Muchas veces me he preguntado cuál será la verdadera relación que mantienen nuestros políticos. A veces pienso que, tras las sesiones en el parlamento, se encuentran por casualidad en la cafetería del congreso y se pavonean unos frente a otros en tono jocoso como si estuvieran exhibiendo entre sí rivalidades deportivas. Otras, les imagino en oscuros despachos, rodeados de sus asesores, maldiciendo a sus oponentes pero, cuando se encuentran por los pasillos de la cámara, adoptando una actitud hipócrita y de sonrisa fingida, digna de señoras de pelo azul en los pórticos de las iglesias del barrio Salamanca.
Ayer tras, tras el “show”, constaté que la política en España es un acto teatral y los políticos se limitan a representar con serias dificultades un texto escrito por peores guionistas. Y el asunto que más me escama es el hecho de que, como cualquier serie televisiva que busca un público determinado, los partidos políticos, o al menos estos dos partidos políticos, creen dirigirse a un público evidentemente incompetente, adolescente, carente de criterio y, en el pleno sentido de la palabra, completamente idiota.
Y no puedo aceptar que las dos cabezas de los principales partidos políticos sean eso, adolescentes idiotas, así que, por fuerza, tengo que imaginarles, tras el debate, vueltos a su normalidad intelectual, y con la máscara en el sillón del parlamento, satisfechos o no de haber hecho mejor o peor, el indio. Les imagino con la misma cara que se nos queda cuando, atrapados en una situación de difícil escape, léase un ascensor o la cola del supermercado, nos vemos obligados a descender varios millones de kilómetros desde nuestras divagaciones cotidianas, sentimentales o filosóficas hasta el mundo del “gugu tata”, al ver que un bebé, que no sabemos si es “mono” o no, nos tira adorablemente de la chaqueta ante la mirada anhelante de su madre, que espera una respuesta evidentemente cálida por nuestra parte. Después de pagar y alejarnos unos metros, nos desprendemos de la cara de idiota, y volvemos a nuestras disquisiciones sin problema.
Y yo, en estos pensamientos, imagino a los dos candidatos, con sinceridad y sin cámaras, comentando sus “gugu tatas” y felicitándose el uno al otro, por haber escenificado, de una forma más convincente la idiotez… “lo de la niña no te quedó mal Mariano, ahí te has ganado alguna abuela”… “¿y tu, Jose Luís?... esa sonrisa de Mister Bean que me pones antes de despedirte como si fueras El Teniente Furilo mandando a sus chicos a patrullar… no me extraña que le caigas bien a los jóvenes”. Porque de lo que estoy absolutamente seguro es de que, si estos dos se juntasen a discutir sin cámaras, lo harían de verdad, como discutimos cualquiera de nosotros, no pensando que eso que dicen tiene que ser comprendido por idiotas adolescentes.
Y también pienso que no somos idiotas adolescentes, pero que a fuerza de tratarnos así, terminaremos siéndolo.
Edu, aciertas al constatar el carácter escénico de esta política que hoy sufrimos. Todo lo que nuestros políticos dicen se dirige a satisfacer ese aire de farsa que almohadilla cualquier pretensión para convertirla, simplemente, en un eslogan vacío. El candidato sonríe forzadamente; elige un tono que inspire confianza, o ternura, o seguridad; estudia el modo de mirar a la cámara y a su oponente..... todo se agota en la representación y la pantomima. ¿Dónde han quedado los contenidos? ¿No son los eslóganes y las propuestas sólo un medio de ganar elecciones, algo aceptado con entusiasmo por los distintos fieles como un útil cuya fecha de caducidad coincide con las elecciones? El votante, generalmente, no apoya un programa y una propuesta política, sino que sólo se siente afectado por la idea de la victoria frente al otro. La victoria es el programa de la nada en que nos debatimos, el único argumento que los creyentes pueden esgrimir para "sentirse" de este o el otro partido. Festín de sentimientos y emociones, ocultación necesaria del raciocinio y el juicio.
ResponderEliminarEn lo concerniente al debate, quisiera sólo decir alguna cosa. A mí, la verdad, me sorprende el grado de fe que se destila en todas partes con respecto al candidato Zapatero. Rajoy no es un Demóstenes, es evidente, pero un examen breve de las disputas que han mantenido estos días dan cuenta de que su capacidad dialéctica es netamente superior a la del presidente. Bueno, de hecho, la de éste es inexistente. No me refiero más que que a eso. Toda esta serie de juicios de "ganadores y perdedores", al fin y al cabo, se realizan "ante rem", por lo que los debates en sí mismos sólo sirven para que cada cual se vea fortalecido en su fe en la victoria.
Los argumentos de cara a las elecciónes son una maravilla. Si leéis hoy el país, su cuarta página, os encontraréis un artículo maravilloso. El autor defiende que ambos partidos se encuentran a una altura intelectual similar. Reconoce también que el argumentario político de ambos es semejante en vacuidad.... en todo son iguales, pero, ¡ay!, ¡con la moral hemos topado!: el alegato final es a votar a Zapatero "con todas tus fuerzas" porque.... el PP es malvado. ¡Y el tío dewspotricaba de la debilidad de los argumentos de los partidos! Hay cosas difíciles de entender.
yo de verdad que creo que Zapatero es así de idiota( aunque sea astuto)
ResponderEliminarPor otra parte cada vez me pregunto más si es posible la visión política racional y equilibrada.Creo que eso es sólo un subproducto del desengaño, que en política todo es corazón y emoción,aunque sea mala.De hecho parte de una ficción y se consagra a ella y las ficciones son por definición subjetivas y emocionales( aunque estimulen la inteligencia).Lo demás son documentales de abstencionistas o profesores que ven los toros desde la barrera( para que voy a negarlo
Hombre, Santi, creo que a nadie se le ocurre postular una política de ángeles,plenamente racional y sin mácula de emoción o pasiones; de lo que hablamos es de la prudencia, quizás de la sabiduría práctica postulada por Aristóteles: un saber capaz de integrar tanto los afectos y emociones como la racionalidad ADECUADAS al objeto -en este caso la organización de la sociedad política- . El problema es que, crecientemente, la sentimentalidad y el corazón casi rousseanianos desalojan todo aquello que se separa de la contemplación visceral de lo político, por lo que se posterga, se falsea y traiciona la realidad misma que se considera, ya que ésta no es una realidad plenamente irracional. Bueno, un saludo.
