En los momentos en que lo más tozudo de la realidad se enerva, se crespa como una furia y exige urgente atención; esos momentos en los que, como un destino, el peso tangible del mundo se hace presente en la forma de guerras, de epidemias, de cuentas de resultados, de déficits, de carestía o necesidad; cuando más evidente es que los discursos fabricados de palabras volátiles y futiles se han de estrellar contra la solidez implacable de lo real; en estos momentos, sólo en éstos, se demuestra la autenticidad y entereza de los que adoptan como vocación la voluntad de ideología, frente a aquellos que, simplemente, se entretienen enhebrando discursos hasta que la realidad les falla y se esconden. Entre estos últimos cabe destacar a muchísimos gobiernos democráticos de ayer y hoy, cuya constancia en la mentira es medianamente frágil; de los primeros se destaca, ante todo, el comunismo soviético: 70 años de perseverancia en la imposición de La Idea. Fiat iustitia pereat mundus.
No conozco con exactitud las fuentes doctrinales de las que bebe la inteligentsia zapaterina, pero lo que ocurre con el gobierno de España, a este paso, lleva camino de convertirse en un escaparate privilegiado de la lucha entre ideología y realidad, entre palabras y cosas; cuanto más aprieta el mundo, más redobla sus esfuerzos el socialismo por hacer pasar por reales sus graciosas construcciones sintácticas; quizás algún día cercano -tal y como hizo Stalin en la patria socialista de los años treinta- proclamen la inexistencia del paro y ofrezcan como prueba la supresión del seguro de desempleo. Un gran abismo se abre entre los discursos y la realidad circundante, un gran espacio que disloca y enfrenta crecientemente el ser y la apariencia. Es una broma irónica -o una constatación- ver cómo el socialismo nominalmente materialista ejercita un liso desprecio por lo material y erige una especie ínfima de espiritualidad para ocultar sus embates: Alianza de Civilizaciones, muerte digna, laicidad, derechos...
De entre los proyectos políticos posibles, el gobierno ha elegido, en su modesta proporción, el modelado por el PCUS y partidos afines: la lucha contra la realidad. Forjar palabras para anegar todo aquello que no obedezca a la política. Aprendices devotos de los innombrables logros del socialismo real, los socialistas menos reales de hoy demuestran haber asimilado sin resto el axioma fundamental del movimiento: cuanto más gruesa es una mentira mayor es la probabilidad de que se imponga a lo verdadero. ¿Crisis? ¿Qué crisis?
Me temo se trata del clásico 'cul de sac', en cuya encuación estamos incluidos todos aquellos que nos tomamos en serio el uso del lenguaje. Siendo muy grave, no es lo más grave la mendacidad semántica del Gobierno. Lo más grave es que, provocando el debate semántico, empantanan el verdadero debate en una inanidad (o "aídianidad", del sustantivo Aído) completamente alejada de los problemas reales. Es en el profundo desprecio por el papel de la opinión pública en democracia donde mejor se define el deterioro político de la España zapateril.
ResponderEliminarLa combinación foto/título es todo un hallazgo. Saludos.
Zápiro: creo hay una involucración perfecta entre el retorcimiento del lenguaje y el intento de ocultar la realidad efectiva bajo una realidad meramente aparente que atraiga para sí todo el espacio de lo que puede discutirse. Es cierto que el desprecio hacia la discusión pública es un distintivo de este gobierno, pero no dejan de llevarlo a cabo con astucia: desactivan cualquier opinión que desborde el estrecho marco de lo que su discurso admite como tolerable dividiendo -y exitosamente, que es lo que señala el carácter predominante de esa ideología- a la humanidad entre "progresistas" y "fachas". Las palabras son marcadas por adherencias ideológicas que señalan inequívocamente qué se debe y qué no se debe decir, a quién se admite como interlocutor y a quién no......
