Hannah Arendt señala cómo la filosofía académica casi siempre se encontró incómoda al intentar comprender la sustancia peculiar de los asuntos humanos. Aparte de Sócrates y Aristóteles, el grueso de los filósofos malentendieron lo político intentando asimilarlo a experiencias más controlables y predecibles, mientras que los pensadores que sí se introdujeron en ámbito tan movedizo no fueron admitidos en el club selecto de filósofos, como es el caso de Maquiavelo, de Cicerón, de Montesquieu.
Desde Platón, los asuntos humanos fueron tiznados de contingencia y accidentalidad, y despojados consiguientemente de la necesidad y universalidad que otorga nobleza a los objetos intemporales. Lo humano -lo político y perteneciente al reino desordenado del acontecer histórico - fue arrastrado a los márgenes de lo filosóficamente significativo, desplazado por la pureza de los entes matemáticos, por la invisibilidad de las esencias y la búsqueda del Uno que no aparece. El espacio de vida de los hombres -de vida y de convivencia- fue concebido como un terreno de anomalía ontológica, como un escenario de caos, de furia y de ruido; lo humano se mostraba como un reino ingobernable, como un conjunto de fenómenos dispersos y sujetos al carácter mentiroso de la apariencia. El ascenso de la modernidad, no obstante, se vio culminado por la inversión de esta apreciación dada en la forma de las filosofías de la historia del siglo XIX. Tras años de técnica y muerte de Dios, Hegel otorgó nuevo valor al desenvolvimiento de los asuntos humanos, incluyó de nuevo lo histórico y lo político -antes tan afectados de precariedad ontológica- en el conjunto de realidades auténticas en las que se manifiesta lo verdadero. Para ello, sin embargo, tuvo que extirpar de los asuntos humanos toda la indeterminación y contingencia que habían dictado su exclusión del ámbito de intereses de los filósofos, y amoldar el discurrir de la historia humana a la necesidad impecable de los números y las esencias. Reconstruyó la historia humana como un proceso inteligible y sujeto a predicción hallando detrás de los fenómenos aparentemente azarosos la férrea mano de la necesidad, la Idea que guía el devenir de lo real y lo conduce a su plena verdad. De la misma manera, Marx vio detrás del desventurado camino humano el mecanismo universal de la lucha de clases, que apartaba todo acontecimiento del imperio del acaso para prestarle la luz de lo inteligible.
Para hacer de los asuntos humanos algo importante para el filósofo, Hegel y Marx tuvieron que reconstruirlos desde supuestos teóricos y reformularlos conceptualmente para asimilarlos a lo necesario y universal. Así, escaparon a su carácter especifico de indeterminación, libertad y novedad, y lo asimilaron al burocrático tránsito de la argumentación lógica, como si un hecho pudiera - como una idea de una idea - deducirse de otro hecho.
Tras mucho tiempo desconectado vuelvo por aquí para dejaros alguna de mis tonterías. Feliz navidad a todos, feacios.
ResponderEliminarFelices fiestas a todos; y en cuanto tenga un tiempito de lucidez te pongo un coment. Abrazo.
ResponderEliminarEntrada de navidad, felices fiestas.
ResponderEliminarSaludo el texto de Borja, buena historia de la filosofía política a la luz de la lectura de Arendt.
Reconozco que el brindis responde al mismo prejuicio que me hizo terminar el texto a Hannah Arendt sobre Marx y la revolución Húngara. El marxismo.
Aprovecho para saludar a Suchowolski, al que agradezco su bienvenida y celebro su establecimiento en esta extraordinaria página.
Me esforzaré en contestar su réplica romana. Si no puede ser habrá más ratos de conversación.
Homericamente: Pugnad por ser y hacer felices.......
Brillante entrada Borja, y acertado análisis.
ResponderEliminarA favor de la filosofía solo cabe aducir que los pensadores que señalas como aquellos que mejor han sabido acercarse a los asuntos humanos (Maquiavelo, Cicerón, Montesquieu…) y otros (como Montaigne, Grocio, Vico…) son FILÓSOFOS en el pleno sentido del término mal que les pese a algunos defensores de la “filosofía perenne”.
Por otra parte es preciso reconocer que en el siglo XX ha habido pensadores -empezando por Hannah Arendt – que han sabido pensar las cuestiones políticas en términos no esencialistas: Dewey, Benjamín, Aron…
Feliz Navidad
Lo siento, Borja, pero no lo veo... En primer lugar, Platón y toda la filosofía clásica me parecen estrechamente enlazados (su filosofía primera) con la filosofía política: toda la preocupación de Sócrates reflejada y compartida por Platón acerca de las grandes "verdades" como Justicia, Virtud, Piedad... tienen por objeto "la Ciudad mejor" o al menos "más buena".
