Las fiestas de San Juan, en Hernani, no fueron diferentes de otros años. La plaza del pueblo llena de gente y niños corriendo entre las piernas de los vecinos recogiendo los caramelos que se arrojaban desde los balcones del ayuntamiento; los cabezudos y gigantes habituales, con otras caras, dándole el color que le falta a la plaza un día normal y mucha gente. La ausencia de “cartelería” proclamando las ya eternas reivindicaciones, con los mismos colores, presagiaban unas fiestas más lúdicas, menos políticas y ponían un interrogante de moderación encima de la alcaldesa de ANV. Los carteles que no estaban en la plaza, estaban en la “Kale Nagusia” sí, pero no en la plaza.
Todas las dudas se despejaron cuando, desde el balcón del ayuntamiento, se gritaron las habituales consignas, los “goras” de siempre, transformando, una año más, las fiestas, en determinado escenario político. Hernani es uno de los pueblos más importantes del País Vasco y uno de los más grandes de Guipúzcoa. Tradicionalmente es un feudo del nacionalismo radical y cuna de muchos de los “gudaris” repartidos por las cárceles españolas. Todo esto se ha visto reflejado de manera evidente en las pasadas elecciones municipales. Si las urnas del 2003, sin Herri Batasuna, mostraban que un 46 % de los votos caían en los bolsillos del Partido nacionalista vasco, logrando así la mayoría absoluta, en esta ocasión, ese porcentaje ha sido para las alforjas de ANV, obteniendo una mayoría simple; el nacionalismo es hegemónico en este pueblo guipuzcoano; entre ANV, PNV y Eusko Alcartasuna, suman doce de los diecisiete concejales que forman el ayuntamiento. El resto, PSE, PP y Ezker Batua, la versión vasquizada de Izquierda Unida. En Hernani, por tanto, parece que ser nacionalista no es una opción política más, sino un carácter casi identificador de sus ciudadanos, una segunda naturaleza.
En un panorama semejante, resulta difícil que las fiestas de San Juan, o cualquier otro evento cultural, deportivo… etc, no sea politizado. Si hay algo que identifica al nacionalismo es su condición perenne de lucha militante, y cualquier ocasión debe ser usada para sacar las banderas que nunca cogen polvo.
El panadero que hace el pan a las cinco de la mañana, los policías municipales que ordenan el tráfico, los camareros del bar del frontón, del asador o de la taberna, el médico, la asistente social, las maestras de infantil de la guardería, el viejo que arregla bicicletas o el joven licenciado en económicas que atiende en el mostrador de la Cutxa… todos, de forma más o menos normal, aceptan y viven en el nacionalismo. Muchos de ellos gritan “gora” en el momento de las proclamas desde la casa del pueblo.
La interpretación distorsionada desde la cual el “nacionalismo radical” es la visión neurótica y enloquecida de unos cuantos descerebrados y desalmados vascos o catalanes, no es mucho más que una mala metáfora explicativa o un buen insulto, y sólo contribuye a agrandar el carrusel de los reproches mutuos. En Hernani votan a ANV de forma mayoritaria, y no lo hacen sólo las madres de los asesinos encarcelados, lo hace gente normal y corriente; y los que no votan a los “radicales”, por lo general lo hacen a nacionalistas que, la verdad, no parecen mucho menos radicales. Podemos seguir pensando que el nacionalismo es esa enfermedad social que pudre la parte racional de los cerebros y convierte a hombres con todas las posibilidades en militantes obedientes de causas sublimes, pero falsas. Sin embargo este pensamiento, esta interpretación, sólo servirá para tener buena conciencia de nosotros mismos, que conservamos nuestras facultades intelectuales en plena forma. Y si nos tomamos en serio, lo mejor sería reivindicar un mayor gasto público en salud mental, con cargo a los presupuestos generales del estado y poner un psiquiátrico en cada calle de cada pueblo de Guipúzcoa; aún así, tal vez, no daríamos abasto.
