La última entrada publicada por Óscar me ha obligado a recordar que cualquier ética comporta una estética, o, dicho de otra manera: las manifestaciones estéticas en que una sociedad se recrea no son axiológicamente neutras, sino que incluyen valores implícitos. El fenómeno "chiquilicuatre" no es algo simple y sin significado, sino exponente de toda una comprensión del mundo que reúne categorías éticas y políticas claras y distintas: lo grotesco, lo bajo, lo feo, lo pintoresco y deforme; lo explícitamente dirigido a eliminar cualquier idea de excelencia, de dificultad, de diferencia; la nivelación del terreno a la medida del cinismo de quien descubre que el analfabetismo del pueblo es un buen negocio y ha de ser promocionado ofreciéndole únicamente morralla.
El paisaje es desolador. La fealdad se impone como norma pedagógica y por todos lados nos asalta la amenaza del desorden y el primitivismo. Frente al arte de dominación de las masas se erige el arte de vanguardia, que no es más que una sección estatal que controla, planifica y prescribe una estética sospechosamente semejente a la vulgar, pero adornada de prestigio social elitista. Así como el chikilicuatre y toda su bazofia, el arte de vanguardia también pretende hacer ley de la fealdad, la mugre, las heces y los restos orgánicos; también se dirige a mostrar la vacuidad de las distinciones, de los esfuerzos, de la pugna por la belleza, y para ello reduce el mundo a una ontología de la mierda y el deshecho. El estado, tanto en sus oficinas dedicadas al entretenimiento del pueblo como en los despachos donde se negocian los emolumentos de artistas subvencionados para satisfacer a las elites, se encarga de que una sola estética se imponga cuidadosamente en todo ámbito de la realidad. Así se asegura la existencia de una sola ética y una sola política.
El artista dedicado a la paciente persecución de lo bello, el que habitaba la sombra y acechaba, ha sido postergado a la invisibilidad; ni hablar, por supuesto, de los trascendentales y la ecuación inestable y fascinante de lo bello, lo bueno y lo verdadero. El juego de prestigios y subvenciones impone un tipo único de artista y excluye de forma taxativa la intromisión de quien no comulga con el imperativo Arte Oficial y la estética del lodazal.
El paisaje es desolador. La fealdad se impone como norma pedagógica y por todos lados nos asalta la amenaza del desorden y el primitivismo. Frente al arte de dominación de las masas se erige el arte de vanguardia, que no es más que una sección estatal que controla, planifica y prescribe una estética sospechosamente semejente a la vulgar, pero adornada de prestigio social elitista. Así como el chikilicuatre y toda su bazofia, el arte de vanguardia también pretende hacer ley de la fealdad, la mugre, las heces y los restos orgánicos; también se dirige a mostrar la vacuidad de las distinciones, de los esfuerzos, de la pugna por la belleza, y para ello reduce el mundo a una ontología de la mierda y el deshecho. El estado, tanto en sus oficinas dedicadas al entretenimiento del pueblo como en los despachos donde se negocian los emolumentos de artistas subvencionados para satisfacer a las elites, se encarga de que una sola estética se imponga cuidadosamente en todo ámbito de la realidad. Así se asegura la existencia de una sola ética y una sola política.
El artista dedicado a la paciente persecución de lo bello, el que habitaba la sombra y acechaba, ha sido postergado a la invisibilidad; ni hablar, por supuesto, de los trascendentales y la ecuación inestable y fascinante de lo bello, lo bueno y lo verdadero. El juego de prestigios y subvenciones impone un tipo único de artista y excluye de forma taxativa la intromisión de quien no comulga con el imperativo Arte Oficial y la estética del lodazal.
Quedan algunos que, silenciosos, transitan el desierto y escrutan la lejanía intentando ver su final incierto. Son los pocos y los callados. Son los que Strauss llamó "artistas de retaguardia".
Cada vez estoy más convencido de que hay que retomar cierto espíritu baudeleriano, a lo Oscar Wilde, cierta aristocracia en la conducta, un moderno "dandismo" que haga patente la diferencia entre defectos y virtudes.
ResponderEliminarHay que volver a instaurar el sentido del ridículo, la conveniencia de la discreción y el reconocimiento, junto al elogio, del "delite agradable" humanista...
mi postura en este caso se siente bastante cercana la mis queridos medievales....gran parte de esta fealdad chillona es producto de la subjetividad moderna tan sumamente insoportable por ejemplo en la literarura. Que si el profundo interior del gran artista, que si sus sentimientos, que si sus emociones, que si se es incapaz de una presentación objetiva del mundo (bah, si ni lo intenta...), que si los límites con el mundo y la realidad se han hecho muy borrosos, porque todo es relativo, o que el lenguaje es todo...etc
ResponderEliminarQuiero decir que me refiero especialmente a la literatura, aunque creo que se puede aplicar a otros artes (aun cuando reconozco Borja que respecto a la música me pierdo un poco, quizá habría que referirse a la huida de la musica contemporanea de la armonia)
Saludos
Es ciert, D. Cógito, que el recurso de la "subjetividad moderna" sirve para excusar casi cualquier cosa. La desidia y la pereza en la construcción de la obra, por ejemplo. Como muy bien dices, lo que se supone producto de un desarrollo, de "la lenta labor del concepto", se da ya por principio, y por ello se da por sentado que no puede aspirarse a objetividad alguna sin haber intentado siquiera obtenerla. El abandono del canon artísitico, en casi todos los ámbitos, también responde al disgusto que causa el esfuerzo de ensamblar, o al menos intentar ensamblar,algo duradero. Se prefiere la "obra" inmediata, producto del azar o la arbitrariedad, porque, evidentemente, la labor que exige es mucho más leve. Además, los réditos crematísticos son fabulosos.
