Tocqueville dedica algunos comentarios ocasionales, casi en el modo de las bagatelas pianísticas, a la reforma completa del lenguaje que la administración del Antiguo Régimen y su inmediato heredero, el estado revolucionario, realizaron. El francés advierte que el nuevo lenguaje acuñado por la burocracia de los siglos XVIII y XIX se sirve de la sustitución y el desplazamiento semántico para colonizar de forma más efectiva los inmensos espacios de realidad en los que, de otra forma, al estado le sería muy difícil establecer su imperio. Su bien conocida tesis afirma que la Revolución, lejos de acabar con el Antiguo Régimen, completó la empresa iniciada por sus reyes, la de concentrar todo el poder en manos del estado, terminando de despojar de toda capacidad de gobierno y acción común a los individuos y las libres asociaciones establecidas entre éstos. De esta manera, se comprende que la nacionalización del lenguaje y su consecuente vinculación a la potestad legislativa de los gobiernos, y ya no a la esfera común donde los hombres realmente hablan, haya sido una constante más o menos intensa a lo largo del tiempo que desde entonces ha transcurrido. La obsesión por erradicar viejos significados, por asignar a las cosas nuevos nombres, por distorsionar la aprehensión de la realidad en el lenguaje, nos habla de la expansión de la voluntad de dominio más allá del reino de lo tangible, hasta llegar a lo más íntimo del pensamiento y el tiempo.
No es de extrañar que lo que en el ámbito político se precipitara en la obsesión por administrar exhaustiva y técnicamente todo lo real, y particularmente lo más frágil y problemático, responda a la tendencia general de la modernidad de promover la voluntad como órgano único de relación con el mundo. Desde la crisis que dio fin a la Edad Media, el conjunto de facultades humanas sufrió a su vez una completa reorganización que -arrinconando progresivamente al intelecto, a la memoria, a la capacidad de juzgar- hizo de la voluntad no ya el centro del hombre, sino del ser mismo; a su vez, todo fue entonces redefinido como instrumento al servicio de la sola voluntad, incluido el lenguaje y toda otra manifestación de la condición humana.
Pero Nietzsche enunció el gran problema de la voluntad: como órgano para el futuro que es, su capacidad de querer se ve limitada por el pasado, cuyo órgano de aprehensión natural es la memoria. La voluntad, que pretende querer ilimitadamente, se ve frustrada por la opacidad y la impenetrabilidad ante sus dictados de lo ya sido. Por esta razón, la relación privilegiada de la voluntad con el pasado -una vez ha suplantado a la memoria- es la destrucción, incluido lo que de él el presente todavía conserva, y su sustitución por un pasado concebido ahora como "escrito" o "hecho" por los que lo cuentan. De este modo, y volviendo a Tocqueville, el francés notó cómo la burocracia estatal, lejos de conformarse con la planificación y control sobre el presente y el futuro, pretendió desde un principio el dominio correspondiente sobre el pasado, y para ello comprendió que había de poner bajo su imperio al lenguaje, en el que se guardan las incontables experiencias y trasiegos de siglos de historia y vida humanas. Para extender la voluntad al pasado, para poder querer hacia atrás, es preciso antes hacer nula la carga de lo acontecido que guardan las palabras, trocearlas, desfigurar su semblante y sus entrañas, golpearlas hasta hacerlas irreconocibles, torturarlas para que terminen por rendirse y firmen la confesión ante el nuevo señor; y todo porque, para poder sobre lo que ya no existe, es preciso eliminar todo lo que en el presente sigue guardando fidelidad a lo que ha sido, es preciso hacer desaparecer todo testigo; y, generalmente -como relata Tocqueville en la bella y perfecta formulación que impulsó desde el comienzo estas palabras- el lenguaje es el único testigo vivo.