A mí me gustan los Sanjuanes en la playa, sin banderas ni proclamas políticas, saltando por encima de las hogueras y a las doce mojándome los pies en el agua del Mediterráneo. Me gusta que mis hijas disfruten de esa mezcla de luz y oscuridad. Si viviera en Hernani, las llevaría a por caramelos a la Plaza y a que corrieran delante de los cabezudos, pero me disgustaría que también participasen de la militancia nacionalista, eso le resta brillo a la noche más luminosas del año.
Por eso creo que, en este país, necesitamos políticos valientes que, haciendo oídos sordos de cualquier militancia miren cara a cara a los ciudadanos y les pregunten, ¿qué es lo que TU quieres? Me gustaría que un gobierno, sin negociar con E.T.A, ignorándola y condenándola al más cruel de los desprecios, sin intermediarios como el PNV, sin campañas, ni carteles, ni proclamas desde los balcones de las casas consistoriales, fuera capaz de preguntarle a los vascos o a los catalanes qué es lo que quieren. Basta ya de medias tintas, de tanta reivindicación de autodeterminación, de tanto nacionalismo militante; es el momento de que alguien empiece a hablar de independencia y le pregunte a los ciudadanos, no a los partidos ni a los grupos terroristas, si quieren formar un estado propio independiente. Y es hora de que alguien diga claramente que la respuesta de la ciudadanía debe ser vinculante.
Muy buenas Eduardo, es la primera vez que escribo en este blog porque el nivel argumentativo y dialéctico de algunos feacios es abracadabrante!
ResponderEliminarPero sí he de decir que desde que tu hermano Lucas me lo recomendó lo ojeo con frecuencia porque es una delicia escuchar, bueno, leer, tanta coherencia junta.
Bueno, hechas las presentaciones quería hacer una pequeña aportación; tan sólo añadir que tantos comentarios (con los que estoy de acuerdo)sobre la dañina publicidad que se hace del peligro del nacionalismo radical (dejando a parte el nacionalismo como sentimiento y actitud cultural, que nunca he compartido) y que más recuerda, entendiéndolo claro como una herramienta política que querría parecerse a las tácticas de eeuu del "miedo", me gustaría hacer hincapié en el uso indiscriminado de la televisión, peor, de los informativos de la televisión, el medio de comunicación más popular, al que todo el mundo tiene acceso y que cuenta con la fuerza devastadora de las imágenes (o sino devastadora que no hablamos del katrina, repetitiva, como las grabaciones del mundo feliz de huxley "soy alfa, soy el mejor" una y otra vez), como herramienta de difusión, ¿no se dan cuenta de que lo único que hacen es hacerle publicidad? ¿por qué en todos los telediarios tengo que verle la jeta al cenutrio de otegui?¿por qué a él? prefiero mil veces ver con mi abuela a la rosa de españa moviendo el esqueleto con todo el salero del mundo en mira quien baila, fíjate. Es menos dañino, de verdad.
Lo primero que debería hacerse, atendiendo de paso a lo que comentabas en tu entrada anterior sobre actitudes frente al nacionalismo, no tanto cuestionando el por qué, el de dónde etcetc sino el ahora y el para mañana, pues que lo primero que debería hacerse es borrar la cara de ciertos impresentables de la televisión, en primer lugar de la televisión, por favor, que los saquen de ahí, será imposible de otra forma en un mundo de ciegos televidentes.
No me ha dado tiempo siquiera a leer el último artículo de Edu. Apenas tengo unos segundos para excusar mi prolongada ausencia. Espero volver pronto por aquí, ya que estos días he estado plenamente entregado a otros San Juanes, los de mi querida Soria. Ya os contaré la diferencia entre éstos y los de Hernani. Ahora sólo cito a Machado y os envío un saludo a todos:
ResponderEliminar"Allá, en las tierras altas,
por donde traza el Duero su curva de ballesta en torno a Soria,
entre plomizos cerros y manchas
de raídos encinares,
mi corazón está vagando, en sueños....."
si... los feacios estamos de vacaciones, así que seguramente se hará menos dinámico este diario. Darle la bienvenvenida a Nobats y agadecerle su participación.
