Ernesto Laclau publica junto con su
compañera Chantal Mouffe “Hegemonía y estrategia socialista” en
1985. En esta obra el filósofo argentino pretende construir una idea de hegemonía desde bases marxistas, psicoanalíticas
y comunitaristas. De los marxistas toma la concepción de la política
como lucha y antagonismo. Un antagonismo que, contrariamente al
enfoque clásico y en la línea de Gramsci, no es meramente
económico sino que es más bien cultural o ideológico. Lo que se
disputa es ante todo un modelo de vida, unos valores, una concepción de la política y la justicia social que "nosotros" entendemos de forma muy diferente a "ellos"; nada puede ser cabalmente comprendido
al margen de tal oposición. Por ello, para Errejón, la “política del consenso” que se impone en España durante la Transición es, en la práctica, la negación
de la política misma, o mejor aún, una artimaña propagandística
para hacer pasar la victoria de una facción como “voluntad
general”. Del
psicoanálisis, especialmente de Lacan, Laclau toma la idea de que la
reconciliación es imposible, que la castración es el modo de ser
esencial del ser humano, que la sociedad ideal no existe, ni puede
existir y que el conflicto es consustancial a la naturaleza humana.
Abandonemos pues todo ideal utópico porque el mero planteamiento
del ideal es un foco generador de todo tipo de frustraciones. De los
comunitaristas, como Tylor y Walzer, recoge la crítica a la idea liberal
de un “yo” racional y libre previo a la comunidad. Tal concepción
del ser humano es una pura fantasía. El ser humano vive en sociedad
y es desde la sociedad como toma conciencia de la realidad. Las
cosas, los hechos, no tienen un sentido que de algún modo
aprehendemos sino que el sentido es ya una
construcción social. Los datos por si mismos nada significan, es la comunidad quién les da un sentido y adquieren significados muy
diferentes en función de como se agrupen, seleccionen o
contrapongan.
¿En que consiste pues la hegemonía?
No en ganar unas elecciones sino en ostentar el poder ideológico; en
constituir un orden moral, cultural y simbólico; en marcar el
sentido de los hechos; en fijar los límites de lo que puede o no
puede ser dicho marcando así las reglas del “discurso posible”;
en imponer valores e implantar un ideal. En España,
incluso durante los gobiernos del PP, el discurso hegemónico ha sido
el del PSOE; ha sido el PSOE quien nos ha enseñado a pensar y hablar políticamente, ha propuesto los valores constitucionales y se ha
apoderado del lenguaje de la cultura. Los dirigentes de Podemos son
ambiciosos, piensan que la sociedad española está madura para un nuevo lenguaje, una nueva vida… una nueva
hegemonía.
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