Hay algo escandaloso en el precepto cristiano que anima a poner la otra mejilla: otorgar a los demás el derecho a abofetearte.
La belleza ha sido vinculada de tal manera a la luz -al impulso apolíneo hacia la claridad- que parece ser cosa de las estaciones del año en las que impera el buen tiempo. Como la guerra en el mundo antiguo.
La belleza ha sido vinculada de tal manera a la luz -al impulso apolíneo hacia la claridad- que parece ser cosa de las estaciones del año en las que impera el buen tiempo. Como la guerra en el mundo antiguo.
El horror que inspira el próximo ha sido expresado de formas aparentemente muy diversas, pero casi nunca realmente enfrentadas. Podemos decir "el infierno son los otros", o aconsejar "amar al prójimo como a ti mismo", o preferir la greguería de Gómez de la Serna: "Los cardos son el coco de las margaritas" .
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