ResponderEliminarA propósito de lo que señala, decir que no es nuevo el uso demasiado interesado que se hace de la televisión en este país. A veces, viendo Telemadrid o TV3, por nombrar dos ejemplos contrarios, lo de Huxley se nos queda corto.
Por señalar en alguna dirección, en la televisión catalana han empezado a emitir unos dibujos para niños desde un ánimo claramente manipulador. Que la televisión pública intente manipularnos es algo que estamos acostumbrados, pero que sea a través de la infancia levanta ampollas. Pues bien, los dichos dibujos los "Lacets", son una tribu prehistórica de hombres libres, que se han liberado del pensamiento supersticioso y que viven de forma pacífica y tranquila en Cataluña... si si, digo bien, Cataluña, cerca de la Montaña de Monserrat, a la que consideran sagrada. Su vida, pese a todo, no es tan dulce como parece, ya que tienen que defenderse de una terrile amenaza, los propísitos expansionistas de otra tribu vecina, los Barbarites. Esta tribu vive más allá de la llanura de Lerida, es decir, fuera de las fronteras catalanas y su petensión es conquistarles. Son tipos rudos, violentos, sin a penas industria, morenos con grandes patillas y que van montados encima de toros... ¿tengo que seguir contando?. La serie es burda, absurda y, afortunadamente aburrida.
Esto, y me reafirmo una vez más, es el verdadero problema del nacionalismo: su discurso sólo sirve para enfrentarnos, abrir distancias, provocar el enfrentamiento. Ayer, en el debate del estado de la nación, Zapatero, que por primera vez me gustó, se lo dijo bien claro al Hooligan de Esquerra Republicana: ustedes no son tan diferentes como pretenden argumentar artificialmente, así que dejen de fundamentar su discurso sobre esta pretensón, la de diferenciarnos, distinguirnos y enfrentarnos.
Si los niños catalanes alimentan sus espíritus con este tipo de símbolos, el futuro está perdido. Los referentes de la infancia, algo que sabía el amigo Sigmund, soln de los referentes más firmes, más propios, que nos construyen. Yo, por ejemplo, nunca he dejado de pretender ser Kio de "Comando G" o Apolo de "Galáctica"... otros querran ser Lacets y para eso necesitan enemigos expansionistas de los que defenderse.
para saber más de los Lacets: http://www.tv3.cat/ptvcatalunya/tvcPrograma.jsp?idint=184067063
Me gusta la perspectiva que Edu adopta en su artículo. Muestra algo que, no por común, deja de ser asombroso. Al comparar los Sanjuanes fanáticos y politizados de hernani con los de Soria me salta a la vista que existe una diferencia gigantesca entre unos y otros. Aunque Edu no esté de acuerdo, una de las cosas que caracterizan a una ideología (en el sentido denostativo que yo quiero darle) es la voluntad de ocupar hegemónicamente todo el espacio por el que la vida se expande. La ideología, por naturaleza, tiende a invadir todo ámbito vital que pretenda situarse aparte de los intereses que califica de únicos. Para el pensamiento ideologizado no hay NADA que no sea instrumento y escenario de una lucha en la que se enfrentan -muchas veces desde el principio de los tiempos e inclusó más allá- las potencias del bien y las del mal. La ideología es voluntad extremada de unidad, de reducción de la realidad completa a una sola idea rectora, y por ello no soporta que cualquier resquicio de vida escape a su dominio. Cuando una ideología se convierte en realidad operante oprime toda manifestación de vida hasta impedir que perviva. Es lo que ocurre con las fiestas retratadas por Edu.
ResponderEliminarLos Sanjuanes de Soria, en contraposición, se me presentan como simple manifestación de lo lúdico, sin más. El pueblo, durante los cinco días en los que el desorden irrumpe en la vida colectiva, pretende pasarlo lo mejor posible, emborracharse en rediviva bacanal y -casi siempre sin saberlo- rendir pleitesía ritual a los símbolos que se refieren no a ideas abstractas, sino a la vida misma: el sol pletórico del solsticio y el toro que representa la potencia inconcebible de lo vivo. No hay reivindicaciones políticas ni intentos de desalojar lo lúdico en favor de lo político.