ResponderEliminarEn lo referente a la música, el abandono de la armonía, ese edificio lentamente sedimentado a lo largo de la historia íntegra de occidente, es también reveladora. El resentimiento contra la tradición fue aquí determinante y funesto, porque significó un empobrecimiento de la música incomparable. Intentar renunciar al lenguaje compartido en favor de la poética particular de cada autor llevó a la forja de obras ininteligibles (excepto para el propio autor, es de suponer) y a la pérdida de un público posible. Por un lado, la música de vanguardia que debe su existencia a las subvenciones públicas porque es incapaz de modelarse un público; por otro, la música con público que, devinculada también de la tradición, realiza un regreso inopinado a los principios más simples y primitivos del material sonoro, una vualta constante a lo mismo.
Frente a ello sólo queda el Jazz, que reescribe desde un nuevo ánimo todo el caudal de la música occidental sin renunciar a su fantástica arquitectura, y algún compositor despistado que no encuetra dónde estrenar sus obras.
En mi entrada me refiero a Richard Strauss, quefue vilipendiado y despreciado por gran parte de la vanguardia musical del momento, pero fue capaz de, en aquel medio adverso, escribir una de las obras más bellas de la música: en plena marejada de la vanguardia revolucionaria se atrevió a escribir sus "cuatro últimos lieder", que, sin duda, son u eljemplo funda mental de arte de retaguardia.
Casanueva, me parece que en el ámbito del arte, del conocimiento, de la conducta, es preciso aspirar a esa distinción aristocrática de la que hablas. La igualdad democrática, en lo que no sea el respecto jurídico de la "polis", es aburrida y poco interesante.
Un saludo
Antes de nada quiero aclarar que mi anterior entrada no era ni pretendía ser una rellexión estética sino política: simplemente me congratulaba en pertenecer a un país que es capaz de reirse de si mismo y no tiene en alta estima el honor patrio.
ResponderEliminarPor lo que respecta a lo apuntado por Borja en esta esta entrada me atrevo a discrepar en un punto. No niego que el sentido del gusto deba ser cultivado como decían los ilustrados, tampoco que los gobiernos esten interesados en mantener a los ciudadanos como una masa ignorante facilmente manipulable, estoy de acuerdo que el arte verdadero ha de apuntar a la belleza y que la estética en boga es cochambrosa, pero a pesar de todo sostengo, y aquí creo no estar de acuerdo con vosotros, que el fin último del arte es... emocionar. Si no hay emoción el arte no vale nada, y si la hay, todo lo demás es superfluo. A mí, por ejemplo, como al amigo Santi, me gustan los comics -algunos-, y si tal género artístico no es precisamente la cima del espíritu humano me es indiferente, en cambio no puedo con la danza o con la opera. ¿Debo pedir perdón por ello? ¿Considerarme inferior? ¿cultivar mi primitivo gusto? o... simplemente disimular.
Óscar: a mí me honraría también vivir en un país capaz de reírse de sí.... pero, si no con genio, al menos con ingenio; en este caso, no creo que, en profundidad, el chiki-chiki alcance a ser una sátira sobre España o diga algo significativo y delirante sobre ella; en rigor, creo que no dice más que de la pobreza de recursos y la vulgaridad de quien tanto provecho saca de ello. Nada más. Para mí está claro que es sólo un intento de ridiculizar que es, sobre todo, ridículo. Nada que ver con la risa, sino más bien con la conmiseración y la podredumbre. No retrata cómicamente a España, se retrata a sí mismo y a todos cuanto lo promocionan y jalean.
ResponderEliminarcreo que está claro que la única gracia que pueda tener está escrita en clave de baja política, porque así muchos piensan que consiguen el objetivo de reducir al país que odian a la categoría de una parodia. Tal supuesta comedia no es más que un mal ejemplo de resentimiento caricaturesco. Sin una decodificación política no se entiende por qué tantos nacionalistas han demostrado verdadera pasión por ello, llegando hasta el punto -un representante de los nazionalistas gallegos- de pedir que el chiki-chiki se conviertA en el himno nacional español. Bien. Yo me pregunto por qué, si le gusta tanto, no propone que sea himno gallego.
Por otro lado, en cuanto a tu puntualización primera, creoq ue la estética también posee una lectura política, y a ella me intentaba referir al vincular la intervención del estado en favor de una u otra concepción del arte con el reinado de una estética bien definida y omnicomprensiva, ya que se extiende desde la podredumbre popular hasta el arte elitista subvencionado.