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ResponderEliminarImpecable preámbulo al tratamiento del problema. Llevo haciendo referencia a ese último Tocqueville fructíferamente "frustrado" desde hace tiempo (como quizás hayas visto). Al respecto, las declaraciones de Robespierre son uno de los más notables testimonios de esa "voluntad de poder burocrático" (que por primera vez a mi juicio se hace explícitamente "poder por el poder" sin más -lo que explica la "desideologización" progresiva hasta llegar al vacío total de la significación verbal y el sometimiento total de los discursos al tacticismo extremo que impera cada vez más sistemáticamente-). Transcribo sus palabras directamente de la nota 2 de mi post "Una lanza rota por el pensamiento occidental (6): Conclusiones" en donde trato una vez más del problema de la "insignificación creciente" en este caso en relación a la historia y evolución "necesaria" de las concepciones vinculadas a la Ciencia:
ResponderEliminar"Hay que decir que el fenómeno no tiene nada de nuevo. Nace en simultáneo con los aspectos positivos, líricos, de la Ilustración (como supieron reconocer los críticos de la Escuela de Frankfurt que ya he citado y recuerdo más abajo en el texto). Y nada mejor que escuchar estas palabras que muchos suscribirían:
"Las naciones civilizadas han sucedido a los salvajes que erraban por los desiertos; los campos fértiles han ocupado el lugar de los antiguos bosques que cubrían el globo. Un mundo ha aparecido más allá de los límites del mundo; los habitantes de la Tierra han incorporado sus mares a su dominio inmenso; el hombre ha conquistado el rayo y conjurado el cielo. Comparad el lenguaje imperfecto de los jeroglíficos con los milagros de la imprenta; cotejad el viaje de los Argonautas con el de La Pérouse; medid las distancias entre las observaciones astronómicas de los magos de Asia y los descubrimientos de Newton."
Son las palabras del jefe del Estado que mandó guillotinar a Lavoisier, es decir, de Robespierre (la cita figura en "¿Qué es un intelectual europeo?" de Wolf Lepenies, Galaxia Gutemberg/Círculo de Lectores, Barcelona, 2008, pág. 285). ¡Estas son evidencias que prefieren ser ignoradas u olvidadas; las evidencias históricas, las de ese gran laboratorio del que los cientificistas huyen para no quemarse!"
¡Un placer tu post, Borja, a los ojos con los que te he escuchado!
Un abrazo.
Borja, constato con placer que tu mismo vas llegando a presupuestos con los que me siento cómodo.
ResponderEliminarCreo que lo que dices es acertado y que en el fondo coincidimos plenamente, aunque como siempre, con matices.
Describes, a través de Tocqueville, como la revolución trastocó por completo el ámpbito de la vida (lo que tu llamarías con Hanna "el espacio político"). A mi parecer esta inversión, esta distorsión, esta aparición de nuevos significados que lo cambia todo, no es algo en sí mismo maligno. Es un fenómeno, por así decirlo, habitual entre los hombres. Empleando el léxico en el que me siento cómodo, podríamos decir que la aparición de estas nuevas significaciones no equivale a una distorsión, a un falseamiento, sino más bien a disponer de nuevas herramientas que por ser nuevas también nos permiten hacer cosas nuevas. Estas nuevas herramientas unas veces ayudan a solventar problemas reales y en otras ocasiones no solamente no lo hacen, sino que crean nuevos problemas que resolver.
En esta reformulación de los significados no está lo perverso; el mal está, como bien señalas, en "la tendencia general de la modernidad de promover la voluntad como órgano único de relación con el mundo" (empiezas a hablar como un heideggeriano).
La modernidad, como ha señalado Heidegger, es ese modo particular de pensar en el que el pensamiento se convierte en cálculo, en pura técnica y lo real aparece como un enorme almacen óntico, es decir, como un conjunto de cosas presentes que están a disposición nuestra (a la mano). Otra forma de significar esto, ya que tu has introducido la reflexión sobre el tiempo, es señalar que la modernidad considera como real únicamente el tiempo presente, dado que este es susceptible de disponerse. El efecto más destacado de este modo de pensar es la "metafísica del artista" nietzscheano que, aunque tiene aspectos que me resultan enormemente atractivos, corre el riesgo de convertir la existencia en una mero consumo: la vida como consumo estético. Esto llevado al terreno político supone un pensamiento peligroso, que es jústamente lo que tu nos traes en tu entrada. El paso del "artista creador" al "estado creador" es fácil, tanto como peligroso.
