[Nota preventiva: lo que sigue es un homenaje a mi tía Menchu, muerta el jueves. Se lo debo. Quizás pueda parecer impúdico o injustificable hacerlo aquí, pero el imperativo de sinceridad con que emprendimos el proyecto de "feacios" me permite atreverme a escribir aquello que en cada momento me venga en gana, incluso a utilizarlo como improvisado diario. En lo venidero podremos entregarnos de nuevo al siglo.]
Viernes, 31-VIII-2007
Ayer murió Menchu. Cuando el sábado la visitamos, en el Hospital de La Princesa, su cara palidecía señalando el rictus inequívoco de la muerte; su voz débil aún tenía fortaleza para mostrar cierto ánimo y, sobre todo, transmitirlo, pero sabía que esta vez se moría. En el momento de despedirnos dio muestras evidentes de echarse a llorar, y yo escapé para no unirme a su llanto. Desde entonces su semana se ha acompasado a una lenta agonía, a un progresivo apagarse, a un irse sin remedio. A pesar de todo, yo seguía en la certidumbre de su inmortalidad, obcecado en no advertir que estas jornadas eran las del crepúsculo. Ayer la vi por última vez; adormecida por la morfina, y apenas capaz de mascullar alguna palabra inteligible, despertó de su morir para acoger a los que quería con el mismo afecto y benevolencia con los que solía obsequiarnos. Su frente estaba empapada de sudor frío y el cabello escaso se arremolinaba en el más auténtico desorden. Su mirada se perdía en lejanías de difícil cálculo. Aproveché un momento de relativa lucidez para preguntarle si me reconocía: "Mi Borja querido", dijo escapando del lenguaje caótico en que se hundía a cada poco. Esta vez no pude evitar llorar francamente, y el miedo a que me viera desconsolado me hizo volverme hacia una ventan que se asomaba, desde el piso noveno, a mi Madrid soleado de finales de agosto. El tiempo que pasé con ella, quien apenas advertía ya el mundo en derredor y dialogaba consigo entre la quimera y la nada, no cesé de aferrar su mano, como si así quizás pudiera evitar que marchara. Al despedirme besé su frente fría y le dije que hoy volvería a verla, que no se fuera de allí y esperara. Pero hoy ya está muerta. Mi Menchu querida.
El hecho rotundo de su muerte, el milagro de la desaparición, me lleva hoy a una pregunta desacostumbrada en esta vida empapada de lo efímero. Una pregunta que para Unamuno era la única crucial: ¿Tenemos un alma inmortal? Y si no es así: ¿Qué hacer? ¿Vale la pena esta duda?
"Su frente estaba empapada de sudor frío y el cabello escaso se arremolinaba en el más auténtico desorden. Su mirada se perdía en lejanías de difícil cálculo."
ResponderEliminarAy.
Ánimo.
Mi querido Borja. No sabía nada. La verdad es que como que cuentas que estaba tu tía antes de morir me ha recordado los últimos días de mi madre. Se parece mucho. También se parecen las sensaciones y los pensamientos que cuentas que sentirse.
ResponderEliminarComo me conoces no te voy a descubrir nada si te digo que no tengo tanta imaginación como para no creer que no tengamos un alma inmortal.
Pero no creo que eso ahora importe mucho.
Simplemente te quiero recordad que aqui me tienes
Si no somos inmortales, entonces, la vida no tiene sentido, no merece ser vivida, que pensaba el viejo profesor de Salamanca... o mejor, otra idea suya: si no somos inmortales, entonces hay que vivir para serlo, para que nuestra muerte traiga un sollozo a este mundo efímero y alguien, el que sea, tenga las agallas de plantarse frente a todo y, lejos de resignaciones beatas, masculle entre dientes "qué injusto, que injusto es este mundo, que injusto todo".
ResponderEliminarUn abrazo amigo
Estoy seguro de que este texto recordará a su tía Menchu por siempre. Me unó a su pena pues perdí un día despues a una persona a la que apreciaba.
