El ironista reúne tres condiciones. En primer lugar tiene serias dudas acerca del léxico que utiliza para describirse a sí mismo y a la realidad, dado que ha conocido diversos léxicos en los que se pueden describir los acontecimientos y con los que puede identificarse alternativamente. En segundo lugar, se da cuenta de que cualquier argumento a favor o en contra del léxico que utiliza no puede ni afianzar ni eliminar esas dudas. Y en tercer lugar, si filosofa en torno a su propio léxico, no piensa que sus palabras estén más cerca o más lejos de la realidad que las palabras de otros.
Lo contrario del ironista es el metafísico; el metafísico es aquel que se pregunta por el significado de palabras como “justicia”, “moralidad” o “filosofía” en sentido literal. La mejor caracterización del metafísico sigue siendo la que hizo Heidegger al definirle como aquel que pretende reducir el ser a la presencia; el metafísico piensa que puede remitir sus palabras a algo presente, claro, determinado, real. El ironista, por la contra, no puede preguntar sobre estas cuestiones en sentido literal porque no tiene una respuesta clarificadora para tales cuestiones; el ironista trata de referenciar tales palabras no al presente, sino al futuro. El problema es que el futuro, contrariamente al presente, es algo completamente indeterminado, algo difuso e inespecífico. Por eso una de las virtudes morales más importantes del ironista es la esperanza; espera que las cosas que hace y que dice, arrojen significados futuros sobre la justicia o la moralidad que mejoren la vida de las personas, aún cuando no sabe determinar bien en qué pueda consistir todo eso. Adopta la actitud del poeta heideggeriano: permanece pendiente de que las herramientas que hemos usado para llegar hasta aquí hayan sido las adecuadas (esto el alemán lo llamaba “permanecer a la escucha”).
Este modo de pensamiento que resulta altamente inespecífico lo comparten, entre otros, Nietzsche y los pragmatistas americanos, a los que se les ha acusado de puerilidad en base, precisamente, de que no les parece interesante la delimitación presente de los significados. Eso mismo hace Nietzsche cuando habla poéticamente del hombre futuro.
Los ironistas están de acuerdo con Davidson y con Wittgenstein en que no podemos traspasar los límites del lenguaje en el que nos expresamos y compararlo con algo que ya no sea lingüístico. Pero también defienden con Heidegger, la contingencia e historicidad de ese mismo lenguaje. Los metafísicos, frente a esto, reaccionan acusando a los ironistas de relativistas y reivindican la posibilidad de remitir de forma primaria nuestro lenguaje a la realidad, es decir, a los hechos. Los ironistas, se defienden de la acusación de relativismo afirmando que la “representación” no es la única forma de relacionarse con la realidad y que los léxicos, más que representar a los hechos, son causados por ellos, lo que no puede indicar que uno de estos léxicos, sea un mejor o peor efecto, y por tanto, podamos decir que es más verdadero que otro, más representativo.
Para los ironistas los distintos léxicos deberían considerarse, como ha apuntado Davidson, como herramientas para hacer cosas, acciones que pretenden producir un efecto en el mundo (que a su vez están motivados por exigencias que nos presenta el mismo mundo). Vistos así, los distintos lenguajes se dejan fiscalizar en el tribunal de la verdad; a lo sumo nos podemos preguntar si las cosas que decimos son o no adecuadas para las cosas que pretendemos conseguir, aún cuando la mayoría de las veces no tenemos la posibilidad de anticipar con claridad cuál es el uso real de un léxico. Por esta razón, mientras que los metafísicos se preguntan por la distancia existente entre sus palabras y los hechos, considerando que algunas de sus palabras ya pueden ser tomadas como representaciones reales, los ironistas se preguntan acerca de si estarán en la tribu adecuada y usan el lenguaje apropiado para conseguir sus fines. Esto nos lleva, de nuevo, a la virtud de la esperanza; los ironistas tienen la esperanza de que el léxico que utilizan tenga en el futuro unos efectos deseables. No obstante, lo que sí podemos hacer, es denunciar un léxico que tiene unas consecuencias reales sobradamente contrastadas: es el caso del nacionalismo o del comunismo que, aún cuando pudieran surgir desde unas situaciones contingentes muy diferentes y ciertas “esperanzas deseables”, han devenido con el tiempo, en dos buenos instrumentos de dominación en los que resulta difícil excluir la crueldad.