El problema no es, por tanto, la creación, sino ese particular modo de pensamiento que toma en consideracióin únicamente el presente. Tu apuntas bien cuando señalas que el pasado se resiste a ser un dispositivo "a la mano" y por eso buena parte de la actividad de estos estados creadores es la de borrarlo, anularlo, y sustituirlo por una construcción presente del pasado: una Historia de consumo. Pese a todo siempre se presenta como resistencia a través del modo en como nos relacionamos con esta temporalidad: la memoria. Pero la memoria puede ser convertida en un relato presente que esté diponible y sirva como construccion justificatoria de cualquier cosa. En estos casos ya no es memoria, es Historia.
Añado yo la otra dimensión del tiempo igualmente importante, el futuro. El futuro también es algo irreductible al cálculo y supone una resistencia invencible para estos estados creadores revolucionarios. El modo de relación con el futuro se da en la esperanza, algo que muchas veces he mencionado. Pero igual que con el pasado, el futuro pude ser convertido en un "relato presente" que resulte más o menos disponible: se construye una utopía y se transforma la esperanza en fe.
La Historia se hace "oficial" y la fe se hace "obligatoria". Y con esto, creen los estados creadores que disponen de la realidad como quien dispone de un almacén de mercancías.
El problema es que ni la memoria ni la esperanza son tan fáciles de erradicar.
Eduardo, voy a terciar y sólo en un punto clave (que tal vez haya "lea mal") para no tocar demasiadas cosas a la vez.
ResponderEliminarDices: "A mi parecer esta inversión, esta distorsión, esta aparición de nuevos significados que lo cambia todo, no es algo en sí mismo maligno. Es un fenómeno, por así decirlo, habitual entre los hombres. Empleando el léxico en el que me siento cómodo, podríamos decir que la aparición de estas nuevas significaciones no equivale a una distorsión, a un falseamiento, sino más bien a disponer de nuevas herramientas que por ser nuevas también nos permiten hacer cosas nuevas."
Sin duda coincidiría contigo si defines "nuevas significaciones" y "cosas nuevas" como un producto-mundo imaginario que se "nos" impone como "realidad", como "mundo dado" que "se hace" a fin de cuentas "realidad". Pero esto lleva a su crítica y no a la aceptación sin más de los contenidos que se aceptan por imposición acrítica. Adoptar este enfoque nos lleva (me lleva) a un acercamiento a la "lectura" que ve la "malignidad" de la inmersión en los discursos posmodernistas (y posmodernosos). Sin duda yo no me sumo a esa calificación, ya que comprendo que no quede al conjunto de los seres humanos otra alternativa que nadar en esa "realidad" que ellos mismos reciben, se deben adaptar y realimentan para que "nada cambie" o sea "reformado" para su comodidad. No es "maligno", pero tampoco "valorable"... simplemente porque siempre se puede pensar en otro imaginario como posible, porque lo permite el distanciamiento de algunos y en ciertas circunstancias respecto del anclaje generalizado en esa "realidad". Algo que también hay que comprender y respetar, y que da lugar (y ha dado a mi entender en la Historia) a las voces más críticas y más sentidas... al menos a mí. A eso por lo que rompo y romperé siempre una lanza.
Y es que las fronteras las siento a uno y otro lado. Y por eso valoro más la puesta en evidencia del problema (de cada problema) antes que su "solución" ontológica. Problema que sin duda "es" o, en este caso, "está".
Un saludo.
Carlos:
ResponderEliminarNo comparto la lectura que haces de mis palabras. Por "nuevas significaciones" o "nuevas significaciones" no entiendo "un proucto-mundo imaginario que se nos impone como realidad". Mis intervenciones, como podrás ver lo largo de estos foros, siempre van en la dirección de sustituir la espistemología y la ontología por la acción. Por eso no uso palabras como "ficción" o como "realidad"; tienen ya unos usos demasiado rígidos.
Por "nuevas significaciones", podría leerse también "nuevas instrucciones". Las palabras y sus significacionesno sustituyen la realidad; ésta es la que es. Las palabras nos ofrecen nuevas posibilidades de actuación en la realidad, que es algo muy distinto. Por eso no me gusta hablar de falseamiento como si el lenguaje pudiera cubrir con un velo las cosas haciéndosenos lejanas.
