El hombre moderno cree experimentalmente a veces en este, a veces en aquel valor, para abandolarlo después; el círculo de los valores superados y abandonados es siempre muy vasto; constantemente se advierte más el vacío y la pobreza de valores; el movimiento es incontenible [...]. Esta que les cuento es la historia de los próximos dos siglosF. Nietzsche. Fragmentos póstumos.
La historia es un relato, pero no cualquier relato; si esto fuera así, entonces estaríamos hablando de literatura, de poesía o de ciencia de forma intercambiable y todos los discursos se diluirían en el magma de la indistinción. Todos los relatos, da igual que hablemos de la ciencia o de la literatura, de la Historia o de la filosofía, poseen un aspecto referencial que los ata a una realidad distinta de sí mismos; de otro modo estaríamos abocados a ser el aristotélico dios que no puede pensar nada distinto de sí.
La Historia es un relato que tiene que ver con el pasado y, por tanto, con la memoria, con el recuerdo, con las ruinas y con las biografías. Pero decir esto no equivale a decir que podamos distinguir de forma tajante entre la Historia del pasado y las historias del pasado, algo que no es posible hacer sin, por ello, caer en la mera literatura. Creo, de hecho, que no existe una Historia (con mayúsculas), la descripción verdadera del discurso pretérito.
Es verdad que los hechos están ahí, nadie va a negarlos, pero la historia, en tanto que relato, no es una mera colección de acontecimientos puestos unos encima de otros; por encima de estas colecciones, se trata de escenificar el sentido y el significado de esos hechos. Y este sentido no lo encontramos en los hechos mismos: las ruinas, las biografías, los relatos acaecidos, y nuestra memoria, son acontecimientos que se nos presentan tal cual, mostrando su desnudez, pero no acompañan a su manifestación el sentido de su discurso. Y, sin embargo, fuera de esa pretensión de mostrar el sentido, la historia no existe. Y eso significa que cuando construimos un discurso en el que no solamente hay referencia, sino que hay sentido, las referencias son limitadas pero los sentidos no. Puede haber, por tanto, relatos mentirosos, en cuanto a los hechos, porque falsean los datos, pero no en cuanto al sentido, puesto que tal significación depende de la torre a la que uno se suba. Por eso es tan peligroso el tribunal de la “verdad” cuando estamos hablando de Historia, porque, dado que muchas actitudes políticas se afianzan y toman consistencia a partir de un relato histórico, esencializar ese relato mediante el tribunal de la verdad, resulta ciertamente peligroso. Por regla general, quién quiere buscar su esencia en el pasado, tiene un campo infinito para justificar cualquier cosa, sin necesidad de mentir. Otro asunto muy diferente será el de aquellos que falsean los datos y alteran o inventan las fuentes, más allá de la interpretación; estos serían discursos que, en origen, nacen con una pretensión falseadora y por tanto no merece la pena considerarlos .
La historia no es cualquier relato, es un relato imprescindible e irrenunciable. Pero no precisamente porque hunda nuestros pies en la tierra, nos remita a un pasado fundante y nos ponga cara a cara con la verdad. Lo es por su carácter desmixtificador. No lo entendamos como si habláramos de una tarea depurativa en la que unos discursos quedan desasistidos por la verdad y otros se muestran iluminadores. Sino más bien como la tarea incesante de mostrar que también hay otra forma de ver las cosas, y que el discurso de los acontecimientos nunca es único; esta función desmixtificadora de la historia coincide con lo que otros llaman “deconstrucción”. Cuando, por ejemplo, la historiografía marxista construyó el relato de los “desposeídos”, eso no convirtió a la Historia de los grandes estadistas en papel mojado, pero sí mostró que el sujeto histórico es más complejo de lo que se había pensado. Ese mismo efecto tendría el relato de los “pueblos” tomados en primera persona, la historia del feminismo o la historia de la locura . Esta deconstrucción nos permite acceder a otros léxicos, a otros sentidos que amplían nuestro campo de conocimiento mediante los que comprendemos, por ejemplo, los problemas y los modos de vida de otras personas.
Que el relato de la Historia esté en manos exclusivas del poder supone un peligro máximo que anula la función básica de la historia convirtiéndola en mitología, es decir, transformándola en religión. Esta es sin duda una de las máximas pretensiones del estado totalitario, que convierte un instrumento de cambio en su opuesto: un instrumento para fosilizar las estructuras de dominación. Sin embargo, la prevención contra el totalitarismo no reside en el tribunal de la verdad; de hecho la verdad es el argumento que los estados totalitarios utilizan para prevenirse de las contaminaciones demoniacas; en este sentido “verdad” y “esencia”, desde Platón, suelen ser términos intercambiables que los estados totalitarios y esencialistas tienen a bien poner a su servicio; estas estructuras de dominación olvidarían que a las esencias platónicas se accede dialécticamente mientras que ellos prefieren la revelación en cualquiera de sus formas . Sócrates afirma en el Gorgias platónico “¡la verdad no se refuta jamás!” y en esa imposibilidad deben estar pensando los adalides del máximo grado, en el completo blindaje de sus palabras. Ahora bien, si, como afirma Platón, la verdad es lo irrefutable, lo es precisamente porque ésta, como también insinúa en el Banquete, nunca se presenta en los discursos de los hombres.
No es por tanto la verdad el tribunal, ni de la Historia ni de ningún otro relato. Contra el “totalitarismo” es mucho más efectiva la la fibra óptica capaz de llevar internet a cualquier lugar de la tierra, es decir, la posibilidad ilimitada de construir relatos sin control efectivo, la disposición, a la vez, de todas las verdades del mundo; es por eso que el primer objetivo de cualquier régimen totalitario, antes incluso que el control de los medios de represión y de las estructuras de producción, es el control de la información, no solo de la producción, sino también, y especialmente, de los canales de distribución. El objetivo no es prevenirse contra la verdad que derrumbaría los pilares sólidos de sus estructuras, sino prevenirse contra la deconstrucción. Goytisolo en su imprescindible obra “España y los Españoles”, en las últimas páginas, cuando trata de situar significativamente la dictadura franquista dentro de su interpretación de la Historia de España, basada fundamental mente en la tradicional defensa del aislamiento frente a Europa. Spain is different, afirma que diez años de turismo masivo, de europeos luciendo palmito por las costas españolas, van a hacer más que dos repúblicas y cientos de miles de muertos, por la modernización y el ingreso de España en la edad contemporánea.
«Desde el siglo XV —escribe Américo Castro—, el conflicto de las castas comenzó a trazar la figura que los españoles han ofrecido en la época moderna... el prurito castizo de los cristianos viejos actuó como elemento corrosivo y disolvente; el capitalismo y la técnica —el comercio y la industria— se hicieron imposibles dentro de la Península... Las actividades comerciales, industriales y bancarias convertían, sin más, en judíos a quienes se ocupaban en ellas... Los españoles interrumpieron esa clase de actividades a fines del siglo XVI, por juzgarlas perniciosas para la pureza castiza que había hecho posible su expansión imperial... Era más esencial para ellos la honra de sus personas que la acumulación de riquezas que ponían en duda su cristiandad vieja... Una riqueza secularizada y de clase media era la de los españoles judíos, una riqueza tenida por vil... En lugar de Contrarreforma, la contraofensiva de los hidalgos debería llamarse Contrajudería.» En estos últimos años asistimos, pues, a un verdadero proceso de «rejudificación» de España, de cuyos efectos no podemos sino congratularnos.[...] La cuarentena impuesta al régimen franquista por los acuerdos de Potsdam, el cierre de la frontera francesa, la retirada de los embajadores favorecían la natural xenofobia de las clases conservadoras, xenofobia alimentada por el gobierno de las pasadas glorias y el papel «funesto» de Francia e Inglaterra en la decadencia y ruina de nuestro Imperio. En esta época se prohibía el empleo de nombres extranjeros para comercios, cines, bares, etc., y la prensa subrayaba machaconamente las diferencias «insalvables» que, según ella, existirían in aeternum entre España y las demás naciones de Europa. A partir de 1960, el franquismo, con la habilidosa capacidad de adaptación que le caracterizaba, sobrevivió en gran parte gracias al aporte financiero de aquellos europeos contra quienes nos prevenían unos pocos años antes. Y con ese radicalismo español tancaracterístico, se pasó de la política de «espléndido aislamiento» defendida por él a abrir las fronteras a dos millones de españoles justamente insatisfechos de las condiciones de vida reinantes en España y a acomodar a los imperativos y exigencias de la nueva y próspera industria turística su gigantesco aparato de propaganda. [...]Poco a poco, mediante la doble corriente de forasteros y emigrantes, expatriados y turistas, el español ha aprendido, por primera vez en la historia, a trabajar, comer, viajar, explotar comercialmente sus virtudes y defectos, asimilar los criterios de productividad de las sociedades industriales, mercantilizarse, prostituirse y todo eso —paradoja extrema de una tierra singularmente fértil en burlas sangrientas y feroces contrastes— bajo un sistema originariamente creado para impedirlo. El hecho es significativo como índice de la dinámica actual del pueblo español. Obligado a aceptar el fait accompli, el franquismo procuró sacar, como es natural, el mayor provecho a una situación que no había previsto y que, en definitiva, escapaba a sus manos.