Por último, creo que la emoción no llega siquiera a tocar lo que el arte pueda ser, se queda, como mucho en sus inmediaciones. Tantas cosas emocionan -no sé, los atentados de Atocha, la enfermedad de un ser querido, la lluvia en Sevilla que impide las procesiones- que sería decir muy poco sobre el arte reducirlo a ello; sería disolver la especie en el género, lo que no conduce más que a una definición confusa y equívoca.
Bueno, saludos y felices vacaciones.
Claro que el arte es emoción, de hecho cualquier acto sensitivo es emoción en primera instancia; pero hay una segunda fase en la actividad cognoscitiva, que es la de convertir esa emoción en sentimiento (relacionar la emoción con un discurso en el que es "expresable" y "valorable" el rubor de la piel, la respiración entrecortada, la aceleración del ritmo cardíaco, el flujo endorfínico, etc...).
ResponderEliminarY, en una tercera etapa, ese sentimiento puede estudiarse como resultado ideológico , es decir, como resultado de ser una invención, un artificio que pretende emocionar valiéndose de una técnica consciente (arte) o inconsciente (ingenium)...
Alcanzar estos tres niveles epistémicos creo que es esencial en el arte (quizás no tanto a la hora de echar un polvo, aunque dicen que tampoco estaría mal llegar más allá del simple orgasmo ceroliano).
Ahora bien, cuando lo que se pretende, vía sociológica, es la de reducir el ideal estético a una burda con tintes de autocrítica del espíritu nacional, con aras de copar el mercado de tonos movilines y garitos costeros estivales, patrocinado por la empresa estatal dedicada a la "información" y difusión del ideario gubernamental de turno, pues no hay más remedio que buscarle la intencionalidad más allá de la chanza, y es la constante y machacona instauración de la mediocridad en el ejercicio crítico ( o en el sano juicio) del que cree que no hay más mundo ni "emociones" que las que proyecta la caja tonta.
Sobre el cómic, quien aún no se atreva a denomianrlo arte (como arte es Crimen y castigo) tras Art Spiegelman, pues que revise su lista de prejuicios...
No se si esto será compartido por muchos de vosotros. Pero para mi el arte es básicamente algo cognitivo, algo que remite a significados. El arte es lenguaje. El arte descifra, agrede, presenta, tuerce, perfila, escupe, lee, construye, explicita significados.
ResponderEliminarCualquier tipo de manifestación que trasciende la mera apariencia, que trasgreda el panóptico sentido común es arte.
La única emoción que atañe el arte, a mi modesto entender, es aquella que produce cuando nos despierta y vemos más allá de antes de contemplar una obra. Eso que expresamos con un "me ha dicho algo", que confundimos con un "me gusta" (pasividad) que nos evita decir qué nos ha dicho, y ser receptores y participes activos de la obra de arte. Creadores en suma de las emociones y el porque de estas.
El artista quita velos a la apariencia y necesita de quienes sean capaces de seguir ese camino que abre, no de su mano, sino activos.
Por ello no creo en el arte como aristocracia, ni en el arte como secta para aquellos que inventan su propio lenguaje tan criptico como su ego.
Y creo en la democratización del arte, pero no desde la igualación por debajo sino por encima. Es posible. El que no lo crea que se lo haga mirar.
Por debajo de ello solo quedan manifestaciones del poco respeto y del mucho control y desprecio que se quiere ejercer sobre las masas.
Lo demás, industria, división del trabajo y mercado, entretenimiento lo llaman los hijos de la gran puta.
"La idea de la nuevamente unida Alemania es grande y orgullosa y cala hasta la hondura de los siglos. Pero ¿qué va a compartir Alemania con nosotros? Toda la Humanidad occidental constituye su objeto; prometerse todo el mundo occidental de Europa; quiere suplantar la idea románica y romántica, en su funcion directiva por la germánica. Pero a nosotros, a Rusia, le deja el Oriente. Dos grandes pueblos, ellos y nosotros, estamos llamados a cambiar la faz de todo el mundo. No se trata de ninguna fantasía humana, de ninguna hunmana ambición, pues a soñar; el mundo mismo lo está diciendo. Diario de un escritor, 1877.
ResponderEliminarEmpiezo citando al divino Fedor para; primero denunciar que en estas páginas no fuera archireconocido; y segundo, meter otra carga de profundidad al germano-eslavismo.
El maestro no paró y siguió: " ... en el mundo no hay otro pueblo que tanto se lamente de su sino, que tan constantemente, a cada paso y a cada palabra, se esté quejando de su degradación, de sus dolores, de su martirio como los hebreos. Aunque solo lo hagan desde la bolsa, es de hecho que gobiernan la política, los asuntos interiores, la moral de los estados. Podrá haber muerto Goldstein por la idea eslava; preo hace mucho tiempo que la cuestión eslava se habría resuelto ya a favor de los eslavos si la idea judaica no tuviera tanta fuerza en el mundo." Diario de un escritor, 1877.
