He de reconocer que la histeria reformista de estos señores recién llegados al gobierno ha llegado a sorprenderme; seguramente tenía yo la idea desajustada de que les restaría alguna fidelidad a lo existente, es decir, que, al menos como querían defender, serían en algo conservadores. Uno no se engaña más porque no quiere, está claro, porque lo que hoy hay, a izquierda y a derecha, está todo atufado por el hedor del progresismo. No creo que quede un solo conservador en lo que del panorama político oficial está a la vista. Y no es por ponerme categórico, pero creo que el mayor problema político, ése cuya ocultación hoy padecemos, es precisamente el de la conservación del mundo, no el de su reforma. La diferencia entre, por un lado, la conservación y cuidado del mundo y, por otro, su reforma indiscriminada es la que media entre la política y la organización. Hoy tenemos organización a espuertas, pero muy poca política.
Viene todo esto a cuento porque leyendo a Goethe he dado con un aforismo que, inmediatamente, me ha evocado el "reformar a toda costa" en el que estamos:
Nunca llegamos tan lejos como cuandoya no sabemos hacia dónde vamos
Goethe, Máxima 901
Emil L. Fackenheim, un gran pensador judío, aumentó en uno los 613 preceptos de los judíos. El suyo es el "Mandamiento 614". Se basa en la "voz imperativa de Auschwitz", que prohíbe a los judíos ser ateos para no otorgar a Hitler una victoria póstuma. He pensado mucho en esto, llegando a la conclusión de que sólo los pueblos que son capaces de mantener su fidelidad a algún mandato imperativo que les llega del pasado tienen futuro. Obviamente eso no nos deja mucho margen para la esperanza.
ResponderEliminarTiene razón, D. Gregorio; De Tocqueville tiene un pensamiento parecido cuando dice algo así como que cuando el pasado no alumbra el porvenir avanzamos entre tinieblas. de todos modos, quiero disentir -aunque no sé si puedo- en el poco margen que deja a la esperanza.
EliminarUn abrazo
614 imperativos se me antojan un poco excesivos...
ResponderEliminarLa declaración fundamental de los derechos humanos son treinta, claro que es fundamental y burocrática.
Los cristianos la rebajan a diez mandamientos.
Groucho ya sabemos...
El gobierno actual lo deja en uno: hay que hacer lo que hay que hacer... /(o sea, el porque sí del papá al niño que interroga)
En la película El tormento y el éxtasis Miguel Ángel encuentra la inspiración bebiendo vino rancio, se queja y el bodegueo rompe el barril diciendo: si no vale, tíralo...
Si este régimen no vale..., tíralo. Las reformas maquillan lo viejo.
Me ha sorprendido el texto. Por regla general eres claro. He tenido que leerlo varias veces para colegir lo que quieres decir.
EliminarClaro, lo que resulta yermo es estar atrapado en un dictado filosófico: organización.
El texto de Javi me ha espoleado. No esta mal.
El dato de la 614, como curiosidad esta bien, si no te lo tomas en serio... Corolario: No me pega, incluso me gusta.
Si algo es la política es organización, no precisamente esa que mentas, pero lo es.
Más claridad, menos vacío.
Bien, comencemos. ¿Cuáles son nuestros principios, el de los españoles, a qué debemos ser fieles, qué es aquello que debemos preservar como imperativo de lo español?
EliminarYo nunca me consideré más español que ser humano, español administrativamente como pudiera haber sido australiano si mi padre se hubiera ido con mi tío hace unas cuántas décadas, aunque lo mismo el cambio habría afectado mi fecundación y el espermatozoide que entró en el óvulo de mi madre quizás hubiera sido el de la izquierda o el de la derecha del que en realidad consiguió el objetivo marcando mi fenotipo... y entonces quién sería yo.
Yo propongo la primera máxima para el español: HAY QUE EMPEZAR A SER ESPAÑOLES. Para ello hay que escapar de la fuerza gravitatoria de nuestros monederos.
Javi: pero, la verdad, el seductor gesto de "tirarlo", se pierde de principio en el principio mismo de la política metafísica: el Todo. Necesitamos una política mundana, es decir, una en la que nunca es dado alcanzar totalidades. A eso me refiero con la dimensión conservadora de toda política deseable, y con la constatación de que la política metafísica, espoleada por el imperativo de la organización total, carezca de tal dimensión. Esto quiere decir que "tirarlo toda" es, precisamente, renunciar a la problemática misma de la política mundana: ¿qué merece la pena conservar para poder habitar el mundo? ¿Qué merece la pena cambiar? Creo que la respuesta no es, en ningún caso, un absoluto. Cuando hablas de tirarlo todo, realmente puedes llegar a repetir el movimiento de estos que nos gobiernan: ¿hay que acabar con la sanidad pública? ¿Con los médicos rurales? ¿Con las bibliotecas? ¿Con los bares? ¿Con las escuelas? Queramos o no, eso es parte de lo que existe hoy, y renunciar a "todo" sería también renunciar a ello. A mí me parece que vale la pena conservar algunas cosas y no dejarnos arrastrar por la obsesión de reformarlo todo.