Por la razón que sea, esta enorme capacidad que tenemos los hombres para transmitir y procesar información, y que está en la base del invento que solemos llamar “cultura”, desde la fabricación de hachas de silex, hasta la construcción de Estados políticos, es el fundamento tanto para la movilidad social, como para el alumbramiento de nuevas formas de habitar la tierra. Por tanto, lo importante no es la “verdad”, sino el control de la información con su perenne poder deconstructivo o lo que es lo mismo, que la información fluya. (en esto me detendré un poco más adelante)
II
Solemos decir que la Historia tiene un carácter fundante. Con este tipo de afirmaciones se tiene la pretensión de justificar los estados políticos (reales o pretendidos) como conclusión de una genealogía; este es sin duda el tipo de principios que caracteriza al pensamiento nacionalista (la ilustración, en cambio, pretendió construir los estados políticos ignorando, e incluso destruyendo la tradición). Decir que la historia es fundante es una aseveración que debe hacerse con mucho cuidado dado que hay que aclarar de forma precisa qué tipo de consistencia tiene esta “fundación”. En primer lugar, puede considerarse que este es un existenciario propio de la esencia social del hombre y que no existe una sociedad política que no tenga una fundación efectiva en un relato histórico. Echando un vistazo a la historia descubrimos que, efectivamente, todas las sociedades, al menos occidentales, se sustentan sobre un relato mitológico, en el caso de la antigüedad, o en un relato histórico, en el caso de la modernidad. Sin embargo habría que aclarar si esta fundamentación es dialéctica, como en Hegel: la Historia no sería más que el despliegue de un proceso racional y, por tanto, una sociedad política se funda en su historia del mismo modo que una tarta responde a la práctica de una receta. O, en cambio, decir que la historia es fundante correspondería más bien a señalar que los relatos históricos (pero no sólo históricos, consideremos también la literatura, el cine o la ciencia, entre otros), tienen una función fundamental en la conformación de lo que algunos llaman el espíritu (volkgeist) y yo prefiero llamar “conciencia individual” y, por tanto, en las conductas de los agentes políticos. En este segundo caso podemos situar a Rorty quien, en “Cuidar la libertad” , le da cierta importancia, en este sentido, a la Historia. Estos relatos, más que fundar una sociedad, son necesarios para conseguir que un pueblo se identifique e implique con el estado, lo que es necesario para que el sistema funcione. Pero reconoce abiertamente que eso es una “pequeña dosis de nacionalismo necesario”.
Si recorremos esta segunda senda, puesto que la hegeliana la descarto de antemano, tendremos que reconocer que al final, más que la verdad, lo que importa del relato histórico es su carácter mitificador: ya no tenemos ni a Zeus ni a Cristo, pero aún podemos conservar a Napoleón y a los héroes de la guerra civil. Se trata de suministrarle al hombre contemporáneo modelos con los que identificarse y a los que aspirar; pero claro, que elijamos como modelo a Julio cesar, a Zumalacarregui o al esforzado campesino arruinado por la desamortización, es algo que queda fuera del relato histórico, constituyendo en sí misma una decisión política; desde una determinada predisposición práctica se busca en la Historia un referente al que asir nuestra acción; esta acción es rara vez una decisión individual y cuando lo es, y cuenta con suficiente fuerza, tiene evidentes repercusiones sociales; por ejemplo es el caso de Nietzsche, quién funda nuevos héroes (tanto históricos, como mitológicos de forma indistinta) y, por tanto, influye decisivamente en la conformación de nuevas tipologías humanas.
La preferencia por un ideal aristocrático, en lugar de uno igualitario y la identificación con la nobleza de las polis griegas o con los conquistadores españoles, en lugar de con los Comuneros o los mineros de la Revolución de Asturias, no hace que un relato histórico sea más verdadero, únicamente traza su centro de gravedad. El centro de gravedad desde el cual se va a construir el “mito” no puede responder a criterios científicos que nos permitan decidir entre centros verdaderos y centros falsos, solamente pueden responder a criterios políticos. Por tanto vale más la pena decir que la política funda la historia y no al revés.
Pero aún creyendo que no ocurre así, ¿qué implicaciones tiene el que la historia funde la política? Diremos que, fieles a la verdad, sólo está fundamentada la acción política que se inserta en un relato verdadero de la historia. Pero tendremos que reconocer que esta fundación no es, ni puede ser, ni debería ser, unívoca: de una historia, la verdadera, funda un estado, el que realmente está justificado. Sería más correcto decir que, distintas perspectivas de relatar la historia, conforme a distintos centros de gravedad, todos igualmente verdaderos, son responsables de distintos modos de entender la acción política. Prefiero sin duda verlo así: que muchas historias influyan en muchos tipos de hombres y que ellos en el presente tengan que ponerse de acuerdo. Lo importante, una vez más, no está en la consideración de fidelidad de los relatos, sino en la posibilidad de establecer muchos cauces por los cuales construir dichas historias fundantes. Sólo puede considerarse seriamente la existencia de una única Historia, desde una forma única y excluyente de acción política. El tribunal de la verdad, aquí, sobra.
III
Lo importante de la información no es que sea verdadera o falsa, sino que sea flexible y dinámica. O lo que es lo mismo: lo importante es que la utilización y el procesamiento de la información tenga un sentido etológico, permita nuestra plena adecuación al medio en el que vivimos; puesto que la realidad es multiforme y cambiante (incluyendo la definición de “hombre dentro de esta realidad dinámica), es necesario que la información sea lo más flexible posible y los canales de transmisión sean muchos y variables (también podría escribirse la historia de las sociedades como la historia de los canales de comunicación a través de los cuales el hombre transmite y procesa información).
Las estructuras sociales, los estados, no son diferentes de estas estructuras de transmisión y procesamiento. En este caso la Historia sería una información de importancia máxima, puesto que tendría implicaciones en la estructura social. Trazando la analogía del ordenador comprendemos esta idea: si distinguimos entre información estructural o software, e información almacenada en forma de “archivos”, también podemos hacer la separación entre “historia” y otros productos de la cultura.
Desde este punto de vista es fácil comprender que un estado realmente eficaz será aquel que se comporte de forma dinámica y flexible. Es en este contexto que podemos hablar de estados rígidos, es decir, estructuras estatales y sociales que se resisten a los cambios por medio de distintos mecanismos; es el caso de las utopías totalitarias, que se basan en la aplicación de esquemas sociales muy rígidos y en su mantenimiento a través de medios coercitivos, por ejemplo extirpando sus propios sumideros, aquello que no tiene cabida dentro del esquema. También habría que considerar a los estados basados en la tradición; en estos casos el papel estructural de la historia se convierte en un canal de información básico. El problema, sin embargo, como ya he señalado más arriba, es que se parte de una concepción unívoca de la Historia como mecanismo de solidificación de las estructuras sociales, las tradiciones y las instituciones. Es en estos casos en los que se puede hablar de una “historia oficial” pero también de una “Historia verdadera”. Los estados conservadores deben prevenirse de la proliferación de relatos que licuarían sus propias estructuras; es así que, para los conservadores americanos, por ejemplo, la historia de América es la historia de los colonos ingleses, pero no la de los indios que lucharon contra ellos; del mismo modo, para el conservadurismo español, la historia de España implica a los Tartesos y a los reinos cristianos por igual, pero excluye a los árabes de Al-Andalus. Delimitaciones como estas podemos seguir haciéndolas, en una tarea deconstructiva, hasta el infinito eligiendo, como ya he señalado, otros centros de gravedad: las mujeres, las enfermedades mentales, los desposeídos, los integrantes de otras etnias, los científicos y filósofos olvidados, los heterodoxos, la magia, las religiones perdidas; se trataría de poner en un primer plano estructuras y canales de transmisión de información no tenidos en cuenta hasta ahora.
Frente a estas dos estructuras, la conservadora y la totalitaria, suele contraponerse el “Estado revolucionario”, tomando a éste como un tipo de estado concebido para destruir y reconstruir sus propias estructuras de forma continuada. Algunos se refieren a estas actitudes como “reformismo” o progresismo. Sin embargo nada de esto es cierto y deberíamos entender el estado revolucionario como otra estructura social rígida y con pocas posibilidades de cambio y, por tanto, de adaptación. En rigor, toda estructura, ya sea social o de cualquier otra índole, tiende a su propio mantenimiento, a su conservación por lo que resulta absurdo concebir un sistema social basado en su propia licuación.
La liquidez del estado, depende de dos factores: en primer lugar de que las estructuras sociales (instituciones, leyes, tradiciones, discursos) sean lo suficientemente flexibles para que soporten las dificultades sin romperse. Sean capaces, por ejemplo, de admitir otras instituciones, otras tradiciones y otros discursos. Y en segundo lugar , también depende de que existan elementos no pertenecientes a la misma estructura destinadas a generar estas dificultades y contra las que la estructura social debe ser lo suficientemente flexible para subsumirlas modificándose a sí misma. Por poner un ejemplo: el estado nazi fue tan rígido que no pudo resistir su adecuación al mundo en el que trataba de desarrollarse y, por eso, no sin terribles convulsiones, se rompió. Lo mismo sucedió con la Rusia zarista al no poder incluir en el sistema los elementos desintegradores que lo desestabilizaban. Volviendo a la analogía del ordenador, podríamos decir que estos sistemas son incapaces de procesar la información que reciben y, por tanto, se colapsan. El estado liberal, en cambio, puesto que disponía de muchos más canales de procesamiento, dado que la información corría de una manera mucho más fluida, fue capaz de adaptarse a las nuevas exigencias y modificar sus estructuras para adaptarse al medio.
El llamado “estado revolucionario” se comporta de una forma parasitaria de sí mismo. En lugar de tratar de asumir sus propias contradicciones (digámoslo a la manera marxista) mediante la flexibilización de las estructuras, ampliando y mejorando los canales de información, trata de incluir dentro del sistema la propia periferia. Las “revoluciones”, sin entender por este término un cambio traumático y violento de la sociedad sino, por ejemplo, tomándolas como tarea deconstructiva que aspira , más que a tambalear las estructuras sociales y desplomarlas, a licuarlas y hacerlas más flexibles, a fin de que sean más adaptables a las necesidades de los hombres y a sus vidas y aspiraciones cambiantes, no provienen nunca de la estructura, sino más bien, de sus periferias: el arte, la filosofía, el cine, la Historia deconstructora, la divergencia, la violencia. Una de las diferencias entre los estados totalitarios y los que no lo son reside en el hecho de que los primeros no toleran en sus periferias, los mecanismos de cambio, llamémosles “exógenos” y aspiran a ocupar todo el espectro de la realidad: que no exista nada al margen de sí mismos. El problema es que cuando el mismo estado se llama a sí mismo “revolucionario” y se erige como tarea la deconstrucción permanente y reconstrucción constante de todos los pilares, esto en realidad suele significar que un estado totalitario está en ciernes ya que, apropiándose la función de la periferia, trata de salvarse de ella, es decir, subsumir en su seno cualquier intento de flexibilización de sus estructuras: incluir dentro de la estructura la misma crítica. Este aspecto del totalitarismo queda maravillosamente reflejado en la tercera parte de Matrix en la que, el héroe Neo, descubre que él mismo es parte del sistema contra el que lucha, y que su victoria es también su derrota.