ResponderEliminarSaludos
"Desactivan". Sí, creo que esa es la palabra que da en el quid. Pero, ¿cómo es posible que en 2008 un gobierno sea capaz de desactivar, con tan poco esferzo pero con tanta eficacia, una opinión democrática? Hacia 2004 o 2005, el jefe de Gobierno Berlusconi supo que su coalición iba a perder los comicios italianos al Parlamento Europeo. Entonces transmitió a los italianos la idea de que sólo se sentiría derrotado si perdía por más del 2,5% respecto de su rival. Como jefe de Gobierno, decidió que ese era el marco del discurso, y que, incluso si perdía, podría mostrarse como ganador (siempre que fuera por un margen inferior al 2'5%). Junto con las armas de destrucción masiva de Bush, probablemente sea uno de los ejemplos más grotescos de cómo un Gobierno democrático impone la mentira como constructo oficial. Sin embargo, tanto Bush como Berlusconi se han presentado siempre al electorado tal cual son. En el caso de Zapatero, a lo grotesco hay que añadir el paletismo de, encima, presentarse como el bueno de la peli.
ResponderEliminarEstoy completamente de acuerdo contigo en el hecho de que este gobierno trata de ocultar la realidad detrás de ideas y discursos que le convienen. Lo podemos ver últimamente de forma ya incluso burda: el repentino llamamiento a debates como la eutanasia o el aborto es claro que no tratan sino de establecer un marco de discusión, una serie de preocupaciones, por encima de las que ya están en la cabeza de todos los españoles (especialmente todo lo relativo a la economía o a las luchas entre regiones).
ResponderEliminarSin embargo, Borja, me parece que vas demasiado lejos cuando traes aquí al camarada Stalin y al régimen soviético para explicar la España de Zapatero. Últimamente ando metido en la lectura de uno de esos libros que tanto se ha recomendado entre los Fecios, "Vida y Destino" de Grossman, y ahí se describe con maestría el desarrollo de la cotidianidad en el régimen stalinista, algo muy alejado de la España de Zapatero. Es verdad que hay una hinchada política que banaliza el discurso al dividir a los ciudadanos en "buenos" y "malos", tratando de anular la posibilidad tan democrática de la interlocución. Y seguramente tu vives más en tus carnes el que se te trate como un aprendiz de fascista por tener opiniones del todo democráticas pero del todo alejadas de la progresía. Pero creeme que tales prácticas ocurren también, a la inversa, en otros ámbitos; allí son los "rojos" los tachados de enemigos de España, del bien, de la marcha de la economía y de prácticamente de todo lo bueno. Descgraciadamente en ese ámbito no te mueves.
Yo creo que es más acertado ver las cosas con un punto más pragmático, más cotidiano si quieres, en lugar de apelar al Stalinismo. POr ejemplo usar metáforas futbolísticas para entender lo que ocurre respecto de la política en este país: evidentemente hay dos hinchadas, con sus ultras, sus vendedores de pipas y sus camisetas coloreadas, que satanizarán al contrario, le insultarán y celebrarán su desgracia en todos los ámbitos. Pero también hay un público minoritario, que aún simpatizando con un equipo y unos colores, es capaz de disfrutar con los (ya pasados) regates de Ronaldiño o goles de Raúl. Éstos, incluso, podrían animar al equipo contrario en un momento dado, enfrentado contra un equipo extranjero, italiano o francés. Y también están los que carecen de colores y sólo se interesan por el juego.
Pues bien, de entre todos estos, los menos importantes son, sin duda, las hinchadas. Estas son inamovibles. Igual de estáticos son los votantes del PP o del Psoe que, haga lo que haga sus respectivos partidos, los van a votar elección tras elección.Precísamente por eso ninguna de estas dos hinchadas deciden el resultado de las elecciones. Lo deciden otros: los que en un momento dado se quedan en casa por el juego desastroso de su equipo, o los que son capaces de votar al margen de los colores, en función de las necesidades de cada momento. Estos son los que, cada cuatro años, les llaman en las encuestas electorales "indecisos" y deciden, finalmente, quién se sienta en la Moncloa.