Para el Ironista los lenguajes no tienen como propósito la búsqueda de verdades mientras que para los metafísicos sí. A las verdades que los metafísicos se toman en serio, el ironista las denomina “trivialidades”, puesto que sólo son un conjunto de recetas simples y fáciles para inculcar y extender ciertos léxicos. Cosas como “todos los hombres desean por naturaleza el conocimiento”, “la verdad es independiente de la mente del hombre”, “el hombre es un animal racional” o “los seres humanos difieren de los animales por poseer una parte divina”. Un metafísico, cuando renunciamos a una vieja trivialidad y adoptamos una nueva, afirma que ha descubierto un hecho, está más cerca de la verdad; un ironista entiende que hemos hecho un cambio motivado por nuevas exigencias propuestas por la realidad. Por esta razón, los metafísicos consideran a los europeos como una clase especial de hombres dotados de habilidades extraordinarios para hacer nuevos descubrimientos, mientras que los ironistas entienden únicamente que es una cultura ávida de cambios que se le da bien sustituir unas palabras por otras.
Los metafísicos con vocación liberal, como es el caso de Habermas, que reivindican la absoluta necesidad de ciertas libertades políticas, consideran que tal necesidad se puede remitir, en última instancia, a la existencia de un núcleo común, por ejemplo, la racionalidad, la cual exige un consenso “razonable”. Para un ironista, la existencia de tales libertades no necesita justificación alguna más allá de su propia deseabilidad. Para éstos, lo único que importa para una sociedad democrática es la idea compartida de que lo importante es la libertad, y no la verdad o el bien. Libertad aquí significaría, a mi entender, (algo que no formula Rorty en estos términos), un creciente aumento de la información y, por lo tanto, del cambio de unos léxicos por otros mediante nuevas redescripciones.
Tal y como lo describe Rorty, el aglutinante social en una democracia, consistiría en un amplio consenso que consistiese en dar a todos la posibilidad de crearse a sí mismos según sus capacidades. Tal como lo veo yo lo que aglutina a una sociedad democrática es la existencia de tal flujo de información que resulta sencillo la sustitución de unos léxicos por otros, así como la creación de otros tantos nuevos. De esta forma tendríamos que una sociedad liberal puede ser comprendida también como una sociedad ultramoderna, en la que el ser coincide con la novedad y el hombre experimenta su propia situación como temporalidad y contingencia, tal y como lo entendía Heidegger.
Extraordinario artículo, Eduardo, muy potente y provocativo.Confieso que los metafísicos tienden a darme miedo, con sistemas linguisticos cerrados que se adueñan de la realidad y tratan de someterla.También, las pocas vecs que he leido sobre los pragmáticos americanos me ha impresionado su vision del lenguaje como herramienta para la supervivencia( estas vacaiones me voy a leer el Club de los metafísicos, que me han dicho que está muy bien).
ResponderEliminarSin embargo, y hablando desde la ignorancia y el atrevimiento del profano, ¿ acaso no es cualquier reflexion sobre el significado un ejercicio metafísico? no estais haciendo tu y Rorty lo mismo cuando os remitis al lenguaje como sistema cerrado( aunque sea contingente y su genealogía historiable?).