Por tanto, sería más propio hablar de tres sistemas sociales rígidos condenados siempre a su quiebra: el estado conservador, el estado totalitario y el estado revolucionario. Y frente a estos defendería lo que llamo el “estado líquido”, aquel que trata de conservar las estructuras mediante su propia licuación, no por efecto de su mismo funcionamiento, sino porque existen tantos canales de comunicación y procesamiento de la información, y tanta proliferación de bits que al estado no le cabe otra, para subsistir que licuarse, a fin de flexibilizarse al máximo sin romperse. Pese a lo que pudiera pensarse, el estado líquido no tiene por qué corresponder con el estado liberal, aunque sea evidente que éste es mucho más adaptable que los estados totalitarios. Los últimos acontecimientos económicos muestran de qué forma el llamado “mercado libre” constituye un peligro máximo para el sistema que lo sostiene, lo que no quiere decir que yo esté defendiendo una economía controlada por los gobiernos.
Y como he tratado de argumentar a lo largo del ensayo, desde la perspectiva que aquí vengo a mantener, la verdad es completamente irrelevante, más allá de considerarse como un concepto mitológico, un valor que diría Nietzsche, que nos lleva a preferir unos discursos frente a otros, pero nunca una propiedad de los mismos discursos. Lo realmente importante es la proliferación de discursos, el mantenimiento y acrecentamiento de los canales de comunicación (los medios por los cuales estos relatos son efectivos y productivos en las mentes de los hombres), y la posibilidad de modificación de los canales de procesamiento, a fin de subsumirlos (la flexibilidad del estado).
Magnifico ensayo Edu. Enhorabuena.
ResponderEliminarA la espera de que aparezca Borja y te dé la cera que mereces solo haré dos puntualizaciones:
1 Criticas, desde una perspectiva posmoderna, la “verdad histórica” y lo haces muy bien. Pero si yo fuera la”verdad histórica” pediría ayuda a mi prima, la de zumosol, “la verdad científica” a ver si te atreves con ella y sales bien parado. Por ejemplo, yo, que defiendo un amplio uso del término “verdad”, más allá de uso puramente referencialista, no osaría salir en defensa del muy resbaladizo concepto de “verdad histórica”.
2 Muy interesante el concepto de “estado líquido”, pero veo un problema lógico en su definición: si el estado líquido es aquel suficientemente flexible para adaptarse a los cambios y “permitir elementos que no pertenecen a su misma estructura” (aunque en mi opinión deberías aclarar mejor este punto), todos los estados que coexisten en un momento histórico aspiran a tener la propiedad de “liquidez” o potencial de licuación y la única manera de determinarlo es a posteriori. El estado líquido parece ser el que perdura y el que perdura, claro, es el que perdura. No sé si me he explicado bien; puede que lo haya entendido mal ¿es posible definir en términos no tautológicos el “estado líquido”? Poniendo más los pies en el suelo ¿China es un estado líquido? Puede que desde nuestra perspectiva occidental no sea todo lo flexible que debiera pero el hecho es que el estado ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos y no parece, ni mucho menos, en vías de descomposición. A lo peor es occidente con su economía de mercado el sistema político que carece de futuro. Si esto fuera así ¿habría que concluir que China es un sistema “más líquido” que el liberal-occidental?
La verdad Oscar que disparas con puntería.
ResponderEliminarVeamos…
No creo que todos los estados aspiren a la liquidez; tomo este concepto desde un punto evolucionista. Si quieres lo puedo explicar utilizando otra comparación (que es justamente de donde saco la idea): la distancia que hay entre la conducta instintiva-animal, y la libertad humana. Creo que ambos son modelos de procesamiento de la información que tienen un claro carácter adaptativo. Pero mientras que el instinto es un “procesamiento rígido” que fácilmente quiebra la estructura cuando se satura (en el caso de que saquemos a un animal de su ecosistema), la evolución ha dotado al hombre de un modo de procesamiento particular que consiste en indeterminar al máximo el producto final mediante la flexibilización del procesamiento; esto los teóricos del procesamiento de la información lo llaman “procesos quiados por los datos” (en el caso de los animales) o Botton Up, y proceso guiado por el procesamiento, en el caso de los hombres o “Top Down”. Cuando el proceso está guiado por los datos hay poco que hacer, los datos son los que son, y el resultado es repetitivo. Pero cuando el proceso está guiado por el procesamiento, flexibilizando el proceso los resultados pueden ser infinitamente variables, por eso hay una variabilidad infinita sobre todo lo humano. ¿De qué depende esta variabilidad? De lo que los mismos teóricos llaman “espemas de procesamiento”; estos esquemas nunca pertenecen al sistema de forma rígida, sino que son sustituibles (es en el nivel de la máquina lo que llamamos Software) y tendrían muchas fuentes: el aprendizaje (en todas sus variantes), el ensayo error y, por su puesto, una mínima base genético-instintiva, que nuestra naturaleza trata de limitar al máximo. Esta minimización es lo que hace de nuestra mente algo “líquido”, pero al mismo tiempo nos pone frente a problemas de otra índole. Podemos decir que la naturaleza nos hizo libres y nos dio conciencia para hacernos más adaptables, pero como castigo nos obligó a poder reflexionar sobre nosotros mismos y tener conciencia del mal y la muerte. Este es el mito de Prometeo y Pandora, no me invento nada.
Si aplicamos este esquema al gobierno de la ciudad, analogía que como sabes, tampoco es mía: Platón ya estableció de una forma lúcida la analogía entre el alma humana y el estado, resulta sorprendentemente descriptivo: hay estados que guian su procesamiento por los datos y, precisamente por eso, son perfectamente predecibles y rígidos, y otros que están abiertos a la constante modificación de sus estructuras ya que admiten muchos más canales de transmisión de información, lo que les permite modificar sus esqueletos, sus esquemas no rígidos y, por consiguiente, pueden adaptarse a los cambios ecológicos.
Respecto a lo que me apuntas de China, lo cierto es que desconozco la estructura del estado Chino (aquí igual Santi me puede iluminar), aunque sí creo que alguna cosa se puede apuntar. Si hablamos del régimen comunista, si hay algo claro, es que pervive precisamente porque ha sido capaz de modificarse a fín de hacerse, en cierta forma, más líquido. Que este sistema sea mejor que el liberalismo occidental el tiempo nos lo dirá, como bien apuntas, y tal vez sea así. Si alguien señala que, para llegar aquí o al futuro, el estado chino, ha tenido que comportarse de forma terrible en el pasado, lo que le desacredita, esa misma acusación se le puede hacer a los paises occidentales; también nuestra historia contemporánea está llena de sombras (al fin y al cabo, la democracia española es un producto del franquismo). Tal vez dentro de unos años, sean lo chinos los ciudadanos realmente felices y no los ingleses y norteamericanos, aunque eso no podemos saberlo. Aún así, comprendo que es un reproche que hay que considerar, puesto que China no es precisamente un ejemplo de libertades civiles.
Ahora bien, volviendo a mi análisis, habría que ver de qué forma maneja y procesa la información el estado Chino. Por lo que sé, China es una gigantesca estructura desde hace miles de años y está compuesta por miles de “tipologías”, algo que no ha venido a cambiar el regimen comunista, pese a la revolución cultural de Mao. Tal vez, que no lo sé, el estado comunista chino, haya sido, más que una estructura rígida del control y procesamiento de la información, una especia de tela de araña que cubre un país que ya funcionaba por sí solo. Pero todo esto no lo sé, lo reconozco; mi conocimiento se limita a los comentarios antichinos que las televisiones han estado mandando estos meses a propósito de las olimpiadas.
Si te interesa el tema te recomiendo un best-seller titulado Cisnes Salvajes de Jung Chang. No tiene demasiada calidad, pero es entretenido e interesante porque recoge todo el desarrollo del régimen comunista chino desde la perspectiva de la intrahistoria.
ResponderEliminarMuy interesante todo lo que apuntas sobre el procesamiento de la información... Y tú... ¿donde aprendes esas cosas?
LO DE LA CIENCIA LO CONTESTO DESPUÉS, QUE NO TENGO TIEMPO AHORA
ResponderEliminarEdu, tu ensayo me parece interesantísimo, y lo he leído con cuidado. Está perfectamente escrito y muestras con claridad lo que pretendes decir. Eso no quiere decir, of course, que esté de acuerdo, y más bien hay cosas sustanciales que no puedo compartir. Pero para eso estamos.
ResponderEliminarLa verdad, creo que haría falta otro ensayo para tratar todo lo que expones, así que intentaré hacerlo "in extenso" en cuanto tenga tiempo. Para empezar, sólo nombraré lo que me gustaría detallar más minuciosamente (además, así me servirá de esquema y recordatorio):
1- En primer lugar, destierras la idea de verdad porque huyes del dogmatismo que entraña la convicción individual de saberse posesor de la verdad. Los que se piensan propietarios de la verdad se convierten con demasiada facilidad en inquisidores o fanáticos. No obstante, creo que esta crítica no cubre la idea de verdad, sino más bien una manifestación degenerada de ella; es decir, me parece que confinas la idea de verdad sólo a sus manifestaciones dogmáticas y sólo contemplas, por lo tanto, un concepto dogmático de la verdad y lo rechazas, prexisamente, por ese dogmatismo que aborreces . Yo creo poder defender que, precisamente, la función más relevante de esta idea es, precisamente, la contraria, que tú no contemplas: la idea de verdad es la más poderosa instancia crítica que evita, precisamente, la ilusión de saberse poseedor de ella.
2- En segundo lugar, propones, frente al dogmatismo de la verdad, un alternativo concepto de verdad (aunque no lo denomines así) que tiene más bien que ver con la idea moderna de que es el hombre el que hace la verdad. ¿Me equivoco? Respecto a esto planteas el rechazo de la idea de verdad como adecuación, pero pienso que, invirtendo aquel concepto "contemplativo" de verdad -sustituyéndolo por una verdad que el hombre HACE- permaneces dentro de las mismas categorías, aunque sea de forma invertida. Concretamente, la idea que afirma que el hombre hace la verdad es la idea de verdad escolástica, sólo que sustituyendo a Dios por el hombre.
3- Del concepto de verdad como un hacer del hombre -frente a la idea de un desvelamiento o un encuentro inapresable con lo que el mundo es- creo que se deduce de manera casi necesaria lo que tú mismo rechazas: el absolutismo. Si el modelo de la verdad es el hacer, como en el caso del Dios cristiano, se elimina la concurrencia de los hombres en la verdad, ya que sólo es posible la imposición de lo que uno hace al asentimiento de los demás (por eso sólo podía haber un Dios). Se llega, creo, a un monoteísmo de la verdad basado en el poder y la fuerza que permiten a un hacer imponerse a los demás.
