Página de filosofía y discusión sobre el pensamiento contemporáneo

sábado, 8 de septiembre de 2007

Guía de prevención para el nuevo curso político.

Ayer viernes, el profesor Innerarity publicó un artículo en El País acerca del papel que la izquierda tiene en el mundo contemporáneo; su reflexión se refiere a la izquierda de forma general, pero bien podríamos aplicar su análisis al estado lamentable de la actual izquierda española.

Según el filósofo, se ha producido en los últimos años una inversión ideológica entre la izquierda y la derecha: tradicionalmente, la derecha se consideraba a sí misma conservadora en virtud de una concepción pesimista de lo antropológico y lo social, que la llevaba a tratar de conservar estructuras, conceptos y valores que, si bien era injustos, no lo eran demasiado puestos en una balanza a tenor de las virtudes y los vicios; la derecha era pesimista, poco confiada en el progreso y en el futuro, y tendente a justificar la “inevitable” injusticia y desigualdad social. La izquierda, en cambio, era optimista, confiada en el futuro desde donde hacía sus cálculos reformistas y revolucionarios, y con un ansia progresista que acabe con la injusticia social y restaure el reino de los cielos en la tierra.

Actualmente, ocurre, según Innerarity, una situación contraria. La derecha se ve a sí misma como optimista y confiada en la mejora del futuro por vía del reformismo; el ejemplo claro lo sitúa el autor en Francia, en la figura del presidente Sarkozy, quién ha prometido una profunda reforma de las estructuras del estado francés. La izquierda actual, por el contrario, se presenta de una forma mucho más sombría, heredera del pesimismo de la antigua derecha. Ve el mundo, como un gigantesco monstruo maligno, que se despliega a través del omnipresente mercado global, frente al que únicamente es capaz de adoptar una postura ética y estética; la izquierda culpa al mercado, al liberalismo y a la globalización, como la raíz de todos los males. Pese a ello, está lejos de proponer una alternativa o siquiera pensar que el mercado puede ponerse al servicio de los valores tradicionales de la izquierda (justicia social e igualdad). Encerrado en esta visión reduccionista y simplista, la izquierda sólo sabe proponerse a sí misma como una alternativa moral, o como una actitud meramente estética, postura que lleva a miles de jóvenes a comprar camisetas del Che estampadas en las fábricas de Inditex del sudeste asiático. Consciente de ello, la posibilidad de movilizar sus bases sociales pasa, inevitablemente, por el descrédito moral y estético de su oponente: los otros son malvados que envenenan los mares, explotan a niños del tercer mundo, especulan con nuestro futuro, se enriquecen con nuestra desgracia, contaminan la atmósfera, alteran el clima y visten con jerseys de angora, marca Pull&bear, comprados en El Corte Inglés … todo eso nos hace buenos a nosotros (aunque no tengamos una alternativa para ninguna de nuestras denuncias). Al mismo tiempo, se hace eco de las causas de los excluidos, se convierte en abogado del pluralismo y defiende los derechos históricos de los pueblos “oprimidos”, no para construir una alternativa de poder, sino para reclutar aliados, porque de eso se trata, de concebir la política en términos puramente militares, sumar adeptos a nuestra causa y aislar al enemigo por todos los flancos posibles.

La actual política española, que comienza ahora un nuevo curso cargado de promesas de repetición de todo lo anterior, es un ejemplo fantástico de todo lo que nos dice este profesor de filosofía. La alianza de Zapatero con el nacionalismo periférico y el compromiso con sus reivindicaciones históricas, la implantación a nivel nacional de la nueva asignatura, manual del buen ciudadano, la movilización de todo el aparato para desprestigiar alternativas de izquierda que puedan ser viables pero que se salgan de este esquema (como el caso de Ciutadans o el partido que esperamos funden Rosa Díez y Fernando Savater), el paulatino desmantelamiento del estado en forma de un incremento de competencias de las Comunidades Autónomas, y las leyes propagandísticas y promesas de ayudas a los oprimidos, que cada dos o tres meses se anuncian a bombo y platillo (matrimonio, vivienda, igualdad, maternidad), son parte de un cuidado de diseño político de una izquierda que, hoy por hoy, carece de identidad y definición y, como tal, solo puede jugar al “yo soy bueno porque ellos son malos”
... A cada uno le toca decidir si prefiere ser un adepto o que le tomen por malo.

7 comentarios:

  1. Muy interesante y clarificador todo lo que dices. Por cierto me gustaría que me indicaras como se llama el antículo de Innerarity. De todas maneras ya lo buscaré por mi cuenta.
    Muchos abrazos desde Madrid.

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  2. Clarito como el agua.

    Para ir retomando tradiciones, se me ocurren un par de preguntas (no por no haber comprendido, sino por ignorancia):

    ¿Qué son y qué hacen Ciutadans?

    ¿Qué convierte al proto-partido de Díez y Sabater en una alternativa formal (si no real)?

    No has mencionado a Izquierda Unida. ¿Por qué?

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  3. Es difícil ser optimista ante un curriculum plagado de fracasos, sean éstos soviéticos o socialdemócratas.

    La izquierda siempre ha sido anti-algo. En la crítica se crece. Pero de proponer -y que las propuestas funcionen-, poquito.