ResponderEliminarMuchas gracias a todos: Ashep, Don Cogito, Edu; Bibliófilo.... Os lo agradezco sabiendo que (al menos los tres a los que personalmente conozco) habéis experimentado la muerte de un modo mucho más radical que el que yo aquí cuento. Por eso, mi propósito no era hacerme la víctima ni propiciar lágrimas por una situación ya definitiva, sino sólo rendir un pequeño homenaje y consignar mis dudas o esperanzas (¿y no son lo mismo?) A mí también me gusta la idea de Unamuno que refiere Edu: el cometido sagrado de nuestra vida es hacernos un alma inmortal, sea eso lo que sea. No creo que la idea de inmortalidad sea únicamente un consuelo, quizás sea incluso una necesidad dada evolutivamente en el desarrollo de la inteligencia humana. Desde esta perspectiva quizás no sea, como pretende el cientificismo ramplón, un signo de primitivismo, sino más bien una adquisición sólo alcanzable tras un desarrollo tremendo del pensamiento. Yo no lo tengo claro; me cuesta mucho pensar la inmortalidad y no acierto a concebir bajo qué formas y condiciones pueden nuestros muertos, podremos todos, acceder a ella; pero, por otro lado, me parece más difícil pensar la nada, la desaparición absoluta. En esto, ý aunque no sé si estamos de acuerdo, Ricky podrá aportar algo de la claridad que la cuestión exige; a mí me gustaría tener la convicción de que los muertos no mueren y, al contrario, recuperarán un día la vida plena que sólo se da en el cuerpo propio de cada uno. Me gustaría, pero no sé.
ResponderEliminarPuff Borja todo lo que cuentas me deja exahusto.
ResponderEliminarPara empezar me gustaría decir que con tus palabras confirmas (creo) algo que intuyo cuando hablo con algien seriamente de un tema tan complicado: que mucha gente en occidente tenemos (más allá de su posicionamiento ante el cristianismo) una postura o sensación parecido ante la muerte, esto es, que existe una especie de "imaginación religiosa común" en la que cabe encontrar muchas de las claves de lo que nos pasa. ¿Y que -creo-que nos pasa? Bueno yo creo que -por lo menos hasta ahora- estamos en un proceso de erosión de la "imageria espacial" (por llamarlo de alguna manera) de lo religioso propio de Occidente, eso es de todas esas imagenes (no ideas) normales en cualquiere religión como "lo de arriba" "lo de abajo"; esto es de lo metafisico de la relígión. Este es un proceso que comienza con la "revolución cientifica" (dejo tan sólo enunciado esto porque creo que nos llevaría muy muy lejos , y esto tan sólo es la entrada de un blog).
Creo que esa es una sensación común que intuimos especialmente cuando nos tenemos que enfrentar a la muerte de alguien. Somará todo lo irracional que se quiera, pero lo que -por lo menos a mí- me salía de las visceras (para verguenza mia -por aquel enconces era pateticamente moralista en estas cosas) era "¿Donde se ha ido?"
En cuanto a lo que afirmas sobre "la vida plena que sólo se da en el cuerpo propio de cada uno", creo que estas afirmando lo que es absolutamnte central de cristianismo. El cristianismo no es sólo la religión del Crucificado (como decía el profundamente protestante Nietzche) sino sobretodo la del Resucitado (aunque es verdad que en el judaismo se desarrolla en torno al DeuteroIsaias una mayor fe en "la resurrección de la Carne".)
Espero que esta entrada la veais un intento (a vuela pluma)por plantear -en la medida de lo posible- un tema como este de una manera bastante fría. Nada catequetica ya que esa no sería mi intención.