ResponderEliminarVolvemos al mismo debate de siempre. Estoy de acuerdo contigo Santi, la política y, prácticamente cualquier otro ámbito de nuestra vida, no es más que una ficción. No creo que sea posible, como supone Borja, la realidad vista con los ojos de la impostura y la realidad tal cual, racional. Que la política es corazón está claro...
ResponderEliminarEso si, y en este sentido hablaba en el artículo, que todo sea ficción no significa que cualquier ficción valga lo mismo. En este caso, lo que ocurrió entre Rajoy y Zapatero, parecía una ficción pactada a la que se le veían demasiado las costuras... o si quereis, el lenguaje usado, el léxico compartido por ambos "pretendientes" expresaba una concepción de lo político que resulta peligrosa y que, frente a otras consideraciones, como es la de los "profesores" que señala Santi, resultapueril (pero no más falseadora). Lo preferible sería elegir otro código, uno que permitiese un campo de maniobra mayor que el de la mera sensibilidad, entendida al modo de la toma de partido forofa.
Una de las cosas que me interesó del debate fue un análisis del día después, en los que participaban José Oneto y Jinénez Losantos.
ResponderEliminarVenían a decir la importancia que tenía el debate para calcular el grado de liderazgo del presidente en sus respectivos partidos...
Es decir, que en el debate no se jugaban el puesto en la Moncloa, sino su supervivencia en Ferraz o en Génova...
Por cierto, me apuesto un arroz con bogavante a que gana Zapatero por goleada y que dentro de uno o dos años, el rey abdica en favor del príncipe heredero.
Por otro lado, de estas elecciones ,me interesa ver cómo queda cada vez más marcado el bipartidismo, seguro que baja la presencia de partidos en el Parlamento, a ver, a ver, es una apuesta arriesgada...
¡No era Oneto, era Ónega! Lo siento (Dios me perdone)
ResponderEliminarEdu, es cierto que chocamos de nuevo en lo mismo; en cuanto a la racionalidad de cualquier ámbito, creo que yo no he sido tan simplificador como para distinguir de forma tan esquemática los "racionales" de los "no-racionales"; como he escrito en mi comentario anterior, la política no depende sólo de una Razón desencarnada, un ámbito plenamente transparente y puro. La política tiene que ver también con los afectos, por lo que es irreductible a racionalidad formal. La divergewncia que creo localizar, entonces, es que tampoco me parece realista defender que la política es sólo "corazón" o, en otras palabras, simplemente voluntad o, en tus palabras, simplemente "ficción". La política, como cualquier otro objeto de conocimiento, no sólo se define por su aprehensión subjetiva, sino también por las condiciones que presenta, como tal, el objeto. La desaparición del objeto significa el triunfo de la voluntad y, me parece, ésa es la ficción más peligrosa en lo concerniente a lo político, porque hace impracticable cualquier acuerdo que no parta de la imposición de una voluntad sobre otras. La reducción de lo político a voluntad desnuda, a triunfo de la ficción más poderosa, es, y no por casualidad, uno de los principios básicos del nacionalsocialismo -de ahí la referencia a "El triunfo de la voluntad", de Riefensthal- y el bolchevismo, es decir, punta de lanza de los totalitarismos al asalto del poder. No quiero decir que tú seas una cosa u otra, pero sí que aceptar el desvanecimiento de toda realidad, aceptar la sustitución del objeto posible por una omnicomprensiva pluralidad de ficciones, convierte a lo político en una madeja ingobernable en la que sólo puede decidir la fuerza y la voluntad. Bueno, tengo que dejarlo. Un saludo.
ResponderEliminarNi que decir tiene que estoy de acuerdo con los que recalcais, la categoria humana e intelectual de nuestros dos probos candidatos. Si es que no nos merecemos dos líderes de tamaña categoria. Lo digo completamente en serio. Después de escuchar a Schuster decir que la eliminación del Madrid no fue una derrota, cada vez tengo más claro que quienes escribimos en este espacio estamos absolutamente alejados de la lógica y del más mínimo sentido de la realidad.
ResponderEliminarEn otras circunstancias hubiera dado la razón a Borja, pues no entendia la política como algo al margen de la razón, y precisamente pensaba que cuanto más coquetean las ideas con el sentimiento más peligrosas se vuelven, pero veo que desde Aristóteles en adelante no he entendido nada. Pero si ya confundo a dos eminencias de la política, con dos bufones mendaces, si ya no distingo una derrota o una victoria en una lid deportiva.
En fín, a la vista de los debates y dentro de la estrechez y vaciedad de los mismos, y dada mi inclinación hacia la izquierda propongo que Rajoy se presente como candidato por el PSOE.
Por cierto a que sexshop, sede de partido, mítin etc, hay que ir para tener un orgasmo democrático, YO TAMBIÉN QUIERO SER MULTIORGÁSMICO, QUIERO SER LA PUTA DE LA BABILONIA DEMOCRÁTICA !!!!!