Edu ha señalado -aunque él no estará de acuerdo- el carácter totalitario de la ideología, que distingue nítidamente a ésta de otras formas de pensamiento. Así se constata también en su referencia a la serie de la TV catalana. Él se empeña en subrayar, ya que la neurosis ideológica es tan flagrante e innegable, que todos somos neuróticos. Yo, por mi parte, aceptando lo patológico que necesariamente nos habita, pretendo distinguir tipos de neurosis porque no acepto que todas sean la misma ni posean la misma gravedad. Para terminar con Freud, que defendió la presencia de lo patológico en todo pensamiento "sano", cabe distinguir entre grados reconocibles de patología, y yo señalo a la ideología como el modo extremo en que el pensamiento se m,anifiesta como moribundo y asesino. El mismo Freud -distinguiendo entre distintas fromas de pensamiento político- dio nombre a la patología ideológica del nacionalismo: NARCISISMO DE LAS PEQUEÑAS DIFERENCIAS.
(Edu, me gustaría colgar un par de textos en "La Academia" sobre el tema de la ideología en respuesta a los de Rorty, ¿cómo lo hago?)
Saludos a todos
Voy a tener que darte la razón Borja, aunque no en todo, ya sabes. Si por "ideología" entiendes el discurso que trata de imponerse de tal forma que no permita margen de maniobra a los ciudadanos, por ejemplo que no permita, sespués de la identificación con un grupo, la identificación con otro o la posibilidad de ironizar sobre la propia identidad, entonces estoy completamente de acuerdo con la crítica al nacionalismo en tanto que ideología. Ese mal no es endémico del nacionalismo y aqueja a muchos tipos de constitución política; podría decirse que sólamente el liberalismo está libre de desembocar en esta amenaza: que el estado se meta demasiado en la vida de los ciudadanos. Los estados socialistas, o las socialdemocracias no están libres de esta amenaza (auqnue no por ello tenga que ser su propia dialéctica interna).
ResponderEliminarEste criterio que te reconozco sin problemas es, sin embargo, muy diferente al otro que usas al tratar de denostar al nacionalismo por la vía de la acusación de "impostor" y "falseador". Ahí, creo que la batalla la tienes perdida.
Desde mis preferencias, como señalo en el artículo, sin duda prefiero un lugar en el que el no exista un estado o un discurso mayoritario que tenga el interés por legislar o moralizar mi vida privada. Lo creo así porque este tipo de discursos son siempre excluyentes y homogenizadores, y la homogeneidad nos corta muchas alas. El recurso a la "verdad", a la "esencia", a los dioses al fin y al cabo, es el más usado por la "ideología" para hacerse omnipresente. La omnipresncia siempre se hace a costa de la vida particular de las personas, y ese es el peligro real.
Por eso, aunqe pueda parecer chocante, en el final del artículo, reivindico un proceso, no de paz, ni de autodetermninación, sino de pura y dura INDEPENDENCIA. Pero un proceso que no esté dirigido por los partidos políticos que, en este sentido, son administradores del discurso ideológico-totalitario, sino por y para los ciudadanos. Si los vascos quieren ser "vascos" y no españoles, bien, no tengo ningún problema con eso. Lo que me escama es que necesitemos esgrimir referencias históricas, lingüísticas, étnicas o científicas (da igual) para justificar la pretesión. Los estados y los "pueblos" son contingencias históricas, de la misma forma que lo son las fronteras.
Lo terrible de todo esto es que los ciudadanos no podamos vivir unos Sanjuanes sin que algún salvapatrias nos ponga una bandera en la cara... que los caramelos son igual de dulces en Hernani, en Alicante o en Soria y sirven para picar los dientes y alegrar el espíritu de los niños... para nada más deberían ser utilizados. Del mismo modo, los dibujos animados...
Por mal camino vamos alentando discursos y modos de hablar que distinguen entre "ellos" y "nosotros". Ya se que suena a Mahatma Gandhi, pero no deja de ser así. El nacionalismo, y me da igual hablar de nacionalismo español, vasco o catalán, es una maquina de generar resentimiento y odio, ese es el problema.