Como ves, me muevo dentro de ese discurso "posmodernoso" (lo digo con cierta mofa porque no me gusta verme como eso, un posmoderno trasnochado, todo tras y todo pos), que trata de cambiar esa visión del conocimiento en la que se ve como "un espejo de la naturaleza", en palabras de Rorty.
Si no hay representación, tampoco hay representación falseadora. Si hablamos de instrucciones, herramientas, reglas de acción, solo cabe valorar el lenguaje no en tanto que su cercanía o alejamiento del mundo, como respecto de lo que nos permite o nos impide hacer.
La revolución, bien puede entenderse como una gigantesca máquina que trata de sistematizar las acciones mediante una reformulación e las instrucciones, mucho más eficaces en principio. El resultado es que el tipo de cosas que los hombres podemos hacer queda limitado y la creación de nuevas instrucciones es considerado como programas de acción potencialmente peligroso, dado que se pueden instalar en el sistema sin control (lo que en una computadora sería un virus).
Pero no hay mundos falseados ni engaño.
Hola, por un lado percibo ciertos malos entendidos mutuos (en cuanto al sentido de lo que digo de "las significaciones", por ejemplo; y no es fácil usar las palabras sin definirlas más cosa que peco de hacer), por otro percibo diferencias serias de enfoque. En todo caso, creo que será muy difícil llegar a algo por este método al menos. Tal vez sea interesante (lo tenía de todos modos pensado) un encuentro vis a vis entre todos, al menos para fijar el enfoque básico de cada uno con posibilidades de afinar los términos que usamos sin más. Lo dejo ahí por si apetece.
ResponderEliminarAhora bien, aparte de esto, lo que me contestas me lleva a verte en una postura de aceptación del mundo que tienes delante (Rorty lo dice con todas las letras) y eso encaja con otras cosas que has escrito y con mi idea de una de las tantas figuras sociológicas posibles hoy para la intelectualidad. Algo discutible sin duda, pero que sobre todo rechaza toda idea de que lo que el lenguaje (y el pensamiento) compone no viene de la capacidad intrínseca y autónoma que se le tiende a adjudicar sino de su carácter de "mecanismo en el mundo real". Bueno... tal vez esto siga sin decirte exactamente lo que pretendo decir... En fin, creo que todavía tengo que depurar mi discurso para que sea "legible" en la dirección que tengo in mente...
Y en ese sentido creo que nos pasa a los dos lo mismo además de saber ambos "lo que no nos suena bien" (entiendo en este sentido que no te suene bien lo que digo y que tiendas incluso a distorcionarlo un poquitín; es parte del problema, del punto desde el que se mira y la atalaya que se defiende... Creo...).
Piensate y pensad los demás también si no sería fructífera una tertulia y así incluso nos conocemos. Para eso tenemos los humanos el blanco de los ojos, je...
Un saludo a todos.
Carlos, la idea no es una locura. Muchas veces nos hemos visto el blanco de los ojos los que aquí escribimos. De hecho tenía pensado promover una "quedada" (que es como se dice en internet esto, para finales de febrero.
ResponderEliminarEl problema es que tengo la sensación que no sería una tertulia en los términos que esperas. Tomando vino o cerveza somos ágiles con las palabras, pero más ágiles con las risas; a veces creo que la filosofía es una actividad periférica (una emergencia) de una reunión entre amigos celebrando con vino el efimero goce de la existencia, tal como ocurre en El Banquete Platónico.
Pues eso, recogiendo tu propuesta, Oscar, Santi, Borja, Joaquín, Alfred... ¿tomamos algo? En Madrid sería lo suyo, pero estoy abierto a otras posibilidades... el clima mediterráneo es más benigno estos días del calendario.
Edu: A sus órdenes patrón. La tripulación (al menos este humilde marinero) está dispuesta.
ResponderEliminarBorja. Muy interesante la entrada.
Más que opinar me gustaría preguntar. Sabido es que la valoración que Tocqueville hace de la revolución americana es muy diferente de la francesa. ¿cómo interpretas, desde los parámetros expuestos, esa diferencia?
Con independencia de la soberbia que tiñen vuestras palabras, a qué fin pretenden llegar?