Por otra parte no entiendo un par de cosas: En virtud de que juicios te atreves a decir que el nacionalismo o el comunismo no son deseables?Eso sólo es una interpretacion linguistica de la realidad y sólo vale para impenitentes liberales como yo.De hecho, cuando cayó el Muro , EL 90% DE LOS IZQUIERDOSOS del mundo lo consideró una tragedia y hay que ver cómo disfrutan con la crisis del capitalismo.Por otra parte te diré que el nacionalismo cha sido y continua siendo el cemento de la comunidad política en los sitemas liberal-capitalistas.Al final cualquier lenguaje tiene que hacer referencia al mundo ,porque existe biológicamente para interpretarlo y tratar de adaptarse a él.Cualquier lenguaje compartido implica una comunión de significados.Además los módulos del cerebro y la mente humanas están construidos para aprovechar la racionalidad para fines adaptativos( las generalizaciones y los silogismos son más primigenios y universales culturalmente de lo que a los occidentales nos gustaría creer.Nos sirven para adaptarnos mejor a la realidad.
Esto me lleva a la cuestión mayor de la temporalidad humana, esa vision del hombre como ser de posibilidades, de límites y lejanías, que tal vez lo definen como especie segregandolo y subrayando su extrañeza en el corpus biológico, vision por lo demás muy hermosa, pero en la que pareces olvidarte del sustrato biológico que comparte con las demás especies, a saber, el Pasado.pUES EN VERDAD las limitadas posibilidades del humano y las mucho mayores de su lenguaje, se construyen desde el limitado margen del pasado, ese camino tan restrictivo.La informacion biológica y la información cultural se estrellan contra el humano que aprehende lo que puede y acumula lo que puede de los antepasados.Esa información perduró por la objetividad tautológica de la supervivencia y aquí no valen subjetividades linguisticas.Los seres vivos son sobre todo, seres de Historia.
Vistas así las cosas, tu teoría de la información como sustrato de la política resulta bastante operativa, en el sentido que permite la busqueda de un mejor nicho adaptativo.Aquí entraríamos no obstante en como se perpetúa, se replica o se adapta un meme( cosa que nadie ha sabido todavía explicar satisfactoriamente). Puede ser porque un meme favorece la supervivencia individual, la grupal, puede ser un subproducto no deseado, por selección sexual, por parasitismo memetico( esas canciones pegadizas), porque el meme se protege( el tabú),por como funciona el cerebro modular,( la necesidad de la narración),por perspectiva intencional del mundo, por que una clase social se apropie de los principales mecanismos de socialización( que son muchos y no se deben reducir al pael del estado.En fin que el meollo del asunto no es la cantidad o la diversidad de la información, sino como se organiza el acceso a la misma y que necesidades biológicas satisface
En este tema, como en otros, mi desacuerdo contigo se da dentro de un marco común compartido que podemos resumir en la tesis de Peirce y Davidson que afirma que “los distintos léxicos no son más que herramientas para hacer cosas”. Totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarA partir de aquí empiezan las divergencias.