4- Por eso, ya que nombras el "Gorgias", creo que el modelo de verdad como fabricada por el hombre se resuelve lógicamente en las palabras de Calias ante Sócrates: la verdad pertenece al fuerte y si tú, Sócrates, te opones, serás objeto de la fuerza.
Seguiré
Impresionante artículo, Edu, yo pensaba escribir algo parecido, pero en absoluto podría hacerlo con tanta eficacia y profundidad.Cuando yo explico a mis alumnos para que sirve la historia siempre les digo que para que se metan en los zapatos de otros, que se enfrenten a todos los aspectos de lo humano y les permita repensarse e inventarse en sus proyecto vital.
ResponderEliminarHAS SEÑALADO PERFECTAMENTE como todo relato histórico se fundamenta más en una dotacion de sentido que en las fuentes, que son enormes, diversas e inconexas ( al menos con frecuencia). El a priori resulta fundamental PARA INICIAR CUALQUIER INVESTIGACION ( en el relato en cambio, dependerá la honradez del historiador.Y aqui voy a rebatirte.Cualquier historiador profesional aspira a que su relato tenga el fundamento científico, el cual si se restringe la materia de estudio sí es posible.Un historiador marxista no puede coger sólo los datos que le viene bien a su conceptualización y obviar los que la contradicen ( ojo, no estoy diciendo que deba renunciar a su sociología, es decir a los elementos que considera esenciales, por ejemplo el modo de producción; Si examina en rigor las relaciones de produccion de una formacion social y resulta que predominan las capitalistas cuando según su modelo deberían ser las feudales, está cometiendo un error, interesado o no.Hay cien mil aspectos sociologicos interpretables, pero hay otros que son concretos y mensurables.( además los grandes grupos de trabajo, la multidisciplinariedad y la informática permiten ahora un recorrido exhaustivo por las fuentes, antes imposible y que permite una constatacion cuantitativa, aunque, ciertamente este no tenga por qué ser el fundamental)Así habrá discursos históricos más abiertos al matiz o que abran nuevas vías de investigación y otros que describen la historia de la humanidad en cinco minutios.En definitiva, la historia nunca tiene verdades para las grandes cuestiones, pero sí para las pequeñas.
La historiografía ha sido a lo largo de la Historia, modelo educativo para élites,literatura, instrumento de nacionalización, herramienta de cambio social y genealogía de la realidaad para todo tipo de uso instrumental.
Uno de nuestros mejores historiadores, poco antes de morir dijo humildemente, que la Historiografía sólo se salvaba por la curiosodad.
Para acabar,lo que dices del estado líquido está muy en consonancia con la teoría de circulacion de las élites, de Pareto.Cualquier estructura que permita circular y renovar a las elites será estable.Estas élites tomarán el pulso social y al tiempo verán recompensadas sus supuestos méritos.Desengañemonos, el poder y la autonomía sólo interesan a unos pocos.La sdificultades y los sufrimientos son reales, pero basta con canalizarlos, sublimarlos y si es posible resolverlos, pero las mayorías sólo responden como un sistema simple de informacion( sobre todo porque tiene poca, no porque sean idiotas).
En cuanto a China, desconozco como es el estado, pero parece más abierto que la típica estructura de partido único comunista.Los gobernates no se perpetuan. hay cierta autocrítica y han aceptado dentro del partido a los empresarios( sólo con eso se permite una notable capacidaad política con sobornos, apoyos, campañas en los medios por según qué escandalos.Ciertamente China tenía el mejor sistema estatal durante siglos basado en la meritocracia de los funcionarios.
Todo esto que plantea Eduardo y su discusion con Don Cogito me recuerda las tesis de dos grandes pensadores conservadores, Burke y Hayek.Ambos son un poco tautologicos y viene a decir que lo que ha perdurado en el tiempo es por algo y merecen más crédito que cualquier ingeniería social ( fatal arrogancia por quere dar sentido y proyecto a la accion humana).A pesar de sus sutileza estos pensadores pasan de puntillas por los instrumentos de dominación del pasado, aunque Hayek era partidario de cambios paulatinos y menores que supieran convivir con los legados del pasado, es decir, que no se tocara mucho a los poderosos de antaño hasta que se adaptaran a los tiempos de hoy.
Para acabar, todo esto es muy bonito pero también depende de si se rompe o no la trampa maltushiana.Durante 10 mil años no cambiaron gran cosa las formas del estado y las vivencias sociales de la mayoría porque los rendimientos decrecientes no permitían demasiadas mejoras.Cad etapa de mejora econó,ica y política estaba condenada al retroceso por esaa infausta ley economica.Un estado y una sociedad flexible y abierta sólo es posible o bien en pequeñas aldeas, o bien en una sociedad industrial, cuya potencia material permita el desarrollo de posibilidades vitales
Bueno… sn muchas cosas, así que comentaré algunas, las que me perecen más interesantes.
ResponderEliminarBorja…
Voy a contestar a tus puntos por el mismo orden tratando de ganar claridad:
1. En primer lugar no creo que coincida mi postura con la acusación que me haces. No defiendo que la “posesión de la verdad” conduzca al dogmatismo sino, más bien, que el dogmatismo conduce a la posesión de la verdad. Santi lo ha insinuado muy bien al señalar que esa liquidez de la que hablo sóloe s posible en sociedades industriales o en pequeñas comunidades y es verdad, pero es que así ha sido. La “verdad” desde un punto de vista dogmático, es decir, la verdad como “relato fiel” o “relato único” se da en sociedades rígidas en las que los canales de información son pocos y su procesamiento fácil. En cambio, la “verdad” como un concepto ineficaz se da en sociedades en las que los canales de comunicación son tan diversos que es imposible controlar el flujo de la información de una única manera. Las sociedades que, pese a la proliferación de canales, han pretendido controlar el flujo informativo se han tenido que hacer extremadamente complejos en desarrollar mecanismos de control (dominación) y por regla general la información los ha superado con creces (es el caso de los totalitarismos). Lo que tu ves como una poder crítico de la verdad, yo lo entiendo como una capacidad de la sociedad para crear nuevos relatos. Tu vienes a cargar las tintas sobre el asunto de la “fidelidad” como potencia transformadora, como si el papel de la filosofía fuera fundamentalmente hacer caer los velos de la ignorancia/ideología. Y yo me centro en la consideración del “control”: lo importante no es que la información sea o no veraz, sino que se controle o no se controle. Es por eso que, en el mundo glogalizado actual sólo es posible el totalitarismo en sociedades que se cierran sobre sí mismas, aislándose de los flujos de información; en cambio, en su orifgen el totalitarismo soviético era internacionalista porque tuvo la ilusión de poder controlar los canales. Muy pronto se dio cuenta que no. Por eso me reafirmo en que hace mucho más daño al totalitarismo la FIBRA ÓPTICA que la denuncia del falseamiento.
3. Te equivocas al atribuirme esa consideración en el que es el hombre el que hace la verdad; no soy un moderno, como me atribuyes, en ese sentido. Como sabes, gran parte de mi respaldo intelectual lo tomo de Heidegger y en esto me remito a él. La verdad no es una creación, un invento del hombre sino, más bien, una donación del ser. Explico esto que, dicho así, parece muy oscuro. En principio parto de la idea de Rorty de que, dado que la “verdad” es un concepto plenamente ineficaz para conseguir nada y, por lo general, es un estorbo, lo mejor sería prescindir de ese tipo de valoraciones, porque en el fondo, como ya nos enseñó Nietzsche, es únicamente eso, una valoración. Pero una valoración que no depende de ninguna forma del “hombre” entendido como lo estás planteando. El hombre no funda la verdad, no la crea, no establece los criterios por los cuales una información va a ser más valorable que otra y otra ni siquiera va a ser considerada relevante. Eso, por decirlo de alguna manera, “se nos da”. ¿De qué depende? Aquí voy a ser un poco materialista: de las posibilidades que tengamos nosotros de manejar esa información, ni más ni menos. Por ponerte un ejemplo: en la polis griega los canales de información eran más numerosos, más fluidos y resultaba más fácil procesarla que en las estructuras feudales del medievo. La información en el mundo medieval fluía poco porque existían pocas formas de transmitir relatos: libros manuscritos, transmisión oral a través de la tradición, la iconografía de las iglesias y catedrales… poco más; este hecho determinaba que las estructuras políticas tuvieran que ser rígidas y el concepto de verdad absolutamente delimitado. Los griegos, organizados en pequeñas comunidades, contaban con el ágora y un alto índice de hombres instruidos en el uso de la palabra, lo que, por sí solo justificaba la democracia y una reflexión bien distinta en torno al uso de la verdad (no añadiré a esto la relación evidente entre el nacimientod ela modernidad y la invención de la imprenta). En el mundo contemporáneo los canales de transmisión y procesamiento de la información son tales que, en rigor, no nos hace falta un único criterio de discriminación; éstos pueden ser muy variados: se puede usar la referencia en algunos casos, pero en otros es preferible usar la “utilidad”, por ejemplo, y en muchos más, ni siquiera necesitamos de ese criterio. Seguir creyendo que la “verdad medieval” es necesaria y, asegurar, como haces, que es la mejor herramienta crítica, es como hacer odas al sol. Tal vez volvamos a necesitar otra vez de esos arcaicos modelos de verdad, pero para eso, primero debería irse a la mierda el mundo occidental y situarnos en una escala técnica similar al medievo.
3. Como ves, este tercer punto ya te lo he contestado en el segundo: ni la verdad es un hacer del hombre, ni el totalitarismo la pretensión de imponer un mundo ficticio (ideología) a una realidad con la que nos “encontramos”. El totalitarismo es la amenaza de toda estructurade mantenerse a sí misma. Los estados tienen la pretensión del totalitarismo de mismo modo que en Kant la razón tiene la pretensión de la metafísica. Los estados son estructuras creadas para controlar y procesar el flujo de información, y esa es su pretensión ilimitada. Ese es el gran peligro y la amenaza constante del totalitarismo. La batalla se juega, por tanto en garantizar que los medios de transmisión de información sean más eficaces que los mecanismos de control.
4. Y ya que nombras a Sócrates: la imposición de la fuerza de la que habla Calias, y que más tarde se haría efectiva en el asesinato del filósofo también tiene esta interpretación: Hablan los magistrados que le condenaron: “la información fluye en manos de Sócrates, su tarea deconsturctiva es constante, antes de que se seque el hormigón de esta nueva sociedad él ya está relatando la mala contrucción del pilar. Si queremos edificar un estado sólido, un reino que dure mil años, es necesario librarnos de él” .
añado: todos sabemos que lo que molestaba de Sócrates no era que estuviera en posesión de la verdad, sino que obligase a los ciudadanos atenienses a replantearse una y otra vez todas las cuestiones. De hecho, la única verdad que parecía defender era precísamente que era el único ateniense que sabía que carecía de todas ellas (sólo sé que no sé nada).