Por regla general, mi objetivo como profesor, año tras año, cuando dedico el último trimestre del curso a la Filosofía política, es lograr que mis alumnos terminen sentados en el banco de los indecisos. Ellos mismos, cuando comprenden el poder que implica pertenecer al millón de españoles (sólo un millón) cuyo voto realmente tiene sentido, abrazan con jobialidad este poder y empiezan a ver vistudes donde antes sólo veían defectos.
El Stalinismo en España es imposible desde el mismo momento que existen diez millones de personas que piensan diferente de otros diez millones de personas y no por eso acaban en un Gulag.
Evidentemente el sistema democrático español es ampliamente mejorable; cosas que ya se han hablado miles de veces en este foro como las listas abiertas o la vuelta al centralismo disolveríanaún más ese espejismo estalinista que a veces dibujas.
Zapatero es, sin duda, el peor presidente de la democracia Española (habidos y mucho me temo que por haber) pero lo es, no porque haya adoptado "como vocación la voluntad de ideología" sino porque carece por completo de sentido de estado, gobierna de manera inprovisada y tiene más en cuenta las encuestas de popularidad que los datos de los distintos ministerios. A mí, continuando con la metáfora futbolística, me parece que Zapatero es el Mendoza de la política: está más interesado en adular a sus ultras que en conseguir la Copa de Europa (Tiene delito que la quinta del buitre no hiciera nada) y así le fue. Igualmente le irá a zapatero cuando ya nadie se crea sus "palabritas", algo que empieza a ocurrir. Con Stalin no había opción: la realidad se establecía por decreto y la gente no es que se la creyese, es que si no obraba en consecuencia acababa mal, muy mal.
Zápiro: es verdad que la mentira es una especie adherida íntimamente a la política, y tenemos ejemplos de todos los colores. El buenismo de ZP, a estos efectos, no es más que una variación sobre ese mismo y eterno tema: la sumisión del pueblo creyente a las mentiras que pasan por verdaderas por el solo hecho de ser generalmente creídas.
ResponderEliminarEdu: por supuesto que no niego que, así como el progresismo persigue a sus herejes, los totalitaristas de signo contrario pero intención idéntica persigan a los suyos. No creo que nos encontremos ante una especie de silogismo disyuntivo, aunque se empeñen en ello los discursos maniqueos al estilo "si no eres de izquierdas esres un facha" o viceversa. Lejos de mí esa postura que me adjudicas. Si a lo que te refieres es a que pongo más énfasis en la tiranía de la ideología socialista, no lo hago más que por su presente apogeo, así como en otras épocas pudo ser el de el nazismo o el fascismo. La gran diferencia, la desproporción manifiesta de esto -y es lo que atañe al éxito ideológico- es que, mientras el nazismo ha sido desterrado y se ofrece, sobre todo, como motivo de vergüenza, el totalitarismo socialista y comunista no ha sido todavía sometido a un proceso similar y goza de manifiesto prestigio: ¿por qué es oprobioso el vestir una camiseta con una eswástica, mas no deja de tener prestigio enseñar una hoz y un martillo o la cara siniestra del Ché Guevara? Aquí existe una asimetría en el juicio no basada en los contenidos tan similares de una y otra ideología, ni tampoco en los hechos en que cada una de ellas ´se resuelve, sino en la pericia por adornar y exculpar ideológicamente a uno de los movimientos políticos más destructores que hayan existido jamás. La gran diferencia entre comunismo y nazismo rreside en la capacidad del primero por conducir a éxito una deformación ideológica de la realidad, mientras el segundo vio esa tentativa ideológica truncada y ha terminado siendo un credo perfectamente minoritario y genralmente rechazado.