Su vena antijudaica tampoco me alejan de su amor por Rusia. Por sus almas (las muertas de Gogol),su paisanaje tan bien retratado, el mal enfrentado desde lo divino, y el bien, juguete roto de tanto jugar, y la redención de quién participó de la necesidad y la locura; El más eximio representante del irracionalismo y el más grande escritor si escribiera bien.
Leedlo........
Pd. Tras improbos y fracasados intentos de meter este comentario en la página de Don Cogito, y como me estoy reformando y no lo mando a tomar por el culo, lo meto aqui, tengo confianza en que cogite por aqui.
Entrada: Dostoievski I y II.
El arte, y apenas tengo dudas al respecto, es una forma de conocimiento, y en esto no puedo más que estar plenamente de acuerdo con Settembrini. Lo demás, como él dice, es "entretenimmiento" o satisfacción del "gusto", que no tiene por qué ser algo malévolo, pero sin duda es otra cosa. Reducir el arte a emoción es negarle su propia naturaleza, ya que existen muchas cosas que "nos mueven" ("emovere", de donde proviene "emoción"), pero de muy distintas formas y modos. Abandonar la concepción del arte como conocimiento es una de las cuestiones que más han empobrecido la pintura, la poesía, la música, la novela.... al apostar`por el gusto, ya se sabe, se elige el cultivom de lo caprichoso, de lo arbitrario, de lo deslabazado e informe. Ya sabemos que el gusto, como la opinión, es algo aburrido y poco exigente: todos tenemos el nuestro establecido como algo inobjetable y no sujeto a discusión.
ResponderEliminarPor alusiones. No creo haber afirmado jamás que el arte pueda o deba reducirse a la emoción o al sentimiento, lo que he dicho, y me reafirmo es que sin emoción el arte no vale nada. En términos escolásticos podríamos decir que es la esencia del arte, en el sentido de que sin él (el sentimiento) el arte no existiría aunque tuviera otro tipo de ingredientes; algo así como una paella que puede llevar de todo, pero lo que tiene que llevar necesariamente es el arroz.
ResponderEliminarBorja, sin embargo destaca la dimensión cognoscitiva del arte y no comparto su tesis. No se trata de flirtear el relativismo, que intuyo que es el peligro que vislumbraís en mi postura, sino de reconocer que una obra de arte no es como un tipo de mineral, por ejemplo. Si me ponen delante de mis narices un pedazo de cuarzo y afirmo que es que mármol, simplemente me equivoco y no hay más que hablar; pero con una obra de arte no ocurre lo mismo, para existir necesita ser reconocida por el espectador, de lo contrario no es tal (el puente de Alcántara, hoy es un obra de arte pero en el momento de su construcción no, por ejemplo). De tal manera que la “parte subjetiva” es determinante en esta discusión. El Arte depende de tres cabos: el autor, la obra y el espectador. Lo problemático desde mi punto de vista es este último elemento. ¿Cuándo el espectador otorga la categoría de “arte” a una obra? ¿Cuando le comunica algo, como dice septtembrini? ¿Cuando nos aporta algún conocimiento, como dice Borja? Pues bien, yo creo que no. El arte debe emocionar, al menos el arte que a mi me interesa. La diferencia entre Wagner y un compositor contemporáneo de música cacofónica para un ignorante como yo es que el primero me emociona y el segundo no. Nada más. No me importa “el mensaje”, la novedad de la obra o su aportación al progreso de la música. Sin duda es posible elaborar otras teorías estéticas pero sería como negar la realidad y mirar hacia otro lado; estoy convencido de que la mayor parte de los artistas busca emocionar al público y que la gente aspira a contemplar bellas obras que les emocionen, aunque habrá otro tipo de artistas y otro tipo de público, pero ¿Quiénes sois vosotros ( o nosotros: los filósofos) para condenar de frívolos a la mayor parte de la humanidad que solo aspira a redimirse parcialmente con la contemplación de algo bello? El problema del arte contemporáneo no es la subjetividad, o el cultivo del gusto sino el abandono deliberado de la búsqueda de la belleza. Porque igual no me explique bien: lo que nos emociona no es otra cosa que la belleza.
Saludos a todos
La emoción es una sensación primaria de lo que podríamos llamar aparato cognoscitivo, no solo humano, sino del reino animal; la emoción es aquello que tras ser percibido (no siempre de manera consciente), mueve u origina una reacción de miedo, ira, sorpresa, asco o apetencia. Son importantes porque estas emociones van a crear un preciso mapa de valores mentales que nos van a conducir en el futuro y que van a influir en nuestra conducta (consciente e inconsciente) y en nuestros pensamientos, que a su vez repercutirán en ese mapa psicológico de valoraciones ante lo que percibimos.
ResponderEliminarAsí que, para que el arte llegue a ser cualquier tipo de conocimiento, primero ha debido ser emoción, además un tipo de emoción gratificante, que haya abierto camino no sólo a una forma de ver algo como artístico (una forma particular en la naturaleza), sino de originar un objeto de arte (manipular un material buscando una forma mental).
