En la noche de los tiempos la preeminencia social de una bandada de homínidos venía marcada por la fuerza en el combate, la habilidad en la caza y la inteligencia ejecutiva. Pero el primate transfigurado por el lenguaje iba pronto a inventar posibilidades, a ritualizar rutinas, a codificar ritmos y a predecir respuestas que le permitieran domeñar el entorno (o al menos simular que podía hacerlo). Surge así como contraposición al jefe-guerrero el jefe brujo, que además de habilidadaes curativas y alimenticias basadas en la experiencia se adorna con el arma poderosa e intangible del Discurso. He aquí el Primer Filósofo, cuan pronto encontró su nicho ecológico, y cómo extendió su simiente sobre la Tierra, como un bosque arborescente de Cultura, para dominarla y someterla. El brujo, luego sacerdote, se hace las preguntas y valerosamente, ensaya algunas respuestas. Racionaliza lo que puede, ensaya y yerra, intuye con frecuencia, se deja llevar por la estética casi siempre y aprovecha la potencia y el poder del discurso para sus fines y los de su casta, puesto que la unión hace la fuerza.
La cosmogonía del mundo y la moral evolucionan desde el pensamiento mágico a la humanización del portento. Aunque son extraños, los Dioses son criaturas con los que la dialéctica es posible. La cosmogonía pasa del porquesí de la Magia a la construcción del Orden y la moral deja de referirse al bienestar del grupo y asume el de la etnia, una moral más fría que debe a enfrentarse a situaciones complejas. La división del trabajo y la especialización crean nuevas elites dominantes y el Discurso debe conciliar los intereses de la Casta con los de los poderosos que edifican el Estado, al tiempo que socializa con lazos de hierro al resto de la etnia. Estamos ante el advenimiento del Segundo Filósofo: el Profeta.
Probablemente podamos rastrearlo en los sacerdotes egipcios, que no sólo crean una hermosa dicotomía entre caos y orden sólidamente asentada en la realidad cotidiana de Desierto y Nilo, sino lo que resulta mas sorprendente, dotan a este conflicto de una poderosa dimensión moral, pues el elemento decisivo en la batalla de los dioses son las buenas obras de los humanos, que curan al sol herido de la tarde y permiten que renazca sano en la mañana. Resuena esta misma voz moral en los Vedas o en Zaratustra, donde la buena conducta (esto es preservación y multiplicación de la comunidad) decantará la balanza en el Fin de los tiempos.
La complejidad del mundo se hace exponencial con el estado multiétnico, el dominio de los metales, la moral fría y necesaria del comercio, el calculo fino del dinero y el ladrillo de la escritura, que perpetúa el Discurso y lo acumula. En ese momento mágico del Devenir que es la primera mitad del primer milenio surgen las religiones universales fundadas por Profetas 2.0. Sus reflexiones, intuiciones y mixtificaciones sobre la naturaleza del mundo, sobre la posibilidad del conocimiento, sobre definir la buena vida y como practicarla, en fin, buena parte del programa filosófico clásico estaba planteado y respondido, como debe ser un buen Discurso. Sorprenden las intuiciones hinduista y budistas sobre el mundo físico, admiran las admoniciones confucianas con sabor a imperativo categorico, o las exhotaciones judías al amor fraternal; fascinan las dialécticas entre el yo y el deseo, la innovación y la tradición, la legitimación del poder y la desobediencia licita, de budismo, confucionismo e hinduismo. No sorprende tanto la entronización del Sabio, el que conoce el camino, el Iluminado por los dioses, por la observación verdadera o por la razón recta. Estas religiones a pesar de su trascendencia son profundamente inmanentes y materialistas y han marcado a fuego la forma de estar y comprender el mundo en todo Oriente y después por su influencia en el cristianismo e islam en todo el orbe. Se esta abriendo el camino al Logos, esto es el dominio del mundo por la Palabra. Y en una extraña zona del mundo donde el Logos es la llave para llegar al poder va a surgir el Tercer Filósofo, el que reflexiona sobre la naturaleza del Discurso para hacerlo más poderoso. Estamos en la Grecia clásica y veremos que filosofar será una profesión peligrosa cuando al filosofo se desprenda del Manto Sacro que le daba Invulnerabilidad. Continuará
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