verdaderas teorías de la naturaleza humana todos sabemos cuáles son: las de Platón, Aristóteles, Hobbes, Kant, Freud etc. Es preciso reconocer con Pinker que tales teorías carecían de base empírica y de poder predictivo, sin embargo fueron muy útiles: no porque dieran una explicación satisfactoria del mundo y del ser humano sino porque indicaban peligros que era preciso evitar y objetivos que eran deseables alcanzar.
Rorty se muestra indignado contra la pretensión de aquellos que, como Pinker o Wilson, aspiran a ocupar el trono de la filosofía, pero no están dispuestos a asumir ningún riesgo. Pretenden ser algo así como los albaceas del único relato legítimo sobre el ser humano, pero se niegan a dar ningún consejo, ninguna recomendación de qué hacer con nuestras vidas, cómo orientar la acción a fin de alcanzar una humanidad más plena y satisfactoria. No lo hacen porque el prestigio de sus disciplinas, desde la cuáles pontifican, quedaría en entredicho si se comprometieran seriamente con algunas recomendaciones prácticas... pero esta es precisamente la principal función de un teoría sobre la naturaleza humana.
Por otro lado Rorty también ataca la idea, defendida por Pinker, de que todo el mundo, todas las personas tienen y necesitan una teoría de la naturaleza humana. Es puro platonismo suponer que inferimos nuestras creencias y convicciones más firmes de una teoría, sea esta del tipo que sea. No es así, no necesitamos este tipo de teoría. Son las experiencias que vamos acumulando a lo largo de la vida las que nos hacen decidirnos por unas creencias u otras, unos modos de vida u otros. La filosofía ha abandonado la pretensión de suministrar un modelo de “vida buena” por la sencilla razón de que este modelo ha sido progresivamente sustituido por la convicción de que hay muchas vidas humanas igualmente valiosas. No es positivo ni deseable una sociedad donde triunfe una teoría de la naturaleza humana sino que la mejor sociedad es aquella que permite que proliferen distintos modelos de vida, aquella en la que los ciudadanos son libres para elegir el tipo de vida que deseen. (Sigue)
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