ResponderEliminarañado 2: aún no me queda claro Borja cuál es tu concepción de "verdad". Asumo que en el fondo, aunque lo has negado varias veces, que te agarras a la referencia. Sin embargo, como lo has negado varias veces, tal vez consideres que la verdad es, para ti, la potencia crítica, la actitud interrigatoria constante, la capacidad crítica. Si es eso, en el fondo estaríamos diciendo lo mismo pero en relatos diferentes. De todas formas, si es el referencialismo, aclaralo, porque hay multiples y variadas formas de cercenarlo; más tarde, a propósito de la psopuesta de Oscar me referiré, por ejemplo al Wittgenstein de las "Investigaciones filosóficas".
ResponderEliminarEdu: Lo primero de todo es constatar que, seguramente, nuestra divergencia descansa en supuestos teóricos que será difícil desenredar. Ahora no acometeré la tarea, que se me antoja demasiado extensa para un simple recreo. Lo que sí quería señalarte, en lo que respecta a l jemplo de Sócrates, es que no podías haber buscado mejor caso para ilustrar una de las cosas que quiero decir: si Sócrates puede afirmar que no posee la verdad es, precisamente, porque afirma la existencia de verdades ajenas a las manipulaciones de la voluntad; porque afirma que la verdad no es una simple función de relatos, sino que puede desbordar y trascender a cualquier relato y, por lo tanto, ser la única posibilidad de existencia de diálogo entre esos distintos "relatos". A mi modo de ver, ese es el núcleo de la postura del Sócrates platónico que tú traes a colación.
ResponderEliminarPor otro lado, sí defiendo la verdad como esa instancia crítica que dices, y creo que sólo una verdad concebida como desbordamiento de cualquier formulación -de cualquier relato, si quieres- puede valer para constituir un efectivo polo crítico capaz de disolver cualquier pretensión de posesión de la verdad.
Otra cosa: me parece muy interesante la distinción entre estructuras rígidas y flexibles para distinguir entre distintos tipos de sociedad, pero creo que, siendo aplicable a sociedades digamos históricamente convencionales, no puede explicar el hecho extraordinario de los estados totalitarios, su absoluta novedad histórica y excepcionalidad política. La tuya es una distinción que refiere una lógica social aplicable a la mayor parte de las sociedades históricas, pero es precisamente la excepcionalidad del totalitarismo -cuyo centro consiste en ser un modelo de sociedad absolutamente irreductible a los históricamente existentes- la que hace imposible encajarlo en las categortías aplicables a otras sociedades. En tu ensayo parecxes concebir el estado totalitario como una actualizaciópn extrema del tipo de estado rígido, incapaz de adaptación a variaciones en el medio; no obstante, creo que la esencia del estado totalitario -como muy bien aprecia Hannah Arendt en su clásico "Los orígenes del totaliotarismos"- es ser un estado que tú podrías llamar "hiper-líquido", es decir, casi ya vaporoso; el estado totalitario es un estado en el que las estructuras se licúan y transforman a una velocidad en otros estados impensable; en él no hay nada fijo y, literalmente, todo es posible en cualquier momento. La perplejidad que nos causa el modelo chino, me parece, va por ahí: no es un modelo rígido, sino todo ,lo coantrario, y por ello se adpta tan bien a multitud de circunstancias. Ha construido, por poner un ejemplo grueso, un comunismo capitalista, lo que en principio podría antojarse máas complidcado que el círculo cuadrado de los lógicos. El tocho de Arendt es un documento genial sobre esa naturaleza proteica de los estados totalitarios, sobre su infinita plasticidad y capacidad de transformación incomparable. LO que vendría a defender Arendt es, precisamente, que el estado totalitario lleva a cabo el absoluto dominio sobre el hombre al arrancarle a cualquier referencia rígida, y entregarle más bien al acaso de lo que en todo momento cambia.
Borja, no me sorprende el reproche porque es algo de lo que ya se dió cuenta Platón en su famoso Parménides. Como sabes, allí Parmenides pode contra la pared a Socrates y la teoría de las esencias obligandole a reconocer cierta subjetividad de las ideas. Pero llegados a este punto Parménides da un paso a trás y acepta que, pese a esto, es necesaria la consideración socrática de la verdad; se está insinuando lo que dices, es decir, que la verdad debe ser un límite que permita un desarrollo ordenado de la argumentación y no una mera proliferación de charlas o, como tu lo llamas, ser la única posibilidad de existencia de diálogo entre esos distintos "relatos". Yo siempre me he movido dentro de esta postura, pero hace algun tiempo empecé a preguntarme por qué va a ser esto así; ¿por qué la no creencia den la verdad va a hacernos caer en el puro relativismo nihilista? y la verdad es que no tengo respuesta para esa pregunta y presumo que tu tampoco.
ResponderEliminarDe hecho, pensemos una cosa: si la verdad es simplemente un límite, una aspiración de la razón, un tribunal cuyos jueces desconocemos pero que nos permite distinguir entre relatos, dado que es un tribunal siempre ausente, ¿qué diferencia hay en creer en él o no creer? O dicho de otra forma, Borja, si no tienes la posibilidad de distinguir entre dos relatos históricos, ¿para qué quieres la verdad? En realidad, aquí Nietzsche tenía razón cuando señalaba que no es más que un valor extra con el que tratas de imponer tu relato.
Creo que partes de un error que hace que mi postura sea equívoca: crees que defender que la verdad es una concepto inútil significa defender que los relatos son construcciones fantasiosas que le dan la espalda a la realidad, y yo no afirmo esto, ni por asomo. La historia habla de la realidad, igual que lo hacen la ciencia, la filosofía o, si quieres, la religión. La “información” nunca es una mera colección vaporosa de bits; la información tiene un sentido etológico evidente: necesitamos saber cosas del mundo para poder vivir. El problema es que tu consideras que esa “información” no puede ser “multiforme” y que debe haber una forma “correcta”, “verdadera” de organizar estos “relatos”. Te lo digo con el lenguaje de las “Investigaciones filosóficas”: tu estarías defendiendo que en torno al lenguaje la referencia es lo importante cuando lo que ocurre es que el lenguaje tiene una amplitud mayor; por ejemplo, junto con las referencias debemos aprender una serie de instrucciones de cómo usar esas referencias. Si vas a una tienda de ladrillos y dices “diez rojos” el tendero sabe que debe darte diez ladrillos rojos, pero si un soldado nacional en el frente del Ebro susurra a su compañero “diez rojos” el compañero (salvo que sea autista) no entenderá “dame diez ladrillos rojos”. La organización y utilización de la información no es únicamente referencialista y, por tanto, el tribunar de la verdad, es decir, mostrar que las referencias están equivocadas, no es generalmente a lo que llamamos “razonar” o “dialogar”. Los relatos versan sobre la realidad, pero hay infinitos relatos que pueden versar sobre la realidad sin que tengas criterios más allá de la ascripción por el tuyo propio, que te permitan distinguir entre ellos.
Respecto de lo que me apuntas sobre el “estado líquido” creo que te equivocas en la interpretación de lo que yo llamo “estructura rígida”; creo que lo concibes al modo del armazón de un edificio y yo no lo planteo así. Visto así tendría que darte la razón cuando señalas que los totalitarismos no responden a esta descripción. Pero este no es el caso; he señalado que los estados son gigantescas máquinas de transmisión y procesamiento de la información. Una estructura rígida sería aquella estructura comunicativa en el que tal flujo es “controlado” y el sistema se comporta como un circuito cerrado recorrido por flujos; en una estructura líquida, en cambio, la información controlada y procesada por el estado es mínima y existen numerosos canales de transmisión y procesamiento que escapan al control. Esa destrucción de estructuras de la que hablas no coincide ni por asomo con el concepto de liquidez que defiendo: los totalitarismos destruyen los cauces de comunicación que creen no poder controlar y dejan intactos los canales que creen poder hacerlo. Todorov en “Memoria del bien” señala un hecho importante que creo que ilustra bien esta idea: generalmente los regimenes comunistas exterminaron no sólo a la disidencia política sino también a los revolucionarios más convencidos: Kostov en Bulgaria, Rajk en Hungría, Slansky en Checoslovaquia. Si de lo que se trata es de imponer una ideología falseando la realidad resulta estúpido librarse de sus mejores hombres; pero claro, es que no se trata de esto, sencillamente se trata de controlar el flujo de información por lo que no se permiten varios canales. Contra loq ue se blinda el totalitarismo no es contra la verdad, es contra la información.
El concepto de totalitarismo no es tan operativo como parece. Es dificil decir que el fascismo italiano era totalitario.La Confindustria mandaba más en economía que cualquier ministro.El partido no se atrevía mucho con el ejército.Al DUCE SE LO CARGA el partido y el rey. Y hubo poca represion mortal.
ResponderEliminarSi nos vamos al nazismo, ciertamente el gran capital estuvo un poco más sometido, pero proporcionando pingues beneficios a los primeros espadas.El ejercito tampoco estaba totalmente controlado por el partido, y en cuanto al estado, se solapaban fuerzas y organizaciones, desde los funcionarios al partido o las diversas policías secretas.
Por lo que respecta a los comunismos, la misma estructura organizativa estuvo desde Lenin hasta Gorby y encontramos amplias diferencias en el ejercicio del poder o en su omnipotencia.Lenin gobierna con mano de hierro, pero cuando queda gaga hay en el partido una cierta variedad de opciones hacia el futuro y ciertos contrapesos políticos que se revelaran débiles.El estalinismo tal vez sea el ejemplo prototípico de totalitarismo y el que mejor se acomoda a lo que ha dicho Borja D ESTADO LÍQUIDO DONDE TODO VALE siguiendo la omnipotencia del despota. Aun así, siguió habiendo religiosos, judíos, democrátas, intelectuales, nacionalistas varios.Millones entraban en el gulag, pero también salían( según las ultimas investigaciones,de 20 millones que entraron murieron unos 3 millones. Si el totalitarismo no es capaz de cambiar la conciencia de millones de individuos igual no es tan totalitario como se pretende, probablemente por carencia de medios. Y si otros regímenes pol´iticos hubieran tenido esos mecanismos de control, tal vez lo que nos parece tan excepcional no lo hubiera sido. Que los reyes tenían conciencia de buenos cristianos y aceptaban la ley natural, pero bastaba una buena excusa ( esos pérfidos herejes) para promover el genocidio.