En cuanto a tu segunda argumentación: por supuesto que no vengo a identificar a Stalin con Zp, ni a decir que la España actual sea como la URSS -entre otras cosas porque, en esa caso, yo no podría ni decirlo-; a lo que me refiero es a una tendencia ideológica bien definida -y que puede encontrarse sobre todo entre los movimientos totalitarios pero también ejerciendo una gran fascinación entre muchos políticos pertenecientes a sistemas democráticos occidenatales- que consiste en la realización de una política que no tiene por objeto la acción concreta sobre la realidad material, sino la erección de un territorio inmenso de mentiras que se hace pasar por realidad exclusiva. Cuando los políticos se empeñan en defender que estamos ante un período de oportunidades económicas, o que no existe ninguna traba en lo que se refiere a la utilización del español como lengua, los políticos están usurpando la posición de lo que ocurre colocando en su lugar una ficción "espiritual" que sólo pasa por real en la medida en que la mayoría lo tome como tal realidad, mas no por su materialidad positiva. Esta tendencia, llevada a su cumplñimiento íntegro, es Stalin, y por eso establezco la analogía.
Después de leer tu comentario, como siempre, con interés, he de decirte que para mi sorpresa me ha sorprendido la absoluta incoherencia y pobreza del primer párrafo.
ResponderEliminarLos dos restantes, que no resultantes, pues en nada emparentan con el primero, son más del día a día de un acontecer político, repetido, necesario y tibio.
En la cresta de las crisis, o, en la cresta de la crisis y como solución, la realidad, disuelve sus latidos en necesidad, carestía, guerras, epidemias, déficits, cuentas de resultados y el fichaje de Cristiano Ronaldo, el nuevo esclavo, dixit Blatter, antes Matrix, la revolución redentora del protestantismo neocom tan caro a los profesores de filosofia que defienden tan repugnante pelicula, aunque no este mal hecha.
Hay momentos en que un paso atrás mejora la manida tradición del paso al frente.
Realidad como destino.
Palabras y cosas.
Pense que discernia entre humanos.
Realidad?
Entre los que han voluntad de ideología.
Y donde los principios?, aún esta por ver que es algo distinto a ideología, salvo que los tuyos sean preexistentes, metafísicos.
Estado.
Nación.
Lengua.
Monarquia.
Borbón.
Futbol.
Lo apolítico.
Democracia: futilidad de ayer y de hoy.
Ideologia: socialismo, soviets.
El hombre y su miembra enumeran lo real.
Zäpiro: no se desprecia lo que no existe.
Edu: de tu metáfora del futbol, lo más relevante es a Luis entrenando un equipo Turco.
Por cierto. la peor legislatura fue la segunda de Aznar, el problema de Jose luis I, es que no tiene a bien decir que se ha leido, toscamente, varios textos que le llevan a la ineludible conclusión de que tiene que reformar la constitución de abajo-arriba.
ojala para tan necesario vuelco hubieramos caído en mejores manos.
Hasta el registrador de la propiedad se ha dado cuenta.
Pero no temais la paz de Napoleón con Alejandro vela por nosotros. y hablo de tiempos mejores.
¡Que aires, madre mia!
ResponderEliminarBorja, creo sin embargo que hay una grave diferencia entre el clásico falseamiento de los datos, práctica ciertamente adherida a la política desde que el mundo es mundo, y la distorsión deliberada del marco de realidad sobre el que se presentan esos datos.
ResponderEliminarRespecto al prestigio que mantiene el comunismo, si me permitís introducir una nota al pie de vuestro diálogo, pienso que debe realizarse un ejercicio de COMPRENSIÓN. Con los datos conocidos a día de hoy, el régimen estalinista resulta todavía más espeluznante que el nazi en términos absolutos. No hay ninguna duda. Sin embargo, a la hora de evaluar los sentimientos de la gente que, en Europa y a lo largo de década, lucharon en nombre del Partido Comunista por una mejora de las condiciones sociales de los más desfavorecidos, creo que debe establecerse una diferencia respecto a los partidarios de los nazis. El nazismo fue un fenómeno circunscrito a un territorio y defendió un programa de acción, por todos conocido, del que nadie que lo apoyara podía sustraerse. El ideario "comunista", sin embargo, dio sentido y unidad a la lucha de millones de personas absolutamente ajenas a lo que ocurría en Siberia o en los bosques ucranianos.