1- No me gusta el término rortyano de “ironista”, presupone un abandono de una noción que aún considero valiosa. Sí, efectivamente, es la que piensas: la noción de “verdad”. Una verdad es una “buena creencia” que contribuye a organizar en integrar el conjunto de nuestra experiencia o mundo. La teoría de la evolución es “más verdadera”que la del diseño inteligente porque encaja mejor con el conjunto de nuestro saber que la teoría rival. La astrología no es un léxico que genere “verdades” porque sus enunciados son contradictorios con otros que tenemos firmemente establecidos. Y así sucesivamente. Y ¿Por qué es un valor integrar y cohesionar el conjunto de la experiencia? Porque el individuo, grupo o cultura que cuente con una “superestructura” (o léxico) suficientemente poderosa aumenta su…”voluntad de poder” o llámalo como quieras. El caso es Nietzsche tenía razón cuando sitúa a la vida como el canon, la regla por la que medir el valor del conocimiento. La pluralidad de léxicos, como la de los distintos registros verbales, es positiva y enriquecedora… siempre que no genere contradicciones (parece que te estoy viendo torcer la boca) y no porque el léxico lógico tenga algún tipo de privilegio respecto a su rivales sino porque aquella persona o grupo que pueda dar una explicación más coherente y ordenada del mundo cuenta con una “ventaja vital”. Puedo, y lo intento, manejar distintos léxicos, pero no puedo permanecer impasible ante la contradicción. Si tengo una enfermedad y consulto a dos especialistas, un médico y un curandero, y me dan terapias opuestas no permanezco indiferente o impasible ante un problema metaligüístico irresoluble, por el contrario, tomo una decisión que sea coherente con el conjunto de mi experiencia, por lo tanto hago caso al médico. Me reprocharas que ante el mismo dilema el indio yanomami hará caso al chamán, por lo que tanto vale una elección como otra. Te respondo que no, porque mi experiencia, la del hombre occidental, es más vasta y coherente que la del indio: los occidentales tenemos enciclopedias que nos explican como viven los yanomamis, pero estos no tienen un conocimiento de la complejidad de la cultura occidental y del resto de culturas. No son mundos simétricos. Occidente envuelve a otras culturas y solo se entiende como un proyecto de cultura universal. (pero ya me estoy saliendo del tema)
Pero esto no es metafisica. Entiendo y comparto tu crítica. Lo dices muy bien: el problema de la metafísica consiste en identificar el ser como presencia.
2- No veo porque la esperanza es la virtud del ironista. Si un léxico se mide por las acciones que genera no hay que esperar a un lejano futuro para evaluar su bondad o maldad de un léxico, como admites en el caso del comunismo o nazismo. Yo no tengo nada mejor que aportar que la vieja teoría utilitarista: la virtud es lo útil, lo que se muestra (ya en el presente) como positivo y ventajoso para el conjunto de los seres humanos.
3. No estoy seguro de que comprenda tu crítica a Habermas. Su defensa de la democracia se asienta en la noción de “racionalidad” que entiendo que no es de tu agrado. Pero la argumentación es correcta-creo-: Si consideramos la democracia como la mejor forma de gobierno-no solo para los occidentales- será porque tal sistema político es afín a una “base común” que compartimos todos los humanos. No es imprescindible entender esta base en términos kantianos como “razón pura”, podemos interpretarla en términos etológicos y evolutivos.
Pero lo que no entiendo es la opción del ironista que defiende que “lo único que importa para una sociedad democrática es la idea compartida de que lo importante es la libertad” porque a partir de aquí se me abren dos opciones: o bien es “natural” que a la mayoría le importe la libertad, en cuyo caso estaremos ante una variante de la tesis habermesiana de una “base común”;o bien es del todo contingente la presencia de tales deseos de libertad, lo que no supone defensa alguna de la democracia, sería como decir que la democracia es buena cuando la gente quiere la democracia.
4. Tampoco acabo de entender el asunto central de tus últimas intervenciones: el tema de la información. Dices entender la libertad como un creciente aumento de la información y yo la verdad es que no lo veo claro. Entiendo la libertad en el mismo sentido que los griegos –especialmente Sócrates- como capacidad para elegir con conocimiento y en última instancia como autonomía. ¿Das por supuesto que una mayor cantidad de información favorece este objetivo? ¿o interpretas la libertad de otra forma?
De toda tu filosofía se sigue que es artificiosa toda jerarquía o discriminación en ese maremagnum que llamas “información” y tampoco en esto puedo estar de acuerdo. Según tu argumentación, si la he entendido bien, el ideal de sabio de nuestros días se corresponde con el victorioso concursante de pasapalabra o “saber y ganar” que ha acreditado su conocimiento de información variopinta. Entiendo que no quieres introducir distinciones cualitativas en el contenido de la información por entonces deberías preguntarte desde que léxico establecer los criterios. Pero generas un problema mayor del que pretendes evitar.
Gracias Santi, tus halagos siempre valen doble...
ResponderEliminarRespondo a lo que dices, aunque resulta complicado.