EliminarUn abrazo
Alfredo: pues yo me reafirmo en que la política no es organización, aunque tenga por substrato -¿cómo no?- alguna forma organizativa dentro de las muchas variadas y posibles. Si la cuestión política pudiera resolverse en el diseño organizativo, nos encontraríamos ante una mera cuestión técnica, y éso es, precisamente, lo que nos quieren meter en la cabeza los abogados de la tecnocracia imperante; en este caso, dejemos el gobierno a los técnicos (o, en su forma clásica: a los filósofos). Quiere decir: abracémonos más fuerte a lo que nos está matando.
EliminarNo sé si he sido lo suficientemente claro o vacío, al fin y al cabo supongo que es indistinto.
un abrazo
España no puede convertirse en una obsesión. No podemo estar reformando cada equis años algo que no termina nunca de ser. ¿Qué quieres salvar, o maquillar?
ResponderEliminarPrecisamente, cuando se tiene un buen cimiento, lo que tú, creo, llamas dimensión conservadora, tirar la superflua estructura que sustenta no es nada complicado ni temerario.
Lo que yo quiero decir con tirarlo todo es volver a los cimientos, volver a la apuesta primera, y darle un órdago.
Más mundano no puedo ser. Sobra la monarquía, falta separación de poderes, la cosa pública es un vertedero. Y los asuntos privados están demasiado dogmatizados para ser en verdad privados.
Tirar no significa desintegrar. Yo he doy la primera máxima: COMENZAR A SER.
¿Sanidad Pública? Que sea costeada con impuestos no significa que sea realmente pública. En Madrid la sanidad está manipulada por Aguirre para repartir dividendos entre constructoras y otros sectores privados del servicio sanitario.
No es muy difícil intentar comprender que la cosa pública te hace responsable. Que la cosa pública no es un préstamo de un poder ajeno a tí, sino la zona común que compartes con tu vecino, compatriota, o federado, o lo que es lo mismo, con el otro.
Bueno. Mañana sigo...
Cuando alguien construye algo quizás tenga reparos en tirarlo si ve que no funciona. El amor, el orgullo, o yo qué sé, le hará encontrar alguna excusa para conservarlo. Estética, costumbre...
ResponderEliminarLos españoles no tendríamos ese problema pues no hemos construido nada. Sobre las cabezas de los españoles arrojaron un espejismo de régimen democrático, he oído decir por ahí que "homologable" al contexto europeo (con lo terrible del término homologable).
El miedo a comenzar es el miedo a desaparecer. Es el pensar que todo lo que tengo, quizás desaparezca si reinicio. Eso los informáticos lo llaman formatear. ¡Qué se le va a hacer, si un virus te ha inutilizado tus aplicaciones!
Política mundana: mantengamos la vertebración del territorio español. Creo que está medianamente equilibrado y repartido para no caer en sueños totalitarios: pero construyamos una ciudadadía vertebrada, no repartida en pequeños establos administrativos. Me importa un bledo que los extremeños sean o no sean comunidad histórica. Administrativamente es funcional su existencia, útil socialmente, si se libera la servidumbre o la necesidad de querer justificar una existencia mítica o diferencial.
Política mundana: hay cinco mil jueces en España. Es un estamento endógamo, por lo que leo. ¿Como vamos a tener separación de poderes si la justicia es estamental? Ya hay muchos intereses creados como para poder separar realmente la justicia de la política. ¿Qué vamos a hacer? ¿Proclamar unas leyes que separen los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, si los titulares de esos poderes llevan años (o siglos) casándose entre ellos, negociando entre ellos, emborrachándose entre ellos? (¿Y el poder económico, cómo separamos el poder económico?)
Política mundana: Un funcionario no consigue su puesto por su cara bonita. No tiene privilegios, sino una especie de fuero o protección contra lo "mundano" de la política. Con frecuencia irritante se observa sin embargo que no hay paridad entre el hecho de la concesión de un estatus protegido con el resultado que debería revertir en la ciudadía. Si yo consiento que haya una administración que proteja mis intereses frente a las veleidades de un gobierno contingente, necesito que esa administración ejerza como garante de la sociedad que le ha entregado tales defensas. Sin embargo el funcionariado se convierte en casta, cree que "se ha ganado ese estatus" por su "¿esfuerzo?" al pasar una determinada prueba, y no ejerce de contrapeso, de mordaza o bozo del político de turno (se convierte en su socio, en realidad), siempre y cuando no le toquen el bolsillo, claro...
Más política mundana para otro día... Un abrazote, Borja
Javi, creo que, en realidad, no estábamos alejados en lo que decíamos; a todo esto no tengo nada que objetar, es más, estoy en prácticamente todo de acuerdo. Me gusta tu modo de ver al funcionariado, porque me parece que alcanzas a lo que, quizás algún día, fue su sentido originario, así como a la podredumbre en que, también, se ha descompuesto.
EliminarUn abrazo