ResponderEliminar...el circunloquio que absorbe la incapacidad de ser un verdadero filósofo...
¿Utilización del lenguaje? ¡Bienvenidos a la realidad!
Necesitan desahogarse, y de ahí que existan estas charlas tan vulgares. Vulgares no tanto por lo que expresan, sino por su cotidianidad en una mente despierta.
Pero al final, de eso se trata no? De sentirse lleno, de ser feliz. Sigan pues con sus conversaciones filosóficas, hasta que llegue el día en que todo se resuma a un solo sentimiento, en ese instante se darán cuenta del tiempo perdido.
No problem, sino todo lo contrario. Nos podemos dejar los interrogantes a un lado. La idea es buena en cualquier caso. Lo otro podría ser también y sólo para algunas precisiones. No creo en el camino del Tao para nada... En todo caso, al que le interese lo que pretendía decir yo al "terciar" y al sentirme más cerca de Borja en el enfoque (al margen de que no sé si atribuimos a causas similares o no los hechos que se exponen y cuya exposición "leía" como próxima) y provocar al decirlo un cierto alejamiento respecto del enfoque de Edu, ahí están mis largos ensayos colgando de mi blog. Y aquí me parece muy largo de desarrollar y no quiero volver a mis andadas kilométricas que poco sirven para avanzar y ponen a blogger en un aprieto (de máximos admitidos).
ResponderEliminarSi acaso, aunque me repita, intentaré una entrada lo más breve posible, "positiva" y sin alegorías... Bueno, si me sale de repente...
Espero la cita y a ver qué pasa...
Un saludo.
Me he quedado descolgado de tanta novedad, ya desisto....
ResponderEliminarCon todos coincido en algo, como habéis señalado Edu y Carlos, aunque con todos también discrepo. Con Edu ya se supondrá que tiene que ver con su erradicación del lenguaje de su capacidad para la verdad; con Carlos en lo referente a la idea de ideología. De todos modos, me alegran las coincidencias y espero poder hacerlas fructíferas en lo venidero.
Óscar, sólo brevemente: para no enrrollarme más de lo que puedo, señalaré sólo una diferencia fundamental que proporciona Toc.: mientras la revolución francesa fue realizada siguiendo un programa teórico, un plan ideológico formulado por lo filósofos y teóricos abstractos, la americana fue llevada a cabo por gentes que no habían perdido el contacto con la práctica y la experiencia políticas y consideraban como objeto de la revolución no la ejecución de algo pensado, sino sobre todo la fundación de la libertad pública, es decir, la instauración de un marco en el que dar espacio a la incerti8dumbre de la acción. Frente a la revolución comandada por ideas y teorías, la emergente de la experiencia de lo político (que en Francia, con el reinado del absolutismo, había desaparecido hacía mucho); frente a la libertad solitaria del pensador que diseña un mundo nuevo, la libertad propia de las asambleas y la discusión en el ágora.
Se pueden señalar muchas más cosas, por supuesto, pero será en otrro momento.
Gracias a anónimo por recordarnos que somos mortales
Un abrazo a todos y hablamos para lo de esa "quedada"
Edu, Borja:
ResponderEliminarComo señalé, no quiero convertir una comentario en un post colgando del de otro (¡y más de los míos!), no quiero ni siquiera perturbar a Anónimo que tanto se preocupa por "lo poco" que vivimos por "elucubrar" habiendo tantos anónimos que dejar por ahí con mensajes proféticos de amor y goce... ante la aburrida lectura de posts y debates como los nuestros... Yo también sé que la polis nos invitará sólo a alzar la copa de cicuta (aunque su brindes será con colapso, colapso que no podremos evitar que nos arrastre si no huimos antes en la nave que por poco se lleva a Brian... o alguna otra). Sé que estamos en esta vida para agotarnos (y no porque hayamos sido creados para ello, sino porque no hemos sido creados para nada). Sin embargo, sí que tengo dos cortas observaciones/preguntas para cada uno cuyas respuestas me hacen falta para ir comprendiendo más vuestras posturas y así poderos leer mejor en todo caso (lo que será, no lo dudeis, darme armas... pero también herramientas para afilar mis pensamientos, que no están ni mucho menos consolidados y que doy por tan vinculados a mis "intereses" -¡he aquí algo que podríais interpretar mal porque no apunto con esto a lo que se estila, aunque creo que ES la palabra que hay que usar, y lo que para explicarlo necesito el post que por ahora postergo hasta más ver!-, a mis "intereses" decía como considero que vuestras posturas, sean las que sean, estarán vinculadas a los vuestros.