    Un saludo

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  4. Ashep...
    "Ciutadans" es un partido que nació para las pasadas elecciones en Cataluña a partir de una iniciativa de un grupo de intelectuales catalenes (Albert Boadella, Félix de Azúa, Arcadi Espada...). Nace con la pretensión de ser una alternativa al omnipresente discurso nacionalista en la política catalana. Se consideran a sí mismos como gente de izquierda, pero liberados del esencialismo y el etnicismo nacionalista. Se llamaron a sí mismos "Ciutadans" porque consideraron que el objetivo de la política no debería ser nada por encima de éstos, se trata de mejorar la vida del ciudadano, no ponerlo al servicio de ideas nacionales y nacionalistas que estén por encima de su libertad personal.
    La pretensión de Rosa Díez y de Sabater no es muy diferente a la de ciutadans, aunque nace con una vocación más nacional que la del partido de Boadella. Se trata de un partido de izquerdas pero liberado del etnicismo nacionalista que bajo la etiqueta de "respeto a las identidades culturales diversas" justifica, en este país, todo tipo de injusticias y agravios comparativos. Ni el PP ni el Psoe recogen las sensibilidades y orientaciones políticas de muchos ciudadanos que, como es mi caso, se encuentran sin "papeleta" los días de elecciones: el PP responde a una política liberal respecto a lo económico, lo que no respeta de ninguna forma presupuestos como la "igualdad de oportunidades" o la "justicia social" (y lo podemos ver en el modelo educativo de Esperanza Aguirre, que fomenta la escuela concertada y privada y deja la escuela pública como gueto de parias e inmigrantes)y un discurso rancio y nacionalista respecto de la custión nacional. El Psoe, por su parte, empeñado en vaciar de contenido palabras como "pluralismo" o "dialogo", desmantela el estado, dejando a la libre voluntad de las Comunidades Autónomas, la gestión de lo que, desde una verdadera perspectiva de izquierdas, debería ser garantía de justicia e igualdad el estado, un estado que trate por el mismo rasero a todos los ciudadanos; todo este proceso lo hace con el único ánimo de sacar un rendimiento político a sus guiños periféricos.
    Por eso hace falta una iniciativa que, a mi juicio, sea una verdadera izquierda, valiente y descomplejada. Que esté dispuesta a una defensa del estado de derecho y sus símbolos, sin miedo a que ocurra lo que ya está ocurriendo, que la acusen de "derechas encubiertas". Ese simplismo, esa forma de simplificar, es algo que la izquierda ortodoxa española, es algo que sabe hacer muy bien y de lo que saca mucho rendimiento electoral. Esta mañana, Rosa Díez en Onda cero, aseguraba que sus antiguos compañeros de militancia se esfuerzan en repetir una y otra vez que el nuevo partido solo va a perjudicar al PP, puesto que un partido de derechas le roba votos a otro partido de derechas; añadía ella, no sin cierta gracia, que si es así, los imedios de comunicación del entorno del PSOE deberían estarle prestando FORO constante, pero resulta que desde el anuncio, y antes, ni la SER, ni Quatro, ni La Sexta, ni el plus, ni Radio Nacional, ni TVE, la han llamado ni una sola vez... raro , ¿no?.
    Respecto a Izquierda Unida, el problema es que, ellos consideran que ser de izquierdas consiste en hacer lo que hace el Psoe pero de manera más radical... así tenemos, por ejemplo, que en La Comunidad Valenciana, IU se presenta a las elecciones junto con el Bloc (nacionalistas valenciano) y en Cataluña, pues ERC van cogidos de la mano de la marca catalana de IU... en el País Vasco, habremos de recordar que estuvieron en el pacto de Lizarra, junto a HB. Que lejos queda el Partido Comunista de Anguita de este otro partido... que no se sabe muy bien qué es.

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  5. Me parece muy acertado lo que dices, Edu. En verdad, esto que llaman izquierda ya sólo se define en oposición a esa otra simplifiación que llaman "derecha". Su contenido es nulo, y en el límite tiende a desplazar la oposición absoluta entre "Bien" y "Mal". En definitiva, cuando un proyecto político se vacía de contenido propio está condenado a buscar sustancialidad en referencia exclusiva al poder; el objeto preferente de esta izquierda no es más que ése, el uso y disfrute excluyente del poder. De ahí la amplitud del abanico de aliados con que hoy cuenta el PSOE, ya que es capaz de aliarse con quien sea sólo por alcanzar el poder que ansía y sin atender a los objetivos políticos concretos de las fuerzas en que se apoya. En esto muestra una fidelidad terrible a viejos métodos de la izquierda estalinista, ya que fue STalin quien promocionó la cooperación de los partios comunistas con las fuerzas nacionalistas como modo de reventar los estados "buegueses" y propiciar así revoluciones que permitieran la toma del poder.
    Han conservado la cáscara y los métodos de la peor izquierda, dando la espalda a la izquierda liberal que, partiendo de las conquistas políticas de las revoluciones liberales "burguesas", planteaban un horizonte de mayor justicia e igualdad.

    Borja Lucena

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  6. Por cierto, Edu, te mandé al correo electrónico un texto para que lo cuelgues cuando puedas.
    Un abrazo

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  7. Habeis vuelto chicos...¡bieeen!

    Vuelven las lluvias, vuelven los feacios...vuelve el frio... ¡a pensar!

    Borja te he dejado una notita en tu personal despedida, leela plis

    besines a todos

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