En primer lugar la pregunta que me diriges acerca de si cualquier reflexión en torno al significado deba ser considrada como metafísica. Yo no lo creo y Rorty tampoco. Borja me acusaría en esto apuntándome seguramente que trato de convertir el lenguaje y la reflexión en flatus vocis. Pero es importante en este respecto tratar de entender lo que consideramos como "metafísica". Rorty y yo mismo, que conoces mis anclajes filosóficos, me remito en este punto a la descripción que Heidegger hace en "Qué es metafísica". El Alemán describe allí esta actividad como una investigación clarificadora que remite los significantes a una sola dimensiíon temporal: la presente. la metafísica es, por tanto, un modo de pensamiento que considera que nuestras palabras deben tener un anclaje presente y la investigación consiste en "clarificar". Pero este "clarificar" no tiene por qué ser el único modo de investigación; y es aquí donde inserta Rorty una valoración de la esperanza en los pragmatistas americanos. ¿Por qué no discutir acerca del significado de, por ejemplo "justicia", renunciándo a una definición cerrada y clarificadora de nuestras acciones? ¿por qué no, por ejemplo, considerar que lo que hacemos ahora, en pro de la justicia, sin tener muy claro lo que es, le de significación a nuestras acciones en el futuro? y con esto respondo a otro reproche de Oscar... ¿por qué no hacer esto "utilitariamente" pero respecto al presente (obrando metafísicamente)? pues precisamente porque el lenguaje es una herramienta que tiene una diferencia respecto de otras herramientas: las utilizamos pero realmente no podemos vislumbrar para qué; su uso sólo cobra sentido dentro de una redescripciones que pertenecen al futuro. Muchos nacionalsocialistas en el año 30 no llegaban a vislumbrar el alcance de las palabras por las cuales introducían cambios en el mundo, modificaban sus vidas y las de los demás. Ahora un nacional-socialista es perfectamente consciente del uso que ha tenido la utilización de esas palabras. Por eso, la reflexión acerca de los significados debe incluir dos dimensiones que la metafisica ignora: el pasado y el futuro. Esto equivale a incluir como actitudes retóricas y vitales, la memoria y la esperanza (pero cargando las tintas fundamentalmente sobre la esperanza). Esto significa no asumir sin más que el "es" equivale a "real ahora". A esto se refiere Heidegger cuando trataba de anclar al hombre a su temporalidad (si le añades a eso la "contingencia", es decir, una renuncia a la dialéctica, entonces te situas en la perspectiva de "Ser y Tiempo").
PD. (Voy colgando lo que escribo porque estoy en el trabajo y no tengo tiempo de hacerlo todo de golpe).
¿En virtud a qué juicios me atrevo a decir que el nacionalismo o el comunismo no son deseables?
ResponderEliminarPues bien, lo cierto es que no tengo ninguna argumentación (juicio) que pueda llevarme a esta conclusión. No creo que exista un lenguaje universal desde el que podamos juzgar cualquier sistema conceptual y decidir si son o no adecuados (al decir esto alguien me acusará de relativista). No creo, como sabes, que los lenguajes tengan como función principal representar el mundo. Como sabes, ya he dicho muchas veces quen si nos limitásemos a las referencias caeríamos en un estrecho pozo, como ya demostró Wittgenstein en su Tractatus; cuando decimos cosas como "soy vasco" "soy catalán" o "soy español", resulta del todo imposible determinar el significado de estas expresiones acudiendo a las referencias. Esto es porque los lenguajes tienen un uso referencialista en un sentido muy limitado ("pásame la jarra de agua" y poco más). Eso no significa, claro está que no tengan una relación con el mundo; los distintos léxicos están causados por el mundo, por sus exigencias y tratan de dar respuestas a estas exigencias. Ocurre lo mismo con el resto de los productos culturales (productos a los que no les aplicamos el espíritu platónico) y, del mismo modo que no tiene sentido preguntar si es más verdadera una cabaña de paja y bambú que un chalet de ladrillos, no tiene sentido preguntar por qué léxico representa mejor el mundo. Pero sí que tiene sentido, en circunstancias concretas (y contingentes) decidir si es mejor hacer un chalet de ladrillos o una cabaña de paja. Pues lo mismo ocurriría con los distintos léxicos.