Pregunto pues:
A Edu: qué has "leido" para decir "No comparto la lectura que haces de mis palabras", y lo que sigue a continuación, siendo que yo dije: "... coincidiría contigo si defines...", etc., es decir, dudaba en realidad de que lo dijeras o lo "definieras" así, como me lo confirmas luego. Y si esto no se ha entendido (es decir, mi "sutileza diplomática") ¿cómo puedo pensar que se haya entendido mi "sutileza ideomática" escrita inmediatamente después con demasiada alegoría (por lo que me disculpo nuevamente) con la cual "creo" que "pretendía" dar una "idea vaga" de mi "idea vaga" o incompleta, aproximativa, del rol que "creo" tienen "de echo" (al margen de todo "derecho")los productos formales, o culturales, o imaginarios... una vez que toman forma de discurso, arenga, slogan, modelo, plan, etc.
En fin: esto lo traigo como más importante y significativo para mí que los propios contenidos de nuestras respectivas posturas.
A Borja sólo un preguntita: ¿podrías darme más detalles de la discrepancia tuya que sintetizas en la frase "con Carlos en lo referente a la idea de ideología"? ¿Cuál es esa "idea mía", cuál la tuya? En estos debates, que tanto molestan (en atención a nuestra salud y buena vida) a Anónimo y a la pragmática mayoría de nuestros pueblos (¡ay, quién hubiera nacido uno de ellos para no dudar tanto y tener tanto arrojo!, ¡...incluso quién hubiera nacido sin conciencia alguna para realizar la vida tal y como realmente ES... incluso con algo, bastante y hasta mucha conciencia!), en esto debates, yo creo que lo más importante no sería poner una etiqueta y despachar las cosas de ese modo: "no coincido"/"coincido", sino desarrollar el por qué. ¿Qué más nos da que los blogs se queden estrechos para tanta enjundia? Bueno, perdón... pregunto por si acaso: ¿es que no podemos usar los blogs para algo tan "importante" -lo sea o no-?
Espero lo que sea con fruición. Y que conste (incluso a Anónimo si vuelve, lo que sería signo de mazoquismo ingenuo): a mí claro, se lo atribuya a enfermedad o a idiosincrasia, me va en "esto" la vida (además de la risa, la pasión amatoria, el vino, la lectura, el cine, los paisajes, las fórmulas... todo).
Un abrazo cariñoso, clro que sí qué diablos.
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ResponderEliminarCarlos, a lo que me refiero es a tu equiparación de la voluntad burocrática y la "desideologización". Quiero decir con esto que la ideología, según creo, es precisamente esa voluntad de reducir lo real al proyecto pensado, de administrar técnicamente la realidad de acuerdo con el geométrico plano imainado, de hacer que responda sin resto al programa trazado por la idea.
ResponderEliminarUn abrazo
Bien, ahora hablamos de algo concreto y podré explicar esto con brevedad y así seguir avanzando seriamente. Lo que yo sostengo es que la "desideologización" (yo no uso este término sino que describo el fenómeno y de otra manera, a saber:) en realidad se expresaría como un abandono de la fidelidad a una ideología y a un uso de los términos tacticistas de las ideologías (incluso de entre un abanico de varias, confuso y autocontradictorio) por parte de los gobernantes (pero también propagándose o penetrando cada vez más en la sociedad como "una moda" -por ser sintético, aviso-). Y que este fenómeno (que va de la mano de la posmodernidad y que da lugar al vaciamiento creciente del lenguaje al que en parte se asiste -y no es ni puede ser total, aclaro; aunque es "lo significativo"-) se agrava sobre la base de la práctica del poder por el poder, del poder cada vez más justificado en la separación de la sociedad de su gobierno, de la consolidación de los burócratas gobernantes como "invasores", "aliens", que se apoyan a fin de cuentas en la mera fuerza bruta sin justificación ideológica en sentido estricto y en todo caso en el valor en sí de la argucia depredadora (que es fuerza bruta a fin de cuentas porque es lo único que la puede respaldar cuando llega la hora crítica).