El arte siempre ha tenido que ver con la capacidad y los medios, dos circunstancias que tienen mucho que ver la necesidad y motivaciones de quienes emprenden una acción (una especie, una sociedad, un colectivo, un individuo...), y las necesidades y motivaciones siempre son translúcidas y no permiten un conocimiento directo de estas, sino una interpretación que siempre va a estar sesgada por el prejuicio y el prestigio.
Pues bien, la conceptualización de la obra de arte (desvinculada de su parte emotiva) junto a la idea de que lo interpretable no es el objeto, sino el sujeto (o concepto) que presenta el objeto, ha hecho que hoy en día el arte sea la excusa para proveernos de artistas, y es artista todo aquel que puede defender "conceptualmente" el objeto circunstancial o escoria de su imagen mental de ese objeto, que es la verdadera obra de arte.
Pero ya no hay retroalimentación emotiva. Ahí queda todo, en no crear arte, sino artistas, en no querer hacer, sino en ser...
Conocimiento y emoción van unidos de la mano, más aún son la misma mano...
Me parece muy acertado el comentario de Casanueva. Las razones que yo ofrecí ante el de Óscar, aunque seguramente de un modo imperfecto, intentaban alcanzar algo parecido. En cuanto al asunto de la emoción, la cuestión es que yo no niego que el arte provoque una reacción en nosotros, que nos mueva interior y exteriormente, sino que existen muchas cosas que producen en nosotros tal reacción, por lo que no deja de ser algo común en nustro posicionamiento como sujetos ante el mundo. Claro que el arte emociona, pero el asunto es determinar por qué y en qué forma lo hace, porque, en caso contrario, no podemos salir de una noción común que cubre casi todo lo que llamamos "real". depositar la naturaleza del arte en la pura emoción significa usurpar lo que éste tenga de caracterísitico. Comprendo que Óscar no quiere reducir el arte a emoción, pero creo que, implícitamente, su tesis equivale a una postura cercan al expresar "lo esencial" del arte en ella. La emoción, por sí misma, es la nada del arte, y si los medios para emocionar pueden ser perfectamente directos y fáciles (por ejemplo: asesinar), no sé a qué viene el laborioso esfuerzo de forjar una obra que, además, quizás pocos entiendan. Por otro lado, que afirme que el arte -es más, cada arte particular- expresa una forma de conocimiento, no quiere decir que destierre la recepción del arte y su dimensión subjetiva; de hacho, no conozco forma alguna de conocimiento en la que no participe un sujeto.
ResponderEliminarPor último, no se trata de condenar a "los mortales ciegos, de dos cabezas", sino de indagar sobre las cosas y buscar una respuesta ante ellas; que la mayoría de la gente sólo busque emociones en el arte no ha de prohibirnos transitar alternativas menos confusas o, a mi entender, consoladoras. A mí tampoco me interesa, primariamente, el "mensaje" del arte, o su novedad -que es lo que convierte a parte del arte contemporáneo en pura exterioridad- sino el arte en sí mismo.
Que afirme que el arte, las artes, son formas de conocimiento, no quiere decir -por supuesto- que haya alcanzado a saber qué cojones conocemos en e´l; reconozco mi estupor ante ello. Algo tiene que ver con la forma -si se me permite usar un término que decididamente habría de ser también precisado- y su conjunción operativa con la materialidad, pero se me escapa, quizás por la debilidad de mi intelecto, una respuesta más definida.
Sí, bueno, en realidad tenga uno razón o la tenga otro ahí está cualquiera de las historias de las teorías estéticas para comprobar que Vivaldi persiste frente a los errores intelectuales sobre cómo percibimos su obra, si dice o expresa, a gritos o en susurros, si emociona o culturaliza, si su música progresa o si retrasa... Ni Vivaldi lo sabía, o sí...
ResponderEliminarHay que seguir estudiando, y en mi caso emocionándonos con la 1ª maravilla del mundo que es el edificio artístico de la humanidad.
No me he enterado de casi nada. Sed creativos: usad metáforas o ejemplos (o estadísticas, si queréis) para explicar(me/nos) vuestras posturas. Comparad a Bisbal con Camarón, a García Márquez con Sánchez Dragó, a mi hija de dos años con Miró, a Chillida con los que hacen esculturas de arena en Benidorm. ¿Qué diferencia hay entre las obras de los unos y los otros? ¿Por qué unos sí y los otros no? ¿Qué le falta, qué le sobra?
ResponderEliminar¿Es mucho pedir? Refranero: contra el vicio de pedir...
Bueno, la primera diferencia la has puesto tú creando estas dicotomías... Bisbal y Camarón, García Márquez y Dragó, etc. Yo puede que no encuentre diferencias entre ellos, o demasiadas similitudes.
ResponderEliminarBisbal y Camarón, ambos fenómenos de masas y merdaduría para el comerciante intrépido; ambos no muy instruidos en la cultura musical (que sí en la costumbre), pero con unas dotes naturales para el canto peculiares...