Pero la misma estructura política será la de Kruchev y será destituido por el partido tras sus fracasos( en principio controlaba igual todos los resortes de poder, pero metía menos miedo que el Padrecito.Tampoco es previsible ni explicable desde este punto de vista el derrumbe soviético.Mayor fracaso y pobreza han tenido otros regímenes comunistas que siguen hasta la eternidad.
Para acabar, casi nigun científico social califica al regimen de Franco como totalitario y probablemente, ningún jefe de gobierno concentró tanto todos los poderes del estado, sin ningún mínimo contrapeso. En fin que me parece que el concepto crea más problemas de los que resuelve y no me interesa demasiado, me parece más bien una creacion intelectual que se estrella ante la realidad
De acuerdo Santi... Los historiadores sois imposibles. Tratemos el concepto de TOTALITARISMO al modo platónico, como si pudieramos hablar de un TOTALITARISMO IDEAL, y de ahí hacia abajo.
ResponderEliminarLa sospecha que tengo acerca de lo que llamamos totalitarismo es que, más que el "poder" (los resortes), lo importante es la información. Franco abrió las fornteras y el resultado fue la democracia.
Santi: No creo que el concepto de totalitarismo sea inútil; de hecho, creo que es un acercamiento apropiado a la comprensión de los sistemas políticos tan novedosos que nacieron en el siglo XX y antes nunca se habían dado. Si no, ¿qué concepto utilizamos para aprehender algo políticamente tan nuevo? Ninguno de los anteriores regímenes políticos -ya tratados por los griegos- sirve para retratar una realidad tan excepcional; por ejemplo, el concepto de "tiranía", o el de "despotismo" son incapaces de dar cuenta de lo que el totalitarismo reúne como sistema político total. Ningún tirano, ningún déspota es equiparable a la figura de un Hitler o un Stalin (dejando valoracioones morales aparte). Me parece que, por supuesto, no deja de ser un concepto, un útil que se resuelve en el bosquejo de tipologías destinadas a procurar -sin nunca conseguirlo del todo- la clarificación de un sistema tan complejo como el de la realidad política. Pero me parece que eso no lo invalida....hasta que contemos con instrumental intelectual más adecuado.
ResponderEliminarVoy a meter baza para dar la razón a Santi.
ResponderEliminarYo creo que hay dos cosas de su intervención que merecen ser destacadas:
1. Relativizar la “excepcionalidad del totalitarismo”. Afirma Santi que “si otros regimenes del pasado hubieran tenido los mecanismos de control social (propios del s XX) tal vez lo que nos parece tan excepcional no lo hubiera sido.” Evidentemente es imposible verificar este enunciado pero intuyo que es acertado. En cualquier caso si pretendéis argumentar a favor del carácter excepcional del totalitarismo no es suficiente mostrar que este sólo se da en el siglo XX sino que es una forma de gobierno incompatible con las categorías políticas del pasado y esto no es, en absoluto, evidente.
2. Considero que la forma de proceder de Santi ( a la hora de dilucidar el concepto de”totalitarismo”) es más apropiada que la que sugiere Edu. Edu propone empezar la tarea analizando la idea para luego determinar en qué medida la realidad se ajusta o no a la idea. Santi prefiere analizar los regimenes que convencionalmente han sido caracterizados como totalitarios para determinar cuál es la cualidad común que comparten (si la hay). Viejo dilema este: idealismo vs materialismo. El procedimiento de Edu es el que propone Porfirio al ir de los géneros hasta las especies, introduciendo en cada paso la diferencia específica pertinente, lo que nos permite dar cuenta de lo particular a partir de un concepto genérico (Básicamente lógica aristotélica) Por razones que ahora no voy a exponer pero que podéis imagiar, este procedimiento no es adecuado para una filosofía que pretende dar cuenta del mundo en que habitamos (y Edu que ha leído a Nietzsche, lo sabe bien)
Por último, Santi tampoco ha demostrado que el concepto de totalitarismo sea oscuro, confuso o contradictorio. Así que las espadas están en alto.
Perdonadme que entre como un elefante en una cacharrería, con lo que voy a poner, pero me parece muy extraño que no hayáis planteado la variante que relaciona totalitarismo y relativismo.
ResponderEliminarA mi esa relación me ha parece bastante clara, y sino leamos que apuntó Rauschning de su entrevista en 1933 (editado en español 'Hermann Rauschning, Hitler me dijo, Madrid, Atlas, 1946.)
El por aquel entonces el entonces canciller alemán sentenció cosas como:
“No existe la Verdad, ni en el terreno la moral ni en el de la ciencia".
"La idea de una ciencia separada de toda idea preconcebí sólo ha podido nacer en la época del liberalismo: es absurda."
"La ciencia es un fenómeno social..."
"El eslogan de la 'objetividad científica' es sólo un argumento inventado por los queridos profesores..."
"Lo que se denomina crisis del Saber no es más que el hecho que esos señores comienzan a darse cuenta de que su "objetividad" y su 'independencia' les han llevado a un callejón sin salida. cuestión elemental que hay que plantearse antes de emprender cualquier actividad científica es: ¿quién quiere saber alguna co quién quiere orientarse en el mundo que le rodea? La respuesta entonces evidente: no puede haber ciencia más que en relación un tipo humano preciso, a una época determinada".
"Existe claramente una ciencia nórdica y una ciencia nacional- socialista, y deben oponerse a la ciencia judeo-liberal que, adem ha dejado de cumplir su función y está destruyéndose a sí misma”
Con esto no quiero decir que quien sea relativista sea totalitario o nazi, pero si que el relativismo es una condición necesaria -históricamente- para el desarrollo del totalitarismo. Y no creo que sea algo muy extraño, en tanto me parece muy claro que un estado o una ideológía totalitaria necesita negar la especificidad del conocimiento como tal en favor de la supremacía de la ideología.
Saludos
A ver...
ResponderEliminarPuedo estar de acuerdo con la consideración que hace Santi y Osvar acerca de la no excepcionalidad del totalitarismo; de hecho el análisis que propongo, pese a lo que sugiera Borja, sirve para comprender tanto el Totalitarismo como el resto de modelos sociales, puesto que se hace conforme a la categoría de "información" y de esta sustancia ha habido en todas las sociedades.
En segundo lugar creo que Oscar va demasiado deprisa al atribuirme una consideración del análisis que no hago; lo hace evidentemente porque no aclaro muy bien lo que quiero decir (en el fondo entender la "racionalidad" como una tarea de "traducción" más que de "iluminación" es algo que se pone de manifiesto todo el tiempo en "Feacios"). En realidad, Oscar, quiero decir algo mucho más simple que todo eso: para hablar necesitamos palabras y la palabra "Totalitarismo" es una categoría que es válida pues alrededor de eso se ha montado esta conversación. Por supuesto que Santi debe tener razón y los totalitarismos no estuvieron a la altura de la idea que tenemos de ellos, pero si siguieramos siempre el movimiento de los historiadores, al final, terminaríamos hablando exclusivamente de una manera ostensiva, señalando las cosas con el dedo. Y no insinuo que lo que dice Santi carezca de valor, al contrario: mostrar que hay otra perspectiva de ver las cosas ya digo que es, para mi, la principal tarea de la historia (y también de la filosofía). Lo que sí que está claro es que, para hablar de algo, debemos partir de algo: cuando digo "al modo platónico", me refiero más bien a que hagamos lo que hacemos aqui: "¿el totalitarosmo es eso? ¿no?... pues hablemos", presentando hipótesis y echándolas abajo; ¿no es eso la dialéctica? ( de esta última afirmación me huelo que Borja sacará "oro"; pero ya tengo la contestación cargada)
En cuanto a Joaquín: me parece muy interesante lo que dices, sin embargo, no creo que debamos tomar esas palabras como algo que sentencia el debate. Los Nazis pueden tener la opinión que quieran sobre el Nazismo y después estamos nosotros. También Franco hablaba de su régimen como de una "democracia".
Además, creo que partes de una concepción demasiado simple de lo que es relativismo que, de hecho, está muy alejada de mi propia postura. Realmente piensas que mi postura tiene algo que ver con el "todo vale" y nada que ver. Habeis hecho vuestra la idea de que, tras la muerte de dios todo está permitido y claro, si fuera así, yo también clamaría por su retorno. Pero no es así.
Yo no digo que la verdad no exista, digo que desde luego no es un criterio para decidir y discriminar en la mayoría de las situaciones. Precísamente porque la verdad es algo demasiado simple como para suministrarnos una herramienta útil a la hora de decidir cuando los problemas son complicados. Por eso, al final, la verdad se transforma en únicamente un valor para dotar de una fuerza extra a algunos relatos frente a otros.
Borja está muy callado; me huelo que en breve nos sorprenderá con un artículo demoledor... huele a pólvora
A Don Cógito.
ResponderEliminarTal y como yo lo veo los regimenes totalitarios no son relativistas en absoluto; por el contrario su vocación dogmática es la que propicia que relativicen "otras verdades”.
El fascismo encumbra a la condición de fundamento ontológico las nociones de “patria”, “raza”, “destino” … y a su lado palidecen la “verdad científica” los “derechos humanos” o la “investigación histórica” . El comunismo por su parte hace otro tanto con sus conceptos clave: “proletariado” “lucha de clases” “dialéctica” etc.
De todas maneras creo saber por donde vas: la falta de valores y principios morales en la población favoreció la aparición y el triunfo de programas políticos totalitarios…Pero esa es, creo, otra historia.
Pdt. Edu: aclarado el malentendido. Yo también me apunto a eso de presentar hipótesis y echarlas abajo.
Eduardo...
ResponderEliminar"me" haces unas comparaciones históricas que hacen pensar que si, que algo de “todo vale” hay en lo que dices.
Por ejemplo esa forma de decir que el franquismo se presentaba como democrácia, no es cierto... se hacía llamar democracia ORGÁNICA, de igual manera que por allá en el Este había democrácias POPULARES. Tales adjetivos siempre denotan una concepción falsa, una máscara de lo que NO es una democracia.