Creo que, mientras que alguien que lleve una esvástica en la camiseta, profesa abiertamente una ideología deleznable, hay casos en que llevar estampada la hoz y el martillo responde a un sentimiento mucho más abstracto, a menudo meramente hereditario, relativo a la lucha de personas concretas en favor de unos ideales. Se trata de un sentimiento sustentado por la ignorancia histórica, y por la falta de reflexión respecto a las fragrantes contradicciones internas de dicho ideal, pero habría que descender a cada caso concreto para decidir si dicha ignorancia es inocente o culpable.
Estoy en parte de acuerdo contigo Zápiro; es verdad que la carga de profundidad que ha dejado ahí Borja, la situación distinta de llevar una camiseta u otra, nos enfrenta a cotidianidades diferentes frente a hechos igualmente terribles: Hitler, Stalin, Pol Pot no tienen por qué ser muy diferentes unos de otros en el resultado. Sin embargo lo importante creo que sería analizar esa distinta situación, no acudiendo a términos como "ideología" y mostrando el éxito de un falseamiento, como hace Borja, sino más bien acudiendo a parámetro sociológicos, por un lado y a la intencionalidad de los actores por el otro.
ResponderEliminarEste es un argumento que ya se lo oí defender a Oscar en una ocasión, frente a unas cervezas en Lizarrán: la intencionalidad desde la que se desarrolla tanto la utopía comunista como la utopía nazionalista son completamente distintas: la primera es internacionalista e igualitaria, mientras que la segunda es localista y etnicista.Entre ambos hay una diferencia: el socialismo siempre tiene el futuro como marco de acción, y como tal puede rehacerse una y otra vez desde motivaciones que en cierta forma no están mal. El nacismo tiene una losa carga en el pasado. Mientras que un comunista siempre puede renegar de Stalin y señalar que la Unión Soviética no era realmente socialismo, un nazi no puede renegar del Führer sin negarse a sí mismo.
El problema, que no saben ver los comunistas, es que es dificil, a estas alturas, desarrollar un modelo socialista que no traicione sus léxicos y que no se convierta de forma práctica, en una teoría de la dominación. El socialismo es ya, de hecho, uno de los mejores instrumentos de dominación estatal que se han inventado.
Y, a estas alturas, visto lo visto los últimos cien años, es dificil creer que vaya a servir para otra cosa. Es como el tipo que sale a la calle con una pistola en el bolsillo. Igual nos dice que es para defenderse de una agresión, pero eso es dificil de creer.
PD. Sepptembrini: yo soy de esos profesores que piensan que Matrix es una película estupenda, desde la primera a la última. A todo lo demás que dices, no sabría qué decirte, porque no entiendo ni una palabra.
Estoy de acuerdo, Eduardo. Aunque de hecho mi punto de vista era más peregrino; me refería a la gente que en tantas partes de Europa canalizó el sentido de su vida (en el sentido noble de la palabra) por medio de las ideas comunistas, y que así se lo han contado a sus hijos y nietos, los cuales no han ejercido una reflexión crítica sobre esa herencia y son los que se ponen la camiseta con la hoz y el martillo. En este sentido, creo que los nazis también eran capaces de articular unos ideales 'nobles' que envolvieran su programa político (pseudonietzscheanismo + fascismo + nacionalismo + futurismo + unas gotitas de wagner, etc), pero la limitación espacio/tiempo del fenómeno impide que un nazi pudiera obviar aquello que dichos ideales escondían. En definitiva, y creo que en esto estamos todos de acuerdo, urge una reflexión pública en Europa (y especialmente en España) respecto al comunismo, aunque solo sea para poder discernir entre una persona maligna y una persona equivocada. Es decir, entre los dirigentes que sabían lo que ocurría en Rusia y los militantes que creían en las bondades comunistas.
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