Yo los diferenciaría primero en que Camarón no monopolizaba la música y la compartía nada más y nada menos que con Paco de Lucía (que lo puedes comparar si quieres con la guitarra del chiquilicuatre) con la de Tomatito, etc..., cosa que no ocurre con la simpleza armónica de la música pop-latina, de mesa y software de mezclas, saltitos y coreografía indentificativos [¿Tú crees que es posible hacer un do de pecho tras ejecutar los ejercicios dancísticos de Bisbal? ¿No te das cuenta de que Bisbal no canta?]
Claro que la diferencia principal está en que dominar la tecnica del canto flamenco por seguillas, rumbas, peteneras, malagueñas, fandangos, soleá (y saber apreciarlo para que termine emocionándonos) no es algo que venda entre uno y otro corte publiciatio.
Sobre Marquez y Dragó, no he leído un solo libro de Dragó en mi vida, pero creo que no es de lo peor en literatura. Sí te puedo decir la diferencia entre estos dos señores y yo mismo, que hago mis pinitos literarios cuando puedo. La diferencia que encuentro entre mi escritura y la de Márquez es que yo le copio sus técnicas con resultados desastrosos en cuanto a la evocación de situaciones... pero hay más diferencias..
Hay más diferencias...
Óscar dijo:
ResponderEliminar(...)el fin último del arte es... emocionar. Si no hay emoción el arte no vale nada, y si la hay, todo lo demás es superfluo. (...) lo que he dicho, y me reafirmo, es que sin emoción el arte no vale nada. (...) El problema del arte contemporáneo no es la subjetividad, o el cultivo del gusto sino el abandono deliberado de la búsqueda de la belleza. Porque igual no me explique bien: lo que nos emociona no es otra cosa que la belleza.
Casanueva dijo:
Claro que el arte es emoción, de hecho cualquier acto sensitivo es emoción en primera instancia; pero hay una segunda fase en la actividad cognoscitiva, que es la de convertir esa emoción en sentimiento (...) en una tercera etapa, ese sentimiento puede estudiarse como resultado ideológico , es decir, como resultado de ser una invención, un artificio que pretende emocionar valiéndose de una técnica consciente (arte) o inconsciente (ingenium). Alcanzar estos tres niveles epistémicos creo que es esencial en el arte.
Septtembrini dijo:
(...)para mi el arte es básicamente algo cognitivo, algo que remite a significados. El arte es lenguaje. El arte descifra, agrede, presenta, tuerce, perfila, escupe, lee, construye, explicita significados. (...) La única emoción que atañe el arte, a mi modesto entender, es aquella que produce cuando nos despierta y vemos más allá de antes de contemplar una obra.
Borja dijo:
El arte, y apenas tengo dudas al respecto, es una forma de conocimiento. (...) Abandonar la concepción del arte como conocimiento es una de las cuestiones que más han empobrecido la pintura, la poesía, la música, la novela. (...) Claro que el arte emociona, pero el asunto es determinar por qué y en qué forma lo hace, porque, en caso contrario, no podemos salir de una noción común que cubre casi todo lo que llamamos "real".
Emoción (Óscar), revelación (Septtembrini), técnica (Casanueva) o conocimiento (Borja). Sé que estoy reduciendo muchísimo lo que habéis dicho vosotros y también sé que identificáis vuestra postura en cada palabra. Lo que quiero es que me expliquéis con ejemplos, metáforas, comparaciones e incluso estadísticas cada una de esas posturas, pero partiendo de esta reducción que os propongo en vez de partir desde la imagen completa que tenéis en vuestras cabezas.
¿Qué hace que el "Ave María" de Schubert emocione más que el de Bisbal? ¿Qué hace que El Quijote nos revele más cosas sobre el mundo que Harry Potter? ¿Qué hace que, usando las mismas palabras y la misma gramática, la técnica de García Márquez nos lleve a ese tercer escalón y la de Dan Brown nos deje en el segundo? ¿Qué hace que el jazz sea más universal que el pop (entiendo que el conocimiento de Borja se refiere a lo universal que hay en la actividad humana; como sé que me entiendes aunque me equivoque, no me lo expliques. Responde a la pregunta)?
Venga, lanzáos, que a veces explicando las cosas de forma sencilla te das cuenta de cosas que no veías en la maraña de palabras exactas.
PD: Óscar está exento si quiere porque ha puesto ya un montón de ejemplos y metáforas (la paella y el cuarzo explican su postura de maravilla).
Pero asehp, para qué quieres metáforas si el enunciado directo de la idea es más claro. Ten en cuenta que la metáfora oculta el verdadero objeto al que refiere. Así que no es muy pedagógica, sobre todo a ciertas edades en donde hay que demostrar una capacidad intelectual más sólida.
ResponderEliminarYo voy a intentarlo porque tengo bastante tiempo libre, pero reconoce que tener que explicar las cosas desde cero es agotador...
Yo partiré desde mi posición teórica, aunque entiendo que los otros implicados tal vez den la batalla por perdida. Tanto Bisbal como Haendel, Márquez y cualquier sujeto que pretenda interactuar con sus semejantes, tiene la capacidad de emocionar y de emocionarse, primero por su naturaleza animal, lo que no nos distingue de cualquier otro mamífero, ovíparo o reptil; en el caso de los humanos, por su peculiar estructura mental, es capaz de relacionar estas emociones y construir un mapa de valores que le posibilitan una cantidad de actuaciones potenciales; es decir, el humano no se mueve por conductas emotivas del tipo estímulo-respuesa, sino que debe en todo momento elegir entre las posibilidades que tiene interiorizadas como soluciones aceptables en determinadas situaciones.