Igualmente lo que dices más arriba sobre China... en fin. Eso de comparar las barbaridades hechas en Occidente (a menos que incluyas en Occidente a la Alemania Nazi y al Sistema comunista, ideologías que querían -justamente- ir "más allá" del Corrupto y Cosmopolita Occidente) que las realizadas en la China nacida de la Revolución, no es conocer, por poner un pequeño ejemplo, que, cuantitativamente la mayor masacre hecha en el siglo XX, no lo hizo Hitler, ni Stalin, sino Mao por medio de una “reforma agraria” e industrialización (“El Gran Salto Adelante") que se llevó por delante tanta población como la que hay ahora mismo en España. Y hombre, evidentemente, sombras en la historia de Occidente y de España, las hay y muchas, pero algo parecido, pues no.
Con esto no quiero ser pejiguero, pero reconozco tales comparaciones y paralelismos me hacen desconfiar mucho en el fondo de lo que dices.
PD: Es cierto, que proporcionalmente, la mayor barbaridad (no hablo, como ves, de genocidio, termino que se usa ahora igual para un roto que para un descosido y que no encajaría del todo en tales masacres -no fueron eliminadas millones de personas por pertenecer a una etnia, sino por ser "obstaculos" para el desarrollo de la Revolución) fue, por supuesto en Camboya. En donde en poco menos de tres años fue eliminada uan tercera parte de la población...¿Cual era la ideología? en fin...
Muchos saludos
Oscar... ya veo lo que me has puesto mientras que estaba escribiendo una constestación a la aanterior entrada a Eduardo...
ResponderEliminar.... te constestaré más tarde ya que me estoy quedando sin batería, pero no veo por donde se puede separar respeto por la verdad y valores y principios morales. No son lo mismpo pero algo de relación tienen ¿no?
De todas maneras muchos saludos
.... quiero decir "Saludos", simple y llanamente "Muchos Saludos"
ResponderEliminarYa adevertía Joaquín que sobre China no sabía mucho, así que entiendo que elr eproche es, más a mi ignorancia que a otra cosa. Con la comparación con la "democracia" de Franco sólo quería señalar, precisamente, que tomar las cpnsideraciones de los nazis acerca del nazismo, igual que las consideraciones de los franquistas acerca del franquismo, no tiene por qué ser el criterio que oriente nuestro análisis. Precismente el reproche que tu me haces es lo que pretendía señalar; nadie se toma realmente en serio eso de la "democracia orgánica". ¿por qué vamos a tomar en serio entonces las palabras de Hitler?
ResponderEliminarDe todas formas, el debate no va por donde pretendía ya que precisamente vengo a señalar que usar categorías como "relativismo" o "verdad" es algo completamente inútil. Me da igual que los nazis vengan a señalar que son nihilistas o Franco sea tradicionalista. Pretendía mostrar que un criterio para comprender las sociedades puede bien ser el control de la información. Y en este punto, ya puedes señalar que unos u otros creyesen en Cristo bendito, pero lo que sí hicieron precisamente es controlar la información de forma global. Y lo que vengo a señalar, repito, es que lo que realmente le hizo daño a esos modelos de estado, que llamamos totalitario, no fue el "desvelamiento de la verdad" frente al que son inmunes, sino el flujo y movimiento de la información (al margen de que ésta sea verdadera o falsa).
PD. Parece que ya me han colgado el cartel de relativista y diga lo que diga me vais a acusar una y otra vez de lo mismo.
Joaquín dijo: "PD: Es cierto, que proporcionalmente, la mayor barbaridad fue, por supuesto en Camboya. En donde en poco menos de tres años fue eliminada una tercera parte de la población...¿Cual era la ideología? en fin...
ResponderEliminarNo entiendo, además Joaquin, esa desconfianza y esos comentarios que me lanzas; no voy a ser yo quien venga aquí a defender el totalitrarismo ruso, alemán o caboyano. Creo que estás entrando en un debate con "poca chica". No creo que se trate de determinar cuál de esos estados exterminó a más gente y, por ende, qué ideología deberíamos considerar más maliciosa, si el comunismo o el fascismo. Si me has entendido por ahí, entonces me he explicado muy mal. Nunca he defendido ninguno de los dos y esas comparaciones no escondían nada "desconfiable". Puestos a pensar mal, cabría deducir de tus palabras que entre los nazis y los comunistas elegirías a los nazis, y no voy tan lejos porque te conozco
Bueno Eduardo, no "me seas"...
ResponderEliminaracaso serás "NUESTRO QUERIDO" relativista.....
¿Que haríanos (y lo digo de verdad ) sin ti?
Muuuuuuuchos saludos..............
Bueno Eduardo ya he vuelto a casa (me había quedado sin batería) así que ya podré contestarte en extenso a lo pienso de la relación entre “relativismo” y totalitarismo. Veamos, no digo que tal “relativismo” lleve al totalitarismo, simplemente digo que no es capar de evitarlo, ni de impedir su militancia en él.
ResponderEliminarSe por supuesto que tu Eduardo, eres una persona incapaz justificar tales aberraciones y que, justamente, lo que intentas es criticar todos los abusos que ciertos fanáticos han han provocado, provocan o provocarán. Y creo que en tal crítica es necesaria. Pero, de verdad, no pienso que esta sea la solución.
De todas maneras, quizá me equivoque y no te haya entendido. Por eso te invito a que me aclares este punto ya que, sinceramente, me preocupa.
Un fuerte abrazo
Bueno, yo no he dicho que no sea un concepto con una cierta utilidad, sobre todo en las conversaciones de café.Digo que plantea tantas dudas como resuelve.Si al fascismo italiano no se le puede considerar totalitario, entonces no nos permite definir al fascismo como tal.
ResponderEliminarsI decimos que EL FASCISMO es igual que el comunismo estamos faltando a la verdad.Hay algunas semejanzas? las hay.También las vemos entre el fascismo y otros sistemas autoritarios y sin embargo no son lo mismo. Con lo cual creo más operativo para describir la realidad los conceptos de fascismo y comunismo.Estos sistemas se asemejan en la primacía del estado sobre cualquier otro poder, lo dominan y se insertan en él a traves del partido único y tiene un importante aparato represor como vehículo de coercion y socialización. Y ya está.
Los separan tantas cosas o más. Ni su genealogía, ni sus fines, ni su doctrina intelectual. Ni su organizacion económica, política. Ni su universo simbólico ( y en ellos va la socialización, la identidad, su proyecto vital).
Explorando la realidad puedo inferir un fascismo genérico( aunque es tarea costosa( Linz y Payne hicieron un trabajo notable).
tAMBIÉN VEO un comunismo genérico. En cambio el totalitarismo conceptual me dice poco de esos sistemas políticos.
El debate surgió cuando Ernest Nolte pretendió equiparar fascismo y comunismo como resultado de las tensiones aparejadas a la modernización económica, el fortalecimiento del estado y las mejoras en los metodos de socializacion y coerción,todo ello sumergido en la fatal arrogancia de que es posible dirigir las acciones humanas hacia un amejoramiento. Esto vale para cualquier sistema político del siglo xx.
Don Cogito, de nuevo te digo: Mejor prudencia a la hora de enjuiciar a esos pérfidos orientales. Los europeos u occidentales hemos provocado genocidios a mansalva, guerras mundiales devastadoras ( y aquí las democracias fueron responsables de mucha sangre inocente) Imperialismos terribles ( lo del Congo belga es alucinante). Y el capitalismo es también una bestia que alimenta conflictos sin fin
Edu, esto está muy “parao”, vamos a jugar a lo de las hipótesis:
ResponderEliminar-Sócrates. ¿dices que el “estado líquido” es aquel que no controla la información y permite múltiples discursos?
-Edu. Lo afirmo.
-S. ¿Es por tanto el estado sólido el que ejerce un férreo control sobre la información y no permite la proliferación del múltiples discursos?
-E. Así es.
-S. Y dime, Eduardo: ¿es el estado totalitario un ejemplo de estado sólido?
-E. Sí, por Zeus, puede que es caso más paradigmático de lo que entiendo por un estado carente de “potencial de licuación”
-S. ¿Es el estalinismo un caso de estado sólido?
-E. Sin duda.
-S. ¿de qué manera controlaba el régimen soviético la información?
-E. No te entiendo Sócrates ¿Qué quieres decir?
-S. Te pregunto si el estado soviético tenía a su servicio a una pléyade de censores que imponían una férrea censura
-E. No exactamente. Por lo que mi amigo Santi me ha contado no era necesario un control de ese tipo porque el miedo era tal que nadie osaba sostener opiniones contrarias al régimen y aun así muchos eran detenido y enviados al gulag.
-S ¿Cómo ejercía el control entonces el régimen stalinista?
-E. Era más bien una especie de control de la conciencia. Como dice mi amigo Borja, el estado totalitario supone un desbordamiento del ámbito de influencia del estado de tal modo que nada quedaba al margen de su control.
-S. ¿Por ejemplo?
-E. No existía algo así como la vida privada. Toda expresión podía acarrear problemas con la autoridad. El miedo ocupaba todo el espacio de la vida humana. Cualquiera podía ser un delator, incluso uno no podía estar completamente seguro que, bajo determinadas circunstancias, no podía convertirse también en uno de ellos. Así que era preferible no hablar y no escuchar y a pesar de todo una persona podía acabar en la cárcel si, por ejemplo, tiraba a la basura un periódico en el que hubiera una foto del Padrecito o cosas por el estilo.
-S. Parece una pesadilla
-E. Así era.
-S. Pero me pareció que afirmabas que no existían censores (o no más que en otros regimenes como la España franquista)
-E. El control era de tal índole que hacía innecesario la labor de los censores: los ciudadanos se vigilaban unos a otros y el estado intervenía para imponer castigos más que para vigilar.
- S ¿dirías por tanto que la característica más peculiar del estado estalinista era “el control de la información”?
-E. Tal y como lo planteas, Sócrates, podíamos decir que el control de la información solo era una pequeña parte del tipo de control que ejercía el régimen.
- S Así pues el estado estalinista no se define de manera (digamos “esencial”) por el control de la información.
- E. Lo admito.