Espero que esto aclare u poco mejor todo:
ResponderEliminar"La idea biblica de resurrección no se puede en modo alguno comparar con la idea griega de inmortalidad. Según la concepción griega, el alma del hombre incorruptible por naturaleza, entra en la inmortalidad divina tan luego la muerte la ha liberado de los lazos del cuerpo. Según la concepción biblica, la persona humana entera está destinada por su condición presente a caer en el poder de la muerte: el alma será prisionera del seol mientras que el cuerpo se pudrirá en la tumba; pero esto sólo será un estado transitorio del que el hombre resurgirá vivo por una gracia dicina, como se re-incorpora uno levantandose de la tierra en que yacía, como vuelve uno a despertar del sueño en que había caído. La idea, formulada ya en el Antiguo Testamento, ha venido a ser el centro de la fe y de la esperanza cristianas desde que Cristo mismo volvió a la vida en calidad de "primogenito de entre los muertos""
(Primer parrafo de la entrada del Vocabulario de Teologi Bíblica de X. León-Dufour)
Discurso de Pablo en Atenas
16 Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía dentro de él al ver que la ciudad estaba entregada a la idolatría. 17 Por lo tanto, discutía en la sinagoga con los judíos y los piadosos, y todos los días en la plaza mayor, con los que concurrían allí. 18 Y algunos de los filósofos epicúreos y estoicos disputaban con él. Unos decían:
-¿Qué querrá decir este palabrero?
Otros decían:
-Parece ser predicador de divinidades extranjeras.
Pues les anunciaba las buenas nuevas de Jesús y la resurrección. 19 Ellos le tomaron y le llevaron al Areópago diciendo:
-¿Podemos saber qué es esta nueva doctrina de la cual hablas? 20 Pues traes a nuestros oídos algunas cosas extrañas; por tanto, queremos saber qué significa esto.
21 Todos los atenienses y los forasteros que vivían allí no pasaban el tiempo en otra cosa que en decir o en oír la última novedad. 22 Entonces Pablo se puso de pie en medio del Areópago y dijo:
-Hombres de Atenas: Observo que sois de lo más religiosos en todas las cosas. 23 Pues, mientras pasaba y miraba vuestros monumentos sagrados, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. A aquel, pues, que vosotros honráis sin conocerle, a éste yo os anuncio. 24 Este es el Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él. Y como es Señor del cielo y de la tierra, él no habita en templos hechos de manos, 25 ni es servido por manos humanas como si necesitase algo, porque él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. 26 De uno solo ha hecho toda raza de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra. El ha determinado de antemano el orden de los tiempos y los límites de su habitación, 27 para que busquen a Dios, si de alguna manera, aun a tientas, palpasen y le hallasen. Aunque, a la verdad, él no está lejos de ninguno de nosotros; 28 porque "en él vivimos, nos movemos y somos". Como también han dicho algunos de vuestros poetas: "Porque también somos linaje de él."
29 »Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte e imaginación de hombres. 30 Por eso, aunque antes Dios pasó por alto los tiempos de la ignorancia, en este tiempo manda a todos los hombres, en todos los lugares, que se arrepientan; 31 por cuanto ha establecido un día en el que ha de juzgar al mundo con justicia por medio del Hombre a quien ha designado, dando fe de ello a todos, al resucitarle de entre los muertos.
32 Cuando le oyeron mencionar la resurrección de los muertos, unos se burlaban, pero otros decían:
-Te oiremos acerca de esto en otra ocasión.
33 Así fue que Pablo salió de en medio de ellos, 34 pero algunos hombres se juntaron con él y creyeron. Entre ellos estaba Dionisio, quien era miembro del Areópago, y una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos.
(Hechos, 17 16-33)
¿Qué quiero decir con esto?
Que "tener la convicción de que los muertos no mueren y, al contrario, recuperarán un día la vida plena que sólo se da en el cuerpo propio de cada uno" es algo -que yo sepa- propiamente biblico. No conozco otra traición en la que esta convicción se dé y se reflexione sobre ella.
Es cierto que desde entonces hasta ahora los escolasticos y en el siglo XX algunos personalistas (especialmente filosofios rusos como Soloviev, Shestov y Berdiaev) han tratado -utilizando la razón- de reflexionar sobre esto de una manera más "laica."
Si es esto o que te interesa ya tw buscaré algo.
Jolin amigo, llevo llorando 15 minutos y esto tiene pinta de no parar, he quedado a tomar unos vinitos y creo que voy a tener que hacer tiempo. Hace mucho que murio papá, pero escribes tan bien, que de golpe me han venido sentimientos e imagenes que a pesar de no haber olvidado, porque yo no olvidare nunca, ya no me provocaban llanto. No te preocupes porque estas lagrimas acercan mas mi alma a la suya, asi que gracias por tenderme una escalera, parace que le este sosteniendo la mano, besines
ResponderEliminar