ResponderEliminarTras la "oscuridad" que sigue a san Agustín, que en todo caso sustituye la Ciudad buena por la Ciudad Celestial "a ganar" mediante "la salvación", el Renacimiento recupera la filosofía política (Spinoza reivindica a MAquiavelo). El desprecio relativo de la Gran Filosofía Primera por lo cotidiano y tangible, en parte es un "intento" de apaciguar (en sentido nietzscheano) y en parte un "rodeo" que sigue pretendiendo alcanzar el Paraiso Perdido bajo formas "posibles" (a fin de cuentas, llegó a ser más "posible", como promesa indemostrable, el Cielo que la Miseria Real que se apreciaba y se sentía dolorosamente).
Creo que la Ilustración hace en este asunto "todo lo posible" por diversa vías para hacer promisorio el Paraíso en la Tierra. Ello se hace "carne" en el abrazo convencido (nueva fe, nuevo mito) del Progreso, del que partcipan y en cuyo "alfombrado intelectual" participan Hegel historizando la realidad para llevarla en "espiral" hacia "arriba", Kant (despejando de "pertiurbaciones" a la herramienta maestra del Progreso, la Ciencia; y Marx (que no por nada es hegeliano) que pretende liberar al Progreso de las contradicciones burguesas, etc., mediante un Reino de la Razón... "proletaria" (¡menuda estafa, obviamente, como se realizó luego!).
Creo que la Ciencia (el cientificismo) pretende aún fundar una Filosofía sin filosofía, incluso borroneando la filosofía política... pero, al final, es un intento ideológico que vuelve a encubrir por un lado la angustia y por otro las propias intenciones de dominio que sus miembros siguen conservando...
Para mí esta es la narración más elucidadora. Y nos muestra un "oscuro" porvenir (claro que para "nosotros los pensadores" y no para la humanidad en su conjunto).
La "lógica" en todo esto (y La Razón) siguen cumpliendo un papel estupefaciente... o quizás se trate de parte del nuevo mito que llama al autismo.
Un abrazo.
Carlos: ya que estaba con Hannah Arendt, sólo decir que, para ella, todo esto no quiere decir que Platón no se interesara por la política -lo que evidentemente es falso- sino que se interesó en ella no por ella misma, ya que es también claro que el reino de los asuntos humanos no pertenece en él más que al fondo oscuro de la caverna.
ResponderEliminarDe acuerdo con esto, el interés platónico por la política, heredado por buena parte de la filosofía académica, es un interés de carácter negativo: Platón se interesó en ella en la medida en que deseaba salvaguardar la filosofía de los vaivenes e incertidumbres de los asuntos humanos; esto es, para proteger la actividad del filósofo se empeñó en diseñar una política que no la amenazara, que acorazara la búsqueda de la verdad ante los embates de las contingencias`políticas.
Con esto traicionó un presupuesto básico de su maestro Sócrates, cuya filosofía sí es propiamente política (así como es más socrático en esto Aristóteles): la verdad está inmiscuida en los mismos asuntos humanos, no aparte de éstos.
Saludos navideños
Pues yo las veo como meras variantes estratégicas en procura del mismo fin: imponer la República de los Sabios (para decirlo en brevísimo): y eso es precisamente Política, aunque sea utópica.
ResponderEliminarSaludos y feleicidad pero que no sea vano sueño a ser eso factible.
Carlos: en breve (espero) colgaré el trabajo de investigación que he escrito sobre el tema (en realidad trata sobre la concepción de ideología en Hannah Arendt), donde creo que trato el asunto con más cuidado que el que hoy puedo poner aquí. Sólo por adelantar algo: precisamente ésa República del filósofo supone la cancelación de la política, ya que trata de desterrar la indeterminación y espontaneidad inherente al espacio de juego de la política (los frágiles asuntos humanos) para sustituirla por la administración y planificación racional.
ResponderEliminarMucha feklicidad también en el paso de año y saludos
Vale, pero eso sería la realización de la utopía y no su consecución (frustrante) que lleva a los sabios a claudicar, frustrarse o ser marginados (carcel o cicuta incluídas); y todas esas acciones son políticas, no llegan nunca a dejar de serlo como pretenderían o soñarían... Y esa es la cuestió real, lo que de verdad pasa.
ResponderEliminarMe encantará leer/estudiar/rumiar tu trabajo (como siempre, "con el martillo", je...)
Un abrazo y buenas uvas.