-S pero si el estado sólido no se define de manera esencial por el control de la información ¿sigues sosteniendo que los estados que tú llamas líquidos y que yo simplemente llamaré “buenos” se definen basicamente por la ausencia de control de la información? ¿no es más cierto que un “buen” estado se define por una serie de parámetros como pueden ser: la separación de poderes, la justicia social, la igualdad ante la ley, la participación ciudadana, el sufragio universal, la educación pública, la seguridad social…y claro, también la ausencia de control de la información por parte del gobierno de tal modo que lo que tomas por piedra angular del sistema no es más que una característica del “buen estado” que aún está por definir? ¿no es acaso este no-control de la información más un síntoma de pluralismo político, que la clave del “buen estado”? ¿no sería más sencillo afirmar que aquellos sistemas políticos que admiten el pluralismo político no controlan la información? ¿ no es suficiente para definir el “buen estado” acogerse a la definición de Estado que viene recogida en el art 1 de la constitución cuando define a España como “un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.”? ¿no es esto lo que tú llamas un “estado líquido”?
-E ????
Je je je...
ResponderEliminarIngenioso Oscar, ingenioso aunque no me veo del todo reflejado en mi papel de Galucón bobalicón.
Le diría a Sócrates algunas cosas para que las tuviera en cuenta:
- En primer lugar no creo que el "censor" tenga por qué ser el paradigma de lo que llamo "control de la información". El censor, más que un freno de la comunicación es ya un procesamiento de la información, perod e una información que de una u otra manera tiene cauces, aunque sea cauces limitados. Hoy mismo he estado leyendo a Todorov (Memoria del Bien, Tentación del mal): señalaba la diferencia entre el régimen Stalinista y lo que vino después explicando que si Grossman hubiera intentado publicar "Vida y Destino" en vida del padrecito seguramente habría terminado en un "Campo". Pero cuando lo quiso publicar la censura lo echó para atrás y la KGB capturó todos los originales. Sin embargo no debió destruir todos los ejemplares porque años después se pudo publicar en Rusia esa obra. Con esto quiero decir: la censura no es un medio de control de información, sino un medio de procesamiento y hay una diferencia entre información y procesamiento. El procesamiento siempre tiene como resultado un "movimiento adaptativo", impedir la comunicación no. Un ejemplo: puedes ver un pastel y decidir no comértelo, pero si no lo ves, no hay decisión.
Cuando hago referencia al "control" o a la limitación de canales, me refiero precisamente a esta clausura, no a un procesamiento de la información que, después, a modo de feedback actua sobre la información que procesa. Todos los estados (todas las sociedades) son estructuras de procesamiento de la información. Los estados totalitarios hacen esto, como todos, pero además pretenden incluir dentro del mismo sistema todos los cauces de transmisión. Cuando hablod e controld e la información me refiero a algo más simple: se controlan todos los medios de transmisiónd e información y, por tanto, la censura no es necesaria porque se hace circular siempre una mayoría de información que ya ha sido procesada. Las democracias, al contrario que esto, deben pocesar mucha más información cuya fuente no son las estructuras estatales.
Está bien que te refieras al pluralismo; precisamente esta tarde estuve escribiendo una entrada fallida acerca del pluralismo señalando esto mismo que apuntas: en el fondo lo que estoy diciendo es que las sociedades plurales son mejores (en un sentido etológico). De aquí surge mi "prurito" posmoderno, supongo.
Sin embargo me sigue pareciendo pertinente el análisis atendiendo a la información; Rorty señala que lo que hace preferible a unas explicaciones frente a otras es que usan palabras que permiten ampliar los campos de comprensión; por ejemplo, la "gravedad" de Newton permitió hablar del cielo y de la tierra en los mismos términos, o la "evolución" de Darwin hace que entendamos todos los seres vivos desde un mismo léxico.
Pues es que pienso que hablar sencillamente de "información" permite entender todas esas "cualidades" de las que hablas (la separación de poderes, la justicia social, la igualdad ante la ley, la participación ciudadana, el sufragio universal, la educación pública, la seguridad social) como el aspecto externo de un mismo fenómeno: el flujo de bits, que diría Shanon. Todas estas estructuras están hechas precisamente para harantizar que la información se mueva. Los Totalitarismos (si podemos hablar de ellos después de la crítica de Santi) son anomalías sociales que limitan la entropía.
En fin, me temo que con toda esta teorización sobre el "estado líquido" estamos -horror!- en cierta manera dando vueltas de manera indirecta sobre el tema del totalitarismo sus orígenes y definición. Quiero decir, que parece como si Eduardo esté planteando un "estado líquido" como contra-imagen de cierta idea del totalitarismo que tiene.
ResponderEliminarSe que con esto estoy, quizá, haciendo una caricatura de lo que dice el amigo Ed (si es así, aqui van mis disculpas) pero estoy seguro que si nos diera una definición o aproximación a lo que es para él totalitarismo y totalitario, un poco más concreta de la que nos ha dicho hasta ahora (para ser una anomalía social, el totalirarismo se da con una facilitad pasmosa...) nos ayudaría a entender que significa "Estado líquido"
Saludos
Edu, en el fondo estamos de acuerdo. No valee la pena seguir con esto. Ocurre que tú has aplicado un nuevo "léxico" (muy inteesante, por cierto) a los problemas tradicionales de la filosofía política y otros estamos más cómodos con las categorías tradicionales (libertad, pluralismo, igualdad etc); pero al fin y al cabo no hay diferencias importantes ni en el diagnóstico, ni en la terapia.
ResponderEliminarSaludos
En esto Joaquín, estoy con Santi; no creo que el "Totalitarismo" sea una entidad nueva que debamos considerar al margen de otras estructuras sociales. De hecho, lo que vengo a proponer e un análisis que es capaz de comprender tanto la Democracia como el Totalitarismo usando las mismas categorías; atendiendo fundamentalmente a la información. Digo "información" de manera deliberada utilizando el léxico de Shanon, quien tiene una teoría interesante acerca de cómo tratar el conocimiento al margen de su contenido de forma exclusivamente matemática (evitando así cuestiones como la semántica de la verdad). Lo que vengo a decir es que, puesto que desde la conciencia hasta los estados, pasando por estructuras intermedias como la familia, podemos comprenderlas como "procesadores de datos". La conciendia humana, por ejemplo, es una estructura biológica que permite procesar mucha más información que, por ejemplo, el limitado sistema nervioso de una hormiga.
ResponderEliminarLas demás estructuras responden a este mismo patrón: el hombre, al inventar la cultura, no hace sino inventar una forma nueva de transmitir información, procesarla y volver a transmitirla. Los estados son estructuras de hacer esto, precisamente. Todos los estados hacen esto y, puesto que son estructuras creadas para este fin, tienen la tendencia a ser ellos mismos emisores y procesadores de información. En eso no se distingue el totalitarismo comunista de la sociedad democrática o del régimen feudal; la diferencia, si me lo permites es histórica: el desarrollo de la técnica permite nuevas formas de transmisión de información, y también de procesamiento. El estado totalitario no es más que la solidificación de las estructuras en la época de la "técnica desatada", que diría Heidegger. No ocurrió antes sencillamente porque antes no existieron radios ni televisiones ni periódicos. Todos los estados tienen tendencia a la solidez (como cualquier otra estructura) y cuando son demasado sólidos terminan por romperse, puesto que son incapaces de procesar toda la información en una misma dirección: la imprenta acabó con el estado feudal y la radio y la televisión lo hizo con el régimen comunista soviético.
Tiene razón Oscar cuando señala que, en el fondo, no hago sino decir las mismas cosas que venimos defendiendo en feacios, pero con otras palabras; pero cambiar de léxicos es lo que nos permite (a mi por lo menos), en este caso, no clamar contra el presente como si el diablo hubiera hecho acto de presencia entre nosotros a través del totalitarismo; Satán siempre nos ha acompañado. Léxicos así nos permiten, entre otras cosas, curarnos del pasado y que por nuestras mentes no se cuelen pensamientos nostálgicos del tipo: "cuando estas cosas no pasaban"
Antes de nada, perdoname Santi por no haberte contestado antes... no mi idea sobre Oriente o sobre las civilizaciones "no ocidentales" es tan negativa como piensas (admiro por ejemplo cierta poesía japonesa o me gusta de vez en cuando leer el Popol Vuh) ni mi idea sobre Occidente es, ni mucho menos, de una admiración rendida. Simplemente digo, que en ciertas cuestiones como pueden ser la de la libertad individual o la división de poderes, son, aún con sus puntos oscuros (puntos oscuros que tiene toda idea), a pesar de los pesares irrenunciables; y que tales cuestiones, sino enteramente occidentales (seguro que hay algún esbozo interesante, fuera de occdidente) son de matriz y desarrollo puramente occidental.
ResponderEliminarRespecto a lo que entiende Eduardo por totalitarismo, aún estando de acuerdo de la necesidad, para la existencia de tales sistemas, de una "tecnica desatada", creo que tal "desmelene tecnico" parte no tanto de la propia tecnología, sino de la destrucción de ciertos límites. En este aspecto, siempre me ha parecido interesante echar mano de ciertos libros o autores absolutamente alejados de la Academia (y reconozcámoslo, un poco "pá llá") como Blake o Swedemborg. Tambier Goethe en su Teoría de los colores aporta cosas interesantes al respecto. Perto eso sería tema de otro día y de otra entrada....
Saludos
¿de qué depende el desmelene técnico?
ResponderEliminarNo es una pregunta baladí; de hecho bien podría ser considerada "la pregunta". ¿De sobrepasar ciertos límites?.. no lo creo; ésta me parece una respuesta demasiado simple. El problema de la técnica es que realmente uno no sabe realmente a dónde nos va a conducir. Esos límites de los que hablas, Joaquín, generalmente se superan unos cuantos años luz antes de darse cuenta de que se han superado por lo que hablar de límites es más un lamento que una decisión. Volvemos a la nostalgia... aquellos buenos tiempos en los que esto no pasaba...
... reconóceme que lo de "desmelene técnico" está a la altura de "ser-en-el-mundo". ¿Cómo sonará en alemán? ¿OhnemähneTechnische? (Ohne=sin, Mähne=Melena, Technische=técnica)
ResponderEliminarEn fin, bromas aparte, estoy de acuerdo con que ese es sino el tema principal uno de los más importantes. A proposito de esto, hay un pequeño texto de Albert O. Hirschman que si bien no habla de la técnica, toca siertos temas que creo quetienen relación y otros que bastante a menudo tocamos por feacios y que voy a colgar en la Academia feacia. es un texto muy rico que, creo, continúa lo que estamos tocando aquí dándole "otra vuelta de tuerca" (Ein weiteres Drehen Sie die Schraube, en alemán)
ale colgado queda.
ResponderEliminarEl textito se llama "Doscuentos años retórica reaccionaria".
Espero que sea de su interés