Acepto contigo que cierta dosis de nacionalismo es deseable dentro de una comunidad, pues, como señalas sigue siendo el mejor pegamento del que disponemos para tratar de hacer que los individuos se sientan parte integrante de una sociedad. Y en este sentido, seguramente también sea deseable cierto pensamiento "comunista" que impida que en una socidead liberal desaparezca la esperanza de la solidaridad y la justicia. Pero, más allá de eso, sabemos que tanto el nacionalismo como el comunismo, son herramientas que devienen muy pronto en instrumentos de dominio y, lo que es más preocupante, de crueldad.
Oscar...
ResponderEliminarManejas consideraciones contrarias acerca de la definición de verdad. Primeramente te mueves dentro de una concepción "blanda" definiéndola como una "buena creencia". Si te detienes aquí estaríamos deacuerdo ya que es algo muy cercano a lo que mantengo. Yo digo que sería interesante dejar de usar palabras como "verdad" y sustituirlas por "creencias" y tu señalas que es más oportuno cambiar el significado fuerte de "verdad" por uno blando que apunte en la dirección que señalo. Hasta aquí no tendría ninguna objeción a lo que dices puesto que nos separan matices que son fácilmente asumibles por los dos.
El problema es que a esta idea le añades una teoría de la verdad como "coherencia intertextual" de un modo parecido a cómo la sostiene Russell. La verdad es que una teoría así es seductora ya que permite una forma de juzgar diferentes léxicos. Sin embargo resulta dificil mantenerla sin renunciar a otros aspectos de la filosofía de Russel con los que no creo que te identifiques; es el caso del logicismo. Aceptar que se puede establecer contradicciones entre distintos lenguajes es tanto como defender que hay un nivel lógico que es común a todos los lenguajes y que, por ende, todos ellos son fácilmente reductibles a la lógica. En esto no estoy de acuerdo evidentemente. Y si renuncias a la lógica como estructura interna de todos los lenguajes (lo que es muy discutible) en el fondo lo que estárías diciendo es que podemos primar un léxico sobre los otros, o lo que es lo mismo, unas creencias sobre las otras y aceptar únicamente aquellas que no me hagan desdecirme demasiado respecto de lo que ya creo. Bueno, decir esto no estaría mal dado que en el fondo es básicamente lo que ocurre: la gente tiene ciertas creencias y es capaz de admitir otras en la medida en que no les plantean demasiados problemas. Pero si llegas tu también a aceptar esta redescripción que hago de tus palabras, entonces volvemos al principio y tenemos que replantearnos para qué la verdad (al menos en un sentido fuerte del término)
Edu, me has convencido con lo de la esperanza: tienes razón.
ResponderEliminarEn lo relativo a la verdad discrepo (pero no demasiado). Como tú, renuncio a la lógica como estructura interna de todos los lenguajes. Por lo tanto caigo dentro de la otra categoría que planteas (yo y la inmensa mayoría de los occidentales), primo un léxico sobre otros: el léxico científico… pero pretendo evitar el cientifismo, a ver si lo explico.
El cientifismo es la doctrina que identifica verdad con verdad científica. No es esta mi fe. Sin embargo no puedo aceptar como verdaderos, y creo que tú tampoco, enunciados que entran en abierta contradicción con verdades científicas firmemente asentadas. Aceptar la pluralidad de léxicos no implica situarlos a todos en un plano de igualdad. Y ¿en virtud de qué primo el léxico científico? Por que sus verdades han demostrado ser muy “buenas creencias” que contribuyen mejor que otros léxicos alternativos a lo que los ilustrados llamaron un proyecto de emancipación de la humanidad.