Todos tenemos la aversión como emoción innata, que le proporciona al inconsciente la posibilidad de alejarse de un objeto sin la necesidad de mantener la atención en él puesta durante mucho tiempo. El mal olor de la mierda que indican putrefacción, los ruidos estridentes capaces de romper el tímpano (de procurarnos dolor en ambos casos)
Resulta que el humano ha sabido liberarse de estas reacciones instintivas en algunas ocasiones(no en tantas como las que creemos) y lo que hace es construir un nivel en el que estas reacciones se ponen en tela de juicio, y decidimos. No ya sólo teniendo en cuenta una determinada emoción, sino el discurso que va unido a estas emociones por medio de nuestro conocimiento de la historia, de haber experimentado con los objetos, es decir, de nuestra humanidad.
El arte, para mí, es uno de estos tipos de discurso que nos hace más humanos, porque premia la meditación sobre el objeto que se nos presenta, descartando la primitiva reacción animal. Hasta aquí, estoy de acuerdo con Borja en que la emoción, entonces, si bien pudo ser constituyente del sentimiento estético, hoy en día ya no sería rasgo definidor del hecho artístico.
Sin embargo, el mapa de las emociones sigue estando ahí en las profundidades, y es tan serio que es capaz de incapacitar a un ser humano para pasar al siguiente nivel intelectivo. En cierto grado, el poder elegir es incluso pernicioso, porque facilita con bastante frecuencia que nos equivoquemos, por eso el cuerpo en general elige el hecho inconsciente de actuar con celeridad ante el premio o el castigo (lo de primero dispara y luego pregunta), antes que detenerse a "elegir" la mejor opción y plantearse un discurso discriminatorio del comportamiento.
En este caso, las emociones aún cuentan y mucho. Y toda actividad debería no dejar de lado el hecho de que la capacidad de emocionar nos va a preparar el subconsciente para reaccionar ante los estímulos de una manera determinada o de otra.
¿Has visto la naranja mecánica? ¿Cómo al protagonista le condicionan las emociones con la 9ª sinfonía?
Al grano; el arte es entonces un discurso del que hay que apropiarse para enriquecer nuestro sistema emotivo. Para ello hemos de ver en ello un elemento que lo distinga del resto y en la historia de la estética se han visto muchos y muy diferentes elementos diferenciadores, desde la inspiración mágico-divina, hasta el incuestionable imperio del juico analítico-conceptual de hace unos días, y del neomoderno discurso de que es arte cualquier cosa elaborada por un artista, lo que convierte al arte, en vez de un elemento de discernimiento, en un acto de confianza hacia la naturaleza del artista, Si Miró es un artista, cualquiera de sus cuadros es arte¡Pero qué idiotez!
La política sabe cada vez más de esto, muy influenciada por los estudios y avances en la técnica publicitaria y de merchandaising (o como se diga). Sabe perfectamente que es mucho más manejable un instinto (conocer la reacción ante un estímulo que no saber por dónde va a salir el toro) que la elección meditada tras valorar el evento que se tiene delante (compra sin pensar, consume sin cuestionar, tanto objetos materiales como ideologías).
El artista quizá por eso hizo no hace mucho un huída arriesgada hacia la desmocratización del arte y a intentar huir del aspecto emotivo que estaba siendo utilizado por ciertos poderes para animalizar al ser humano. Claro que se hizo incompresible y lo que trajo fue una vulgarización y mejor instrumentalización demagógica del arte al cortar toda relación entre el objeto y la idea del objeto. Así no había manera de indagar en la verdadera intención del artista, y ha provocado que cualquier cosa que estimule (y estimular no es lo mismo que emocionar) pueda ser defendido como arte y cotizar en los mercados con precios desorbitados, es decir, convertirse como los minerales preciosos en moneda de cambio.
Bueno, esto ha de ser una cuestión de "quid pro quod" si no se convierte en un discurto tonto, me paro y cuénta,me tú algo, a ver si te he aclarado algo o me tienes tú que enmendar en algún sitio
"Pero asehp, para qué quieres metáforas si el enunciado directo de la idea es más claro. Ten en cuenta que la metáfora oculta el verdadero objeto al que refiere."
ResponderEliminarPues no uses metáforas. Puestos a ser exactos, usa un idioma más exacto que el español, que seguro que lo hay.
"Así que no es muy pedagógica [la metáfora], sobre todo a ciertas edades en donde hay que demostrar una capacidad intelectual más sólida."
Ah, ya caigo.
"Yo voy a intentarlo porque tengo bastante tiempo libre..."
No, tranquilo, no te molestes.
"...pero reconoce que tener que explicar las cosas desde cero es agotador."