ResponderEliminarPero aún esto debe sin duda ser detallado más para no caer en "leyes generales" que llevan al dogma.
Espero que mi idea esté más clara ahora (tal vez ya lo estaba), y que si no la compartes puedas darme en qué y en dónde la cosa chirrea, que siempre habrá algo... Cuento pues con ello aquí o por separado.
Gracias y un abrazo.
Borja, me parece que simplificas un poco la Revolución francesa, como si fuera una especie de programa intelectual puesto en práctica a machamartillo, sin para mientes en las consecuencias, sin conexión con la realidad, en fin sometiendo esta a la ideología.En general esta visión se adecúa bastante bien al "patinazo" de la revolución, en acertada calificación de Furet, pero se tiende a olvidar otras etapas la mar de pragmáticas e incluso alguna, ejemplares.Francia era de largo el lugar del mundo donde la sociedad civil estaba más desarrollada, donde había una proto opinión pública, con debates enjundiosos sobre cualquier tema en la prensa, en los salones, en el teatro...Los cuadernos de quejas presentados antes de la revolución nos cuentan multitud de reinvindicaciones a ras de tieerra y encarnadas en intereses.Ya comenzada la Bicha, los debates que hay en el parlamento o en la calle son todo menos simplificadores y tan ambiciosos o moderados como los norteamericanos, pero estos, ciertamente tenían enemigos menos formidables( del que la tradición no era el menor) y cierto también, un estado minúsculo que favorecía las iniciativas individuales, las asociaciones y grupos de presión, además de soportar menos inercias.
ResponderEliminarHay que tener cuidado al leer a Tocqueville, no sólo por su nostalgia aristocrática, sino también por esa visión del estado absolutista que parece lleno de funcionarios y de instrumentos de poder y la verdad estamos todavía hablando de cuatro gatos.
Por supuesto que yo me apunto al banquete ateniense
Santi: ya sé que unas pocas líneas he simplificado demasiado ese fenómeno tan complejo, tienes razón; de todos modos, creo que no es descaminado subrayar el componente teórico de la revolución francesa.
ResponderEliminarEs cierto que la revolución transcurrió de un modo lejano a simplificaciones, y sin duda el auge de los clubs fue un hecho prometedor, lugares donde se ejerció una libertad política que nada tuvo que envidiar a la de la revolución americana; pero también lo es que, en cuanto tuvieron oportunidad, te´´oricos e ideólogos como Robespierre clausuraron dichos clubs con el fin de realizar un programa político de corte visionario-filosófico. Se sustituyó entonces el hecho mismo de la libertad política como sentido de la revolución por la transformación de la política en instrumento al servicio de la construciión de un estado y un hombre nuevos. La política, de esta manera, fue secuestrada por fines ajenos a ella y perdió propiamente su sentido para tener en su lugar un producto que realizar.
Y esto, por supuesto, no deja de ser otra simplificación. Espero que se comprenda.
Para mí, Borja, lo que sostienes se inscribe en el racionalismo idealista o en otros términos en es kantiano. En cualquier caso, lo opuesto al Tocqueville que citas, que sostenía en el mismo libro que la Revolución no buscó La Libertad sino las reformas. Lo "teórico" de los intelectuales, insisto, sirvió para suministrar "términología" engañosa y desconcertante a los que se aupan hasta el poder mediante el control de los resortes que ya controlaban bajo la monarquía absoluta que los había hecho necesarios. Esto es lo que yo desprendo de Tocquevile y de ese libro. Habría "secuestro" de los términos idealistas pero no de "la política"... o en todo caso habría que decir que siempre "la política" existe como "secuestrada", lo que es no decir nada salvo expresar la nostalgia propia de "los sabios" que sueñan con "su república" pero sólo la pueden realizar "negándose" a sí mismos, traicionándose, claudicando.
ResponderEliminar(Perdón) ... aceptando los consejos de Eutifrón a uno de ellos.
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