Resumo: hay otras verdades (buenas creencias) fuera de las ciencias, pero no pueden entrar en contradicción con las científicas por que estas han demostrado ser “las mejores creencias”.
Saludos.
Pdt: Me sumo a las loas de Santi por la entrada
¡Gracias Oscar!
ResponderEliminarDespués de tu nueva entrada las cosas quedan mucho más aclaradas y realmente no existe gran discrepancia entre nosotros. Yo por supuesto que no estoy dispuesto a prescindir de un lenguaje como el científico y no porque considere que sea un lenguaje "verdadero", sino porque, como señalas, es una buena creencia. Aunque yo no hablaría de "ciencia" en un sentido unitario, sino de un conjunto de juegos lingüísticos o léxicos distintos. En este sentido, por ejemplo, me parece que teorías como la de Darwin sencillamente no pueden ser ignoradas hoy en día ya que suministran buena parte de las palabras con las que nos situamos en el mundo. No significa que sea verdadera, sino más bien que es muy poderosa, muy fácil de creer...
Habeis dado con la clave de bóveda de la metafísica y de la ciencia.
ResponderEliminarLa filosofía siempre trato del hombre y de como hacian para convivir sin matarse. La filosofía siempre ha seguido la premisa de la supervivencia.
La metafísica y la ciencia parieron la realidad, o sea, el lenguaje.
Todos teneis razón, ninguno la tendreís, probablemente porque hablais de la herramienta, con y para ella.
"En el principio fue el Verbo".
La creencia es el léxico que conviene cuando se agotan las palabras, los significados, la referencia.
Wittgenstein lo vió bien en su último delirio... mejor no hablar .., no decir, no significar..
La verdad es el reverso ontológico de la existencia.
El bien y el mal.
No entiendo los diferentes léxicos.
Pecado de filósofos renegados, huir del hombre.
Te recomiendo el "club de los metafísicos·" Metafísica chorreando hacia concepciones bíblicas del hombre, Holmes, Peirce, James y el tan traido pragmatismo.
La biorgafía de Melville de Delbanco también nos habla de Léxicos. y de genios como todos nosotros que captan el ser y el individuo en la indeterminación del no ser que nunca será.
La verdad absoluta ya esta desenmascarada. Existe. Es su pobre existencia. Dadme un rebaño y sobre el edificaré mi iglesia.
Os recomiendo la última novela de Victor Chamorro, "Los Alumbrados", encontrareis teorias sobre la verdad, miseria, credulidad, sexo, exorcismos Ventrales, historia... No la busqueis en librerias, es muy buena, pedidla.
11 dimensiones.
Dios.
Es más simple, no lo sabemos y en el camino enfrentamos léxicos, y traen sangre, demasiada. Horror de Léxicos.
Rorty piensa que es posible quedar bien con lo que dice. No mancharse de lefa.
Habermas como bien dice, creo que es Oscar, no pasa del tracendentalismo kantiano + el prógromo nazi.
Por cierto para mi desde Platón y hasta Marx el mas grande, digo Kant. Con el nace la Psicología - "Critica del juicio" es para mi el libro inaugural sobre el incosciente -. y de la gran literatura decimononica.
La poesia.
Dylan Thomas en la barra de un bar, alcohólico, ese gran poeta, inmenso....... esa foto me produce tristeza grande.
Inmensa la disgresión de Casanueva.
Otro léxico.
Soliloquios...
ResponderEliminarotro léxico.
Las vacas pastan en los prados.
Homer Simpson se come un donut mientras yo me hincho a batidos de fresa...
Rorty es un buen tipo, pero no le va la manteca de cacahuete...
Te recomiendo el "Superhumor 3"... Superlopez, inmenso.
Las vacas pastan y pastan en los prados...
Estoy completamente de acuerdo.
ResponderEliminarNos vemos el sábado, un abrazo.