¿"Tener que"? No, no, ya dije más arriba que frente al vicio de pedir está la virtud de no dar. Ahora acabo de repetirlo porque no se me ocurre otra manera de decirlo mejor. Quizá podría decir "no es obligatorio hacer lo que pido", pero es tan obvio que prefiero decirlo con una frase hecha como "frente al vicio de pedir está la virtud de no dar". Uy, ya lo he dicho otra vez.
"Bueno, esto ha de ser una cuestión de "quid pro quod" si no se convierte en un discurto tonto, me paro y cuénta,me tú algo, a ver si te he aclarado algo o me tienes tú que enmendar en algún sitio."
Has extendido la explicación que ya habías dado en un comentario anterior (lo de los tres niveles). Has explicado cómo los humanos convertimos los sentimientos en valores. Has mencionado que cada persona tiene una especie de umbral mental a partir del cual "puede" elegir (entiendo que ese umbral es individual). Has explicado las razones de que en la actualidad el arte haya dejado de ser lo que dices que debe ser para convertirse en lo que dicen que es.
Algo me habré dejado y en algo me habré equivocado. Haz lo que creas conveniente con mi ineptitud.
PD: en esta playa de arena yo soy de los que escuchan historias y, de vez en cuando, levanto la mano y hago preguntas. Si las respondéis aprendo más. No enmiendo nada ni a nadie porque tengo un acentuado sentido del ridículo. Por otro lado, no me gustaría que Feacia, que es una fuente de muchas cosas ricas, se convirtiera en un ejercicio de onanismo endogámico para opinadotes. Eso, claro, no está en mi mano. Sólo puedo pedirlo.
Escucha, parece que te he ofendido... no era mi intención pero jódete si así ha sido.
ResponderEliminar¿Quieres metáforas, pues el arte es como es abejita que va de flor en flor polinizando nuestras mentes y haciéndonos mejor personas, pero hay a veces que la abejita, en vez de polinizarnos, nos llena de cagaditas y babas...
¿Quieres estadísticas? Haendel lleva cientos de años siendo como la abejita y Bisbal no va ha durar ni tyres años más. Para escuchar a Haendel se inventaron y perfeccionaron los auditorios y para Bisbal el champú anticaspa.
¿Quieres un ejemplo? Pues acércate a un Museo, a un recital flamenco, a una biblioteca o a una caatedral.
A mí no me jodas Aseph, porque me importa una mierda que no tengas nada que ofrecer y que encima te sientas ofendido porque te digo lo que pienso.
No te jode el tonto del culo, ¡ANDA Y QUE TE ONDULEN GILIPOLLAS!!
Tranquilo, hombre, no hay por qué insultar. Si te he malinterpretado, lo siento, pero entenderás que entre el preámbulo de tu respuesta anterior y esta última respuesta completa me resulte difícil creer que haya sido así.
ResponderEliminarLo último que querría es contribuir a que haya mal rollo aquí, así que os seguiré leyendo pero no diré nada más.
No piedas el tiempo leyendo esto y lee esto otro
ResponderEliminarEn busca de Spinoza, de Antonio damasio
Mimesis, de Eric Auerbach
Historia social de la literatura de Arnold Hauser
El cerebro ejecutivo de Elkhonon Goldberg
La tradición clásica, de Gilbert Highet
El mito literatura, de Manuel Cabada Gómez,
Teoría de la literatura de Antonio García Berrio
La inteligencia fracasada, de José antonio Marina
Poética, de Aristóteles
Tras las líneas, de Daniel Cassany, aunque este es demasiado dibulgativo
Algún que otro tebeo
Veo que esto ha seguido corriendo durante mi audencia. Siento no haber podido estar para responder a las razonables dudas de Ashep, y la verdad es que ahora, en plena preparación psicológica para la tragedia de la vuelta al trabajo, no me veo con fuerzas. Se han dicho cosas interesantes y otras que, a mi gusto, no lo son tanto. No me quiero entrometer en las polémicas que habéis trabado porque ya sois mayorcitos, pero sí quiero decir a Ashep que sus comentarios y, por qué no decirlo, sus preguntas, sus dudas y su exigencia de claridad son necesarias en nuestra "playa". Así que espéro tenerte por aquí cuando apetezcas, sabiendo como sabes que eres bienhallado y bienvenido en estas páginas. Por mi parte, intentaré también ser más claro e incluso didáctico, aunque dadas las canas y los vicios que acumulo no ofrezco garanbtía de llegar a un grado satisfactorio. Saludos a todos.
ResponderEliminarCASANUEVA:
ResponderEliminarhe pensado borrar todas tus entradas, desde este último e inteligentísimo comentario de "jodete gilipollas·" hasta el primero de los que vienes escribiendo. Sin embargo voy a dejar que se queden aquí... para tu vergüenza.
Eso si... si quieres un sitio entre nosotros vete pensando en buscarte otro sitio al que ir a echar el haliento primero; tienes varias opciones: el fútbol, los Toros o "Escolar.net", donde a la mínima discrepancia te insultan.
Y esto no lo digo de forma irónica, ni siquiera de "buen rollo". Lo digo muy serio.
Así que tu verás.
EDUARDO